La “nueva” Cristina post atentado: ninguneo a Fernández, alianza con Massa y palos a Macri
La vicepresidenta evitó las críticas directas a la gestión del gobierno; respaldó el “esfuerzo” del ministro de Economía; y puso al líder de Pro como el verdadero adversario del peronismo en 2023
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Cristina Kirchner cambió ostensiblemente de estrategia discursiva en su reaparición pública, tras el atentado contra su vida de hace dos meses y tres días. Aunque las recordó, la vicepresidenta soslayó las críticas a la gestión de Alberto Fernández, con las que minó la autoridad presidencial desde la derrota electoral de 2021, al tiempo que confirmó su alianza con Sergio Massa. En forma paralela, apuntó los dardos contra Mauricio Macri, a quien ubicó en el rol de principal adversario del oficialismo de cara al recambio de 2023.
La “nueva versión” de Cristina, que en lugar de la polarización y la grieta propuso un “acuerdo democrático”, contiene también una dosis de pragmatismo. Así quedó en claro cuando rechazó los cuestionamientos a la designación de Fernández para encabezar la fórmula del Frente de Todos en 2019, al advertir que las decisiones políticas deben analizarse en su contexto. Con la misma lógica, afirmó que el año próximo hará “lo que tenga que hacer” para asegurar la continuidad del peronismo en la cúspide del poder.
Ese es, justamente, el punto que dejó abierto la reaparición de Cristina: ¿Será ella la candidata principal del peronismo el año próximo, como le pidieron los militantes sindicales de la UOM en Pilar, o volverá a posar su dedo sobre otro dirigente del espacio? En el escenario que le ofrecieron los trabajadores metalúrgicos fue evidente el paralelismo que quisieron trazar entre la figura de la vice y la de Lula en Brasil, que regresará al Palacio del Planalto después de haber derrotado en las urnas a un ultraderechista como Jair Bolsonaro.
Pero más allá de las comparaciones con otros líderes regionales, Cristina ensayó una reivindicación de su propia gestión de gobierno, especialmente de la segunda (2011-2015), la más cuestionada por su desempeño económico según los especialistas. La expresidenta exhibió dos gráficos con los que intentó demostrar que en ese período aumentó la participación de los asalariados en el producto. Y acto seguido, sostuvo que la suba de la productividad actual deriva en “la renta extraordinaria que toma el capital en la República Argentina”.
En ese momento fue cuando reclamó la instauración de una “suma fija” para mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores, afectado por la inflación, y pidió una intervención decidida del Gobierno para “terciar en la distribución del ingreso”, luego de poner el foco en los desbocados precios de la economía. Pero enseguida aclaró que no se trataba de una crítica directa a Massa, sobre quien dijo que está “haciendo un gran esfuerzo administrando lo que pasó”, en referencia al descalabro que dejó la gestión de Martín Guzmán.
La reaparición de Cristina tuvo un condimento territorial: volvió a hablar en público -en un ámbito controlado, no masivo- en la provincia de Buenos Aires, donde reside el núcleo del poder electoral del kirchnerismo, y se presentará nuevamente en el distrito el próximo 17 de noviembre en La Plata, en un acto que organizará el PJ bonaerense bajo la batuta de su hijo Máximo Kirchner. Ya se sabe que, históricamente, el control de la Provincia -y más aún del conurbano- dirime los liderazgos dentro del peronismo.
Si bien la vicepresidenta se ahorró en esta oportunidad los señalamientos a la gestión de Fernández -que hábilmente había enviado a su protegida Victoria Tolosa Paz a impugnar a los que “critican decisiones como si estuviesen afuera” del gobierno-, no se privó de cuestionar a los movimientos sociales y a la conducción de la CGT, a los que prácticamente acusó de haber sido “colaboracionistas” de la administración Macri entre 2015 y 2019. Son los mismos que se convirtieron en un sólido respaldo sindical y callejero para el Presidente.
En línea con las señales de “rebeldía” que viene dando desde que se plantó contra la avanzada kirchnerista para eliminar las PASO, Fernández no se quedó quieto el día de la reaparición de Cristina. Por la mañana le pidió al intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray, que le armara una bajada al Conurbano; y por la tarde viajó a Santa Fe para encontrarse con el expresidente boliviano Evo Morales. El mensaje fue doble: se mostró con un “archienemigo” de Máximo Kirchner y con un referente de la izquierda sudamericana.
Ese tipo de actitudes del Presidente son las que siempre le dolieron al kirchnerismo. De hecho, cuando Cristina eligió a Fernández para que fuera el candidato del Frente de Todos, no lo hizo pensando en su condición de líder progresista, sino -como ella misma se encargó de explicarlo hoy- en un contexto en el que el mundo y la región giraban hacia la derecha: Donald Trump gobernaba Estados Unidos, Lula estaba preso en Brasil y Rafael Correa se tenía que exiliar de Ecuador. Pero Fernández no interpretó esa misión y sigue sin hacerlo hoy.
Por eso es que la reaparición de “la jefa” fue considerada por sus adeptos como una señal de que está dispuesta a encarnar, esta vez sí, la candidatura presidencial del peronismo. Pero Cristina no dio precisiones en ese sentido, sino que fue ambigua: al afirmar que está dispuesta a “hacer lo que tenga que hacer”, pareció razonar con la lógica fundacional del Frente de Todos, que implicó el sacrificio de su propia postulación; pero tampoco se excluyó de la carrera electoral. Fue, en definitiva, la primera función de las tantas que vendrán.
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