La obra pública y el regreso de un karma kirchnerista
A la incertidumbre política, económica, judicial y geopolítica le sigue ahora el regreso de la incertidumbre judicial en un subgénero clásico, la corrupción en la obra pública
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La Argentina enfrenta problemas en múltiples dimensiones pero hay tres que son nuevas: la del espesor, el diámetro y el ancho, literalmente. Ni siquiera una cuestión técnica de precisión que cae fuera de lo opinable como la chapa y los tubos para el Gasoducto Néstor Kirchner, sus medidas y también la unidad de medida utilizada, milímetro o pulgadas, se salvó de la incertidumbre que crea la interna del Frente de Todos. Desde la vicepresidenta Cristina Kirchner al recientemente exministro de Producción Matías Kulfas pasando por su equipo de comunicación, el de los off the records en on, todos basaron sus reproches y sospechas en imprecisiones técnicas que los especialistas independientes del sector energía no paran de refutar desde que se empezaron a escuchar en el acto del viernes para celebrar el cumpleaños de YPF, cuando pulgadas y centímetros empezaron a usarse como acusaciones. El entonces ministro y su equipo, todos confundieron pulgadas con milímetros, espesor con ancho, diámetro con espesor. Kirchner y Kulfas también generaron equívocos en relación con la calidad de chapa requerida en un proyecto de las dimensiones de un gasoducto que recorrerá 656 kilómetros.
“Son las chapas de la industria automotriz, de la metalmecánica. Es la chapa de la construcción, es la chapa de los artefactos eléctricos, heladeras, lavarropas”, sostuvo la vicepresidenta, que sacó conclusiones conceptuales. “El valor difunde a toda la cadena”, elucubró. “Hace unos días hicimos un anuncio importantísimo de que Argentina vuelve a producir chapa naval. Esa chapa se puede usar perfectamente para hacer gasoductos”, afirmó Kulfas a la salida de Tecnópolis el viernes.
“Se han dicho miles de pavadas”, sostiene un experto respetadísimo del sector gas que prefiere el off the record estricto, no el del equipo de Kulfas. Según la licitación, 561 kms serán cubiertos por caños de 36 pulgadas y 12,7 mm. Otros 21 kms serán también de 36 pulgadas de diámetros pero de 19,1 o 8,12 mm de espesor y sólo 11 km tendrán 30 pulgadas de diámetro y 11,69 mm de espesor. El off divulgado por el ministerio de Producción mezcla un número cercano al del diámetro y milímetros correspondientes al espesor. “En la licitación no hay tubería ni de 33mm ni de 31mm”, sostuvo uno de los expertos que calificó a estas confusiones técnicas de “sainete”.
La secretaría de Energía también terminó desmintiendo a la vicepresidenta, su jefa política. Sus suspicacias en torno al favoritismo del presidente Alberto Fernández y su ministro de Producción en relación al Grupo Techint no se sostienen: paradójicamente, en ese punto el comunicado le da la razón a Kulkas y al chat ministerial. El pliego de la licitación estuvo a cargo de Energía Argentina. No fue la lapicera del Presidente la que generó la salida de 200 millones de dólares para importar la chapa sino una decisión técnica de sus funcionarios.
“Si los preferimos a compradores extranjeros, pidamos que esa línea de producción para los caños sin costura de gasoductos, la traigan a la Argentina”, sostuvo Cristina Kirchner en el acto de YPF en relación a Techint y la importación de chapas. La vicepresidenta cuestionó que la transacción fuera con una subsidiaria brasileña del mismo grupo. Según el experto en el sector gasífero que ve sainete en todo esto, no había mucha opción: en Sudamérica, el único fabricante de chapa de esa calidad API es Usinas Siderúrgica de Minas Gerais (Usiminas), el mayor productor de acero plano en Brasil. Y el único fabricante de tubería de 36 pulgadas de esos espesores y calidad API es Confab Industrial S.A., también en Brasil, que es la subsidiaria brasileña de Tenaris. A su vez Confab es accionista de Usiminas. El Grupo Ternium es parte del grupo de control de la empresa junto al Grupo NSC, integrado por Nippon Steel Corporation (NSC), Metal One Corporation y Mitsubishi Corporation y al fondo de pensiones de Usiminas, Previdência Usiminas. En el sector energía, la integración del Grupo Techint en toda la cadena de valor lo convierte en un actor casi ineludible a pesar de la matriz conceptual del kirchnerismo que dice resistir los poderes fácticos y defender el compre nacional.
En toda la saga que comienza con el discurso de la vicepresidenta en el acto de YPF y concluye con la salida de Kulfas, hay dos disparadores. Por un lado, la resistencia ya conocida a la figura de Kulfas. Pero lo más estructural, la narrativa kirchnerista que sospecha del capital privado en general y sobre todo, cuando tiene instancias de globalización. Es el punto de partida del cuestionamiento de Cristina Fernández: creyó ver en la adjudicación a Tenaris un capitalismo de amigos para sus enemigos. Y es el punto de partida en la escalada que el chat de Producción. El eje del argumento de Kulfas y del chat, mucho más burdamente, buscó recuperar el eje de la narrativa kirchnerista: el aliento a la producción nacional. Kulfas quiso mostrarse más nacionalista que Cristina Fernández.
En el sector de la energía, la incertidumbre es parte estructural del negocio. Se trata de la posibilidad de que una exploración no conduzca a hallazgos de yacimientos explotables. Pero también pesan las incertidumbres de superficie, por ejemplo, cambios en las regulaciones del sector o variaciones de los precios internacionales. En la Argentina, esas incertidumbres se multiplican. Entre el viernes y el sábado, la incertidumbre extiende su manto: a la incertidumbre política, económica, judicial y geopolítica le sigue ahora el regreso de la incertidumbre judicial en un subgénero clásico, corrupción en la obra pública y un riesgo novedoso, la incertidumbre técnica que compromete la confianza en las capacidades estatales para desarrollar proyectos de esa envergadura.
En realidad, las incapacidades de la presidencia de Fernández ya quedaron expuestas en el manejo de la pandemia y en la geopolitización de la compra de vacunas, que dejaron de lado las consideraciones técnicas de calidad para insistir con la compra de Sputnik en lugar de Pfizer por el mismo tipo de sesgo: una matriz conceptual que concede superioridad moral a lo estatal y a lo nacional aunque vaya en contra de cualquier cálculo de costos y beneficios para la sociedad. La pretendida limitación de los poderes fácticos económicos fue central en uno de los primeros actos de diferenciación de la vicepresidenta respecto de las decisiones del presidente Fernández. Fue en julio de 2020, pocos días después del Día de la Independencia, cuando dejó entrever cuestionamiento al modo en que el gobierno se alineaba con los grupos económicos concentrados, según la retórica kirchnerista, que traban el desarrollo nacional. El 9 de julio, Alberto Fernández había subido al escenario del acto del Día de la Independencia al G6, representantes de la UIA, la Bolsa de Comercio y la Sociedad Rural, entre otros. Para Cristina Kirchner, la lapicera presidencial debe usarse para limitar el poder de ese otro poder.
Con el manto de sospechas extendido a partir del discurso de Cristina Kirchner sobre la decencia del gobierno de Fernández, vuelve al presente la memoria de la denuncia de Roberto Lavagna en 2005 durante la presidencia de Néstor Kirchner, que llevó a su salida como ministro. De las denuncias de cartelización por parte de Lavagna a la advertencia de Kulfas y su equipo, un revival de sospechas de corrupción en la obra pública, en este caso, a partir de un tiro en el pie disparado por la misma vicepresidenta y su lectura sesgada. La carta de renuncia de Kulfas potencia los hechos del fin de semana.
La denuncia judicial impulsada por miembros de Juntos por el Cambio, según este experto, desconoce el pliego licitatorio y las cuestiones técnicas relevantes en el sector e introduce otro elemento de incertidumbre. “Si el tema se judicializa y Techint decide bajarse, ¿quién se va a presentar? La desconfianza se está volviendo fenomenal”. El riesgo de que el Gasoducto se frene comienza a crecer.
Entre los principales países productores de hidrocarburos, la falta de institucionalidad es un tema. Venezuela, Rusia y los estados sauditas están entre esos casos arquetípicos. Se abre un signo de pregunta para la participación argentina en el G7 a instancias del canciller alemán Olaf Scholz, que invitó a Alberto Fernández a partir del interés de Europa por fuentes alternativas de energía. Si todo sigue igual o empeora judicialmente con el proceso licitatorio del Gasoducto Néstor Kirchner, será difícil llevar esa promesa en la valija.
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