La nueva obsesión de Cristina Kirchner y de los visitantes incesantes de su despacho
La decisión de Horacio Rosatti de asumir la presidencia del Consejo de la Magistratura fue la declaración de guerra para la vicepresidenta
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Como alguna vez lo fue el procurador interino Eduardo Casal, a quien mandó a hostigar desde el Congreso por más de un año para forzarlo a renunciar, la Corte Suprema se convirtió en la nueva obsesión y en el próximo objetivo político al que apuntará Cristina Kirchner desde su despacho de la presidencia del Senado.
Harta de esperar que Alberto Fernández tomara la iniciativa, la vicepresidenta decidió asir el toro por las astas y ordenó a sus acólitos en la Cámara alta avanzar con una idea que venía mascullando desde hace dos años: ampliar el tribunal para licuar el poder de los actuales habitantes del Palacio de Tribunales.
El detonante fue el enfrentamiento por el Consejo de la Magistratura y la decisión de Horacio Rosatti de llevar a cabo la amenaza lanzada en el fallo de diciembre del año pasado, que declaró inconstitucional la composición establecida en la ley de 2006, y asumir la presidencia del organismo que selecciona y sanciona a los jueces.
Es que para el kirchnerismo tanto Rosatti como Carlos Rosenkrantz “son Macri”, el enemigo público número uno para la vicepresidenta, el responsable del “lawfare” del que la vicepresidenta dice ser víctima desde que dejó la presidencia en 2015.
Esa es la idea que sin tapujos sostiene Oscar Parrilli. El senador por Neuquén es un habitual integrante de la mesa chica en la que Cristina Kirchner comparte sus pensamientos y estrategias.
La senadora Anabel Fernández Sagasti (Mendoza) y Máximo Kirchner también forman parte de esa mesa de arena que funciona en el primer piso de la Cámara alta.
De hecho, casi no hay día de la semana en el que no se lo vea al hijo de la vicepresidenta recorrer los pasillos del Senado, yendo y viniendo desde su despacho en la Cámara baja, para hablar con su madre.
Los despachos de la secretaria Administrativa, María Luz Alonso, y el vocero de la vicepresidenta, Hernán Reibel, que, como Fernández Sagasti, son voces de peso dentro de La Cámpora, también forman parte del habitual recorrido de Máximo Kirchner en sus incursiones por la Cámara alta.
La ampliación de la Corte Suprema comenzará a discutirse este miércoles en las comisiones de Asuntos Constitucionales y de Justicia y Asuntos Penales, ambas presididas y dominadas numéricamente por el oficialismo.
Una reforma de este tipo puede alcanzarse con mayoría simple, algo factible para el kirchnerismo en el Senado si suma a sus aliados habituales, pero se torna mucho más complicado en Diputados, donde está lejos de la mayoría. En cambio, para nombrar a cada nuevo juez se requieren dos tercios de los votos en la Cámara alta.
El disparador fue la decisión de Rosatti de asumir la presidencia del Consejo de la Magistratura, que operó como un cachetazo para la vicepresidenta que había ordenado desconocer el fallo que declaró inconstitucional la conformación del organismo, calificándolo a través de sus voceros como un “golpe de Estado”, como aseguró Parrilli hace dos semanas en diálogo con LA NACION.
Cambio de rumbo
Sin embargo, esa postura dio un giro de 180 grados cuando la vicepresidenta comprendió que el tribunal estaba dispuesto a ejecutar su sentencia. Así fue como, en la noche del lunes, ordenó dividir en dos el bloque del Frente de Todos para convertir al oficialismo en primera y tercera minoría y arrebatarle, así, la poltrona en el Consejo que el Pro, tercer bloque en cantidad de senadores, reclamaba para Luis Juez (Córdoba).
En el kirchnerismo reconocen la implicancia de haber reconocido el fallo, al designar un nuevo representante en el Consejo, cuando hasta la semana anterior lo desconocían por considerarlo una aberración jurídica. “Definimos preventivamente (nombrar al consejero) porque están haciendo lo que quieren”, justificó un legislador que conoce los pormenores de la decisión.
De ahí a dar la orden de avanzar con la ampliación de la Corte para licuar el poder de sus actuales integrantes sólo hubo un paso, lógico para el kirchnerismo.
El horizonte de tratamiento en el recinto del Senado es todavía una incógnita, tanto como el dictamen que terminará impulsando la vicepresidenta.
El debate comenzará con un proyecto de Adolfo Rodríguez Saá (San Luis) que propone ampliar el tribunal a 9 miembros, la misma cantidad que tuvo desde 1990, cuando gobernaba Carlos Menem, hasta que Néstor y Cristina Kirchner decidieron reducirla a los cincos integrantes actuales, juicios políticos y renuncias mediante, en 2006.
Sin embargo, Parrilli dijo que, en su opinión, que suele ser la de Cristina Kirchner, la cantidad de integrantes del tribunal “tiene que tener dos dígitos”. La misma idea sostuvo en su momento Raúl Zaffaroni. Para el exjuez, la Corte debería tener entre 11 y 13 miembros.
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