La militancia de la vacuna: interés y rechazo en las calles de Fuerte Apache
Las calles del barrio Ejército de los Andes, conocido como Fuerte Apache, se tiñeron de celeste en la mañana tormentosa del sábado. Las pecheras de la agrupación oficialista Somos-Barrios de Pie se repartieron por los pasillos. Como "el barrio se despierta tarde" con la lluvia, la campaña de difusión de la vacunación contra el coronavirus de las movimientos se trasladó a las puertas de los vecinos.
-Buen día, les dejo información sobre la vacuna- dice una militante mientras ofrece, sin éxito, un volante del operativo a un grupo de hombres que conversa debajo del toldo de un kiosco.
La recepción es dispar.
–Lo que tienen que hacer es traer la vacuna, esto ya lo sabemos- se queja uno de los vecinos.
–¿Cuándo llega? Tiene 16 horas de vuelo desde Rusia- ironiza otro.
–Olvidate, hasta marzo no llega. Igual yo no me vacuno ni en pedo- advierte un tercero, que limita cualquier nuevo intercambio sobre el tema.
"Más de 150 mil voluntarias y voluntarios de los movimientos populares recorreremos los barrios de todo el país para llevar adelante la campaña solidaria más grande de la historia", promociona el plan promovido por Daniel Menéndez, subsecretario de Política de Formación e integración del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y referente, junto con Victoria Donda, de la organización Somos-Barrios de Pie.
La identificación partidaria con el operativo de vacunación fue blanco esta semana de las críticas opositoras.
El de Fuerte Apache es uno de los tantos operativos programados en la provincia de Buenos Aires. Comenzó en la plaza Padre Carlos Mugica, entre los puestos de una feria barrial, pasadas las 11. "Hay mucha desinformación sobre la vacuna, la mayoría de la gente del barrio no se quiere vacunar porque tiene miedo de lo que le pueda pasar después", plantea Daniela Robles, vecina y militante de Barrios de Pie.
Debajo de un gazebo y de los árboles que bordean la vereda, los voluntarios tratan de resguardarse de la llovizna y alientan a los peatones a inscribirse para ser inoculados una vez que las dosis estén disponibles. "La campaña tiene como objetivo brindar información y concientizar para que quieran aplicarse las vacunas una vez que haya", explica Gabriela Belloni, coordinadora general de Barrios de Pie Tres de Febrero.
Entre volante y volante, la tormenta se intensifica. Las esquinas empiezan a inundarse y los autos, que no logran evitar los pozos llenos de agua, salpican a los peatones. Para cruzar esa calle, Noelia, una vecina que vuelve de hacer las compras, toma a su madre Alejandra del brazo, que sostiene el paraguas que comparten, y a su hija de la mano.
"Yo no me quiero vacunar", le responde Noelia a una joven de pechera celeste que la invita a inscribirse, sobre todo por Alejandra, que es mayor de 60 años. "Me da miedo, no sé lo que tiene ni las consecuencias que pueda generar. En agosto nos infectamos los siete en casa, pero no sabemos si seguimos con anticuerpos".
El agua empieza a tapar la plaza y el movimiento baja. El plan cambia: es hora de buscar vecino por vecino para seguir con el operativo. "No le tenemos miedo al coronavirus, mirá si le vamos a tener miedo a la lluvia", arenga Mayra González, voluntaria y encargada del comedor Rincón de Luz en la tira 36 del barrio -así les dicen a las torres-, que toma la delantera y empuja al grupo.
La vereda está inundada, se camina por la calle. Se atraviesa un edificio amarillento con manchas oscuras de humedad y una colección de ventanas de diferentes tamaños. Se camina por abajo, como si le hubieran recortado el primer piso para permitir el paso. El tiempo empeora, las pilas de volantes se empiezan a ablandar y los militantes buscan techos en las torres rojizas.
Ya en el monoblock 17, con varias pelopinchos desbordadas en la planta baja, los voluntarios se separan. Al subir una escalera emparchada, que alterna entre escalones de material, rejilla y madera, un vecino recién levantado y algo perdido por el inusual movimiento diurno se muestra indiferente al tema de la vacunación.
Tras un par de aplausos para alertar la llegada, se abre la puerta del departamento "C" del mismo complejo, aunque las rejas se mantienen cerradas. Se asoma un hombre de 80 años, entusiasmado por las visitas, que deja ver el interior de su casa celeste y se define como "vecino del barrio Ejército de los Andes, no de Fuerte Apache". Invita a pasar a los militantes, que rechazan la oferta para no exponerlo.
"Tengo que cuidar a mi esposa que está discapacitada, entonces me quedo desinformado. Algunos usan esto políticamente, ¿ustedes quiénes son?", pregunta con expectativas, y expresa su voluntad de vacunarse.
La lluvia que no deja de caer nubla los diseños de arte callejero de los edificios que caracterizan al barrio. Se termina un operativo que prometía bastante más, pero que, según dicen, seguirá durante todo el año.
De regreso en el local de Barrios de Pie, un vecino se acerca para consultar por la vacuna. "Quise dármela en Entre Ríos, haciéndome pasar por bombero voluntario, pero como tenía que volver por la segunda dosis no lo hice", relata el hombre, que por su edad forma parte del grupo de riesgo. La militante que lo recibe lo invita a dejar sus datos en la próxima oportunidad. "Después me pego una escapada y vuelvo".
Desde Somos Barrios de pie Tres de Febrero argumentan que falta presencia de la intendencia en cuestiones sociales y que son ellos mismos quienes están dentro de Fuerte Apache. Sin embargo, desde el Municipio rechazaron "estas políticas partidarias", en diálogo con LA NACION. "Una vacuna es responsabilidad del Estado: la información, el registro y la vacunación. Todo este tema debe canalizarse en las instituciones", dijeron.
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