La paradisíaca isla de Bali, cercada por un impresionante operativo de seguridad y el recuerdo de su peor atentado terrorista
La sede de la cumbre del G-20 alteró su rutina por la visita de los líderes mundiales; fuerte compromiso con el cambio climático
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BALI (Enviada especial).– “Juntos por un futuro sustentable”. En letras blancas, la calcomanía pegada en la luneta de unos pequeños autos eléctricos que circulan como bólidos por toda la isla de Bali es solo uno de los muchos indicios del compromiso por el cambio climático en Indonesia, en el marco de la cumbre del G-20. Los vehículos son más de 900, vienen en distintos colores, y están en manos de los organizadores del evento para hacer frente al caos vehicular que se desató en esta isla de ensueño por el evento que se extiende entre hoy y mañana. También hay motos con conductores especializados a las que cualquier persona que participe del evento puede subirse. Esquivar los cortes es una de las claves de estos días.
Las comitivas de los presidentes que circulan por Bali interrumpen el tránsito y obligan a demoras se vuelven kilométricas. Es el lado B del poderoso evento que reúne a Argentina, Alemania, Arabia Saudí, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, EE.UU., Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Rusia, el Reino Unido, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea.
Conocida como la “isla de los dioses”, Bali es un paraíso terrenal con exclusivos resorts con salidas a sus playas, templos hindúes, vegetación frondosa y una población sonriente y amable. Con calles perfectas, autos con comando en el lado derecho y caminos que circundan la isla y el mar interior del archipiélago de las Indias Orientales, Bali ofrece por estos días una postal inusual. La isla está completamente atravesada por un impresionante operativo de seguridad.
En la playa pueden verse efectivos con ropa de fajina con armas largas vigilando la zona. La imagen se repite no solo en las calles sino también en los caminos internos de los resorts, con edificios abiertos. Los halls de las hoteles también ofrecen imágenes atípicas con scaners para pasar equipaje de mano. Detectores de metales y explosivos son parte de las medidas implementadas. Los perros rastreadores se observan de a decenas revisando las diferentes zonas en los que están alojados los 17 mandatarios y 3 cancilleres que llegaron hasta acá. Además de ellos están los altos mandos de la ONU, la FIFA y el Comité Olímpico.
El impresionante operativo de seguridad no solo se da por el número de líderes mundiales presentes en el lugar, cuyo riesgo se ve agrandado por el contexto de guerra en el mundo. También porque Bali aún recuerda cómo hace 20 años sufrió el mayor atentado terrorista de la historia de Indonesia que terminó con la vida de más de 202 personas y dejó herida a un número similar, por parte de una organización vinculada a Al Qaeda.
“He inspeccionado todos los detalles (…). Hemos revisado todo y quiero anunciar que estamos listos para recibir a nuestros invitados para el G20″, dijo hace pocos días el presidente de Indonesia, Joko Widodo, en vistas al G-7.
Para ello también se dispuso la operación de seguridad “Puri Agung”, con más de 18.000 soldados y policías en la zona de Nusa Dua, en el sur de la isla, donde están repartidos los resorts en los que se alojan los Jefes de Estado y donde se realiza la Cumbre. Se trata del Apurva Kempinsky cuyo perímetro está protección militar, con la policía encargada de la seguridad en el exterior.
Tránsito y señal de teléfono
En los alrededores de la isla se desplegaron 12 barcos militares, 13 helicópteros y cuatro aviones de combate y dos aviones de carga Hércules, incluido uno para evacuaciones médicas. La tecnología se expande hasta el reconocimiento facial.
Toda esa maquinaria contrasta con los templos antiguos que se ven en medio de las frondosas arboledas, las flores de Santa Rita que crecen cubriendo los postes de las calles. Un color que se suma al de las vestimentas típicas de la zona, y que por estos días se acrecentaron con chicos vestidos de distintos colores homenajeando a los países miembros de la cumbre.
Los carteles del G-20 lo inundan todo. Casi como los pétalos con los que lo indonesios celebran a sus dioses, que pueden verse al costado de la calle, en medio de vegetación o cerca de las playas. Esa antiguedad contrasta con carteles que mueven los labios de sus protagonistas y se pueden ver desde los caminos que bordean el mar y que hay que manejar con cuidado si no es de la zona, porque se maneja por la derecha.
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