La obsesión de Cristina por la confrontación
El regreso de la Presidenta de los Estados Unidos coincidirá con el tratamiento de la ley de glaciares en el Senado, una de las normativas más controvertidas de los últimos tiempos por el poder de lobby que esconde.
Si como se dejó trascender en Nueva York, donde los Kirchner han pasado los últimos dos días recluidos en el lujoso hotel Four Seasons, en el encuentro con los empresarios organizado por el Council of the Americas hay un representante de la Barrick Gold, la ley de glaciares no estará ausente. En su último viaje a Canadá para la cumbre del G-20, Cristina Kirchner -que había vetado esa ley votada por unanimidad- se reunió con el CEO de esa compañía y otras mineras y les prometió reglas claras y seguridad para sus inversiones. Con un escenario de presidentes y directivos de multinacionales, el discurso será el mismo.
El viaje a la capital del mundo les ha permitido a los Kirchner tomar distancia pública de los asuntos internos. Lo cual no quiere decir que la agenda no haya estado -y continúe- dominada por la política local, una obsesión omnipresente en los Kirchner. Quieren, en especial la Presidenta, mostrar roce internacional. Pero en la guerra en la que están embarcados contra las "corporaciones", como ellos llaman, no pueden dejar nada al azar: Cristina Kirchner sucumbió ayer a la tentación de usar la red Twitter -una herramienta que le permite estar alejada de la prensa- y disparó contra la Justicia por el caso Fibertel. No quiere hablar con la prensa de política local, pero no pudo resistir la tentación de hacerlo... sin la presencia de los periodistas.
Kirchner pasará esta tarde de discutir con los intendentes del conurbano a dar una conferencia de la New School University, que los K han adoptado como propia en sus visitas anuales a Manhattan. Quizá cuando esté frente al auditorio aún continúe sin resolverse el resultado de la elección en la CTA, donde el aliado del kirchnerismo Hugo Yasky y el opositor Pablo Micheli siguen reclamando para sí el triunfo en medio de acusaciones cruzadas.
Lo de la CTA desnuda la contradicción y los intereses de los Kirchner. De origen combativa y con perfil progresista, esa central sindical ha sido aliada del "proyecto" kirchnerista, pero desde Olivos y la Casa Rosada siempre le dieron la espalda a su histórico reclamo para ser reconocida como una central sindical con los mismos derechos que la CGT. La alianza por interés y cada vez más por necesidad con Moyano marca esa contradicción.
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