La misa en Luján, un gesto para poner fin a los enfrentamientos
La misa en la Basílica de Luján, que por primera vez reunió al presidente saliente con su sucesor para rezar por la patria, fue en sí misma un gesto sin antecedentes. Un paso para construir otra forma de hacer política.
Además de darse un abrazo en el momento del saludo de la paz, Mauricio Macri y Alberto Fernández compartieron previamente la firma del libro de visitantes ilustres, a metros de la basílica, y llegaron juntos caminando hacia el altar, al pie del histórico santuario, acompañados por sus esposas, Juliana Awada y Fabiola Yáñez. Los esperaban sus respectivos gabinetes. Una imagen de sana convivencia, que la Iglesia buscó para transmitir la necesidad de poner fin al enfrentamiento y la grieta, y evitar la tentación de "querer destruir al otro".
En medio de la crisis, la imagen simbolizó, también, una postal diferencial de las fuertes tensiones políticas y sociales que estallaron en la región en los últimos meses.
El arzobispo anfitrión, Jorge Eduardo Scheinig, pidió en la homilía que "nuestra democracia se afirme y siga creciendo en institucionalidad". Admitió, incluso, que la Iglesia no cree que una celebración sea la solución de los problemas. "Pero estamos seguros de que este gesto habla por sí mismo y deseamos que en estos días históricos se convierta en una puerta para entrar en esta nueva etapa, con sinceros anhelos de unidad y de paz", proclamó, consciente del momento delicado que atraviesa el país. Junto a él estaba la conducción del Episcopado, encabezada por el obispo de San Isidro, Oscar Ojea, quien sobre el final pidió enérgicamente que "los pobres sean prioridad de veras".
En ese clima de armonía y de invocaciones a la paz y la unidad, las veces que el arzobispo mencionó a Francisco fueron seguidas de aplausos. "Cuánto bien nos haría conocer el pensamiento del papa Francisco de manera directa y no por quienes parcializan o desfiguran su mensaje", dijo el arzobispo, al referirse a quienes tienen vocación de presentarse como sus voceros e intérpretes.
Junto a Fernández estaban varios de sus futuros ministros y colaboradores, como Guillermo Oliveri, quien será nuevamente secretario de Culto de la Nación, como en los 12 años del gobierno kirchnerista. Entre las decisiones que marcarán el tono de la relación del nuevo gobierno con la Iglesia se encuentra la futura designación del embajador argentino ante la Santa Sede. "Aún no hay nada definido", aseguró, al respecto, una fuente cercana al Frente de Todos.
El valor de la democracia
Egresado de las Escuelas Técnicas Raggio porteñas, a pocas cuadras de la General Paz, Scheinig tiene 60 años y fue ordenado sacerdote en San Isidro en diciembre de 1983 por el obispo Jorge Casaretto, un día antes de la asunción del presidente Raúl Alfonsín. Fue en medio de la efervescencia por la recuperación de la democracia y hoy tiene muy presente el significado y el valor de ese logro. Su tesis de teología está dedicada a la pastoral urbana, adecuada a las exigencias y diversidades que se demandan en las ciudades, un tema que siempre interesó al cardenal Jorge Bergoglio, quien ya como papa lo designó obispo auxiliar de Mercedes-Luján, una sede emblemática para la Iglesia. Al santuario de Luján fue a rezar Juan Pablo II en los peores momentos de la Guerra de Malvinas. En mayo de 2019, Scheinig se convirtió en arzobispo titular, tras el retiro del salesiano Agustín Radrrizzani, un obispo comprometido con el diálogo. Radrizzani y Ojea encabezaron la ceremonia de su consagración episcopal.
En ese recorrido se pueden advertir pinceladas del mensaje pronunciado en la Basílica de Luján ante Macri y Fernández. Se sintetizan en la revalorización de la democracia, los llamados a dejar atrás los desencuentros y el odio –"una enfermedad que nos va carcomiendo y debemos extirpar urgentemente", y buscar acuerdos sociales, así como el deber de "cuidar a los pobres, acompañarlos y valorarlos".
En mayo del año pasado, Scheinig formó parte del primer grupo de treinta obispos argentinos que realizó la visita ad limina al Vaticano. Tuvieron un diálogo abierto de dos horas con Francisco, quien les dijo que le "duele" la polarización y la tensión social en el país. Eran momentos en que el debate sobre el aborto facilitado por el presidente Macri reflejaba esa tensión, que se extremó aún más en términos políticos y sociales durante el proceso electoral.
Hace un año, en octubre de 2018, acompañó al cardenal Mario Poli en la misa con que recibió a los jóvenes que peregrinaron a Luján, en la que el arzobispo de Buenos Aires oró "por un país con menos pobreza y desempleo".
Scheinig, uno de los obispos que integra la Comisión de Pastoral Social en el Episcopado, habló de la "telaraña de la corrupción". Llamó a transitar el camino de un pacto social y "lograr políticas de Estado que perduren más allá de cada gobierno". No hubo referencias a los ausentes, como Cristina Kirchner y Axel Kicillof.
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