La Matanza: la odisea de ser oposición en el principal bastión del peronismo bonaerense
Denuncian fraudes, clausuras y ‘hostigamiento’ que son negados por el oficialismo de Espinosa; Juntos por el Cambio abriga la esperanza de ser competitivo en las próximas elecciones
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Quien pretenda disputar la intendencia de La Matanza debe estar preparado para todo. En el distrito de mayor peso electoral del conurbano, donde el peronismo reina cómodo desde 1983, las adversidades que debe enfrentar todo aquel que esté dispuesto a dar la batalla electoral abarcan un amplio espectro, desde picardías políticas en la fiscalización de los votos hasta agresiones de muy distinto grado. Algunos hechos, muy graves, todavía no han sido esclarecidos y la Justicia investiga lo ocurrido.
“Se robaron todo”, dice Jorge Lampa, concejal de Juntos por el Cambio. Se refiere al asalto que sufrió la sede central de su partido en San Justo, cabecera del distrito, hace dos fines de semana. Los asaltantes intentaron ingresar al local por una ventana lateral. Comenzaron a desmontar la reja, pero interrumpieron el operativo. Especulan que por la exposición: la sede se encuentra sobre la misma calle que la municipalidad, a cinco cuadras.
Obstinados y precavidos, los delincuentes dieron la vuelta al local y reanudaron la intrusión por el patio trasero, lejos de las miradas. Quitaron la reja y se metieron por la cocina.
“No dejaron ni los cubiertos”, remarca Lampa. Los delincuentes se llevaron una computadora, una impresora, una laptop, un televisor con su decodificador y hasta una pava eléctrica. Un hecho similar había ocurrido días atrás en un jardín de infantes. Cómo el modus operandi fue el mismo –el “escruche”–, desde la oposición prefieren no agitar hipótesis con tintes políticos y atribuir el hecho a la ola de inseguridad que azota al municipio.
A pesar de las 2000 nuevas cámaras que la intendencia de Fernando Espinoza instaló hace menos de dos años, no hay imágenes de lo ocurrido, de manera que el sistema de reconocimiento facial que forma parte del programa integral de seguridad -que costó 1500 millones de pesos- es inútil. La Fiscalía N°5 está investigando el asunto.
“Sin imágenes, el hecho es más grave. Si a 500 metros de tu despacho no podés garantizar seguridad, que queda para el resto de los 324 kilómetros cuadrados del territorio”, se pregunta Lampa. “Estamos armándonos de nuevo, de a poco”, se lamenta.
El violento episodio escenificó a nivel político una de las mayores preocupaciones de los vecinos: la inseguridad. Pero esta es solo una de las muchas dificultades con las que se debe lidiar en el distrito. En todo el frente opositor reina la resignación en muchas de las contiendas proselitistas. Es que la costumbre terminó por extinguir la impotencia. Por caso, “pelear la calle” con afiches o cartelería es para muchos una empresa imposible.
“Las paredes están loteadas. Si las tocás, te corren a los tiros”, advierte Héctor ‘Toty’ Flores, precandidato a la intendencia por JxC.
“Cuando el oficialismo sale a pegar carteles, no hay nada que no alcance a tapar. Son una banda, te pasan por arriba”, agrega alguien que conoce todos los rincones de la intendencia. “Si ponés un pasacalle te lo cortan; si ponés un afiche te lo tapan”, sostiene.
El ‘Toty’ Flores no exagera. Todavía está fresco en la memoria de los políticos matanceros el “simulacro de fusilamiento” ocurrido en noviembre del año pasado. Militantes del Movimiento Evita que hacían campaña en el distrito para Patricia ‘Colo’ Cubría, diputada provincial del Frente de Todos y pareja de Emilio Pérsico, líder del movimiento, pintaron un mural en una esquina de Isidro Casanova. La zona pertenecía a “Los Búhos”, una banda ligada a la barra brava de Almirante Brown. De súbito, un grupo cercano a las 30 personas se apareció en el lugar y, a punta de pistola, simularon un fusilamiento: pusieron de rodillas a los militantes del Movimiento Evita y dispararon 8 veces al aire. La pintada todavía reza “Fernando int.”, en alusión al intendente Espinoza.
Así las cosas, muchos creen que la cartelería en la vía pública es una colina que hay que resignar: “Es imposible esa batalla. No hay forma”, deslizan cerca de Diego Santilli, precandidato a gobernador de JxC. Con todo, hay voces opositoras que le restan importancia electoral y vinculan esa presencia gráfica al “pintoresco folklore de la política”. Entienden que la batalla hay que darla en otros frentes. Pero tampoco es fácil.
Con una perspectiva más pragmática, opositores ven en el acceso a la información del municipio el principal escollo para dar la pelea electoral. “Creo que China tiene estándares de transparencia más altos”, bromea Alejandro Finocchiaro, exministro de Educación de Macri entre 2017 y 2019, y otro de los nombres que suena en JxC para intentar arrebatarle en las urnas la intendencia a Espinoza.
“La oposición recibe el presupuesto del municipio dos o tres horas antes de la sesión. Es imposible. Armamos lo que podemos en medio día y vamos a sesionar”, relata, ya sin rastros de gracia.
“Obtener información del municipio para pensar qué vas a hacer si gobernás es lo más difícil”, asegura Flores. Fernando Asencio, concejal del distrito entre 2009 y 2018 y vinculado históricamente al exgobernador de la Provincia Felipe Sola, refuerza la idea: “No te dan nada. Te dejan esperando abajo en la municipalidad cuatro horas, bajan y te dicen ‘cerramos’”, se queja.
Escraches y clausuras
Las trabas se multiplican y toman formas diversas. Cualquier esquina de las 16 localidades del partido puede convertirse rápidamente en un escenario hostil para cualquier opositor que pretenda mantener una reunión vecinal, repartir folletería o charlar con comerciantes. Los escraches, aseguran los opositores, forman parte del paisaje.
“Espinoza tiene montado un sistema paraestatal”, sostiene Finocchiaro. “Ellos tienen la capacidad de identificar cualquier reunión vecinal que hacemos y en menos de 30 minutos te mandan gente para insultarte”, explica.
“Es una constante”, confirma el concejal y dirigente social Eduardo “Lalo” Creus, otro de los posibles candidatos a gobernar el municipio por JxC. “Hace poco estaba en una recorrida en pleno centro de San Justo con Horacio Rodríguez Larreta y vino un grupo de 15 militantes a patotearnos, agredirnos e insultarnos. Algunos eran funcionarios”, cuenta Creus.
“Lalo” se muestra convencido de que por vivir en un asentamiento y no pertenecer a la ‘derecha’, el oficialismo tiene un particular encono con su figura. Asegura que se reúne a escondidas con gremialistas, empresarios, sacerdotes, comerciantes y empresarios. “Tienen miedo. El oficialismo ejerce presión para que no tomen contacto conmigo”, sostiene.
No se trata de “amenazas explícitas”, sino más bien de recomendaciones: ‘Mirá que a Fernando no le va a gustar’, suelen deslizar allegados al municipio al enterarse de posibles encuentros con la oposición.
“Con funcionarios municipales logré tener dos o tres reuniones. Cuando se enteraron, me dijeron que tenía que peticionar cualquier reunión a las autoridades del Consejo Deliberante para que ellas me gestionen esas reuniones que finalmente no terminan sucediendo nunca”, asegura Creus.
Tampoco son inusuales las repentinas clausuras comerciales. “Organicé un brindis a fin de año con Macri y el lugar fue clausurado una hora antes del evento sin ningún tipo de explicación”, sostiene Creus. El expresidente tuvo un paso por el distrito a su regreso de Qatar, pero solo para jugar un partido de fútbol porque el encuentro político posterior no pudo realizarse.
Algo similar ocurrió en junio del año pasado cuando Javier Milei tenía previsto un acto en el estadio de Almirante Brown, en Isidro Casanova. El líder de Libertad Avanza denunció que el acto fue cancelado a una hora de que empezara a difundir la convocatoria. Desde el Municipio se despegaron y apuntaron contra el club.
Otra lucha encarnizada se da a la hora de contar los votos. La fiscalización, aseguran opositores, es “a brazo partido”. La Matanza no escapa a las muchas formas de fraude que se denuncian a lo largo y ancho del conurbano: volteo de urnas, robo de boletas, voto en cadena, fiscales corrompidos, entre otras.
“Hacen mil triquiñuelas. Se la saben todas”, sostiene Flores. “En medio del día aparece alguien gritando: ¿De quién es el auto azul? Se lo están llevando’, y el fiscal de mesa sale corriendo a ver qué pasa”, ejemplifica Flores.
Algunas voces opositoras relativizan el impacto real que todo ello pueda tener en los números finales del escrutinio. No obstante, denuncian tácticas de hostigamiento en los lugares de votación que buscan “minar la moral” de los fiscales.
“Son capaces de movilizar 15.000 fiscales para cubrir todas las mesas del distrito”, sostiene Finocchiaro. “Sobrepueblan las escuelas, se acovachan en los baños o en las aulas, y salen a amedrentar verbal o físicamente: te molestan, te insultan, se tropiezan con vos. El fiscal llega al final de la votación en un estado deplorable”, asegura.
Para resistir en ese frente, los opositores organizan capacitaciones que cuentan con dos instancias. La primera tiene que ver con el “abecé de la votación y el fair play”. La segunda es un seminario intensivo para contrarrestar la práctica de las malas artes en las urnas; un manual para moverse en el barro.
“Tenes que entender dónde está la ley y donde está la trampa”, deslizan en una sede opositora del distrito. Aunque aseguran que ya pueden cubrir todo el distrito con fiscales oriundos de La Matanza, no descartan recurrir a gente de otros municipios. “En este caso, lo que abunda no daña”, sostienen.
LA NACION intentó contactarse con Espinoza. En referencia a las denuncias de la oposición, desde su entorno se limitaron a decir: “No sabemos nada de ninguna situación de esa naturaleza”.
Optimismo y debilitamiento
Pese a la enorme distancia que hay en las urnas con el oficialismo, en el arco opositor, especialmente en JxC, hay retazos de optimismo. “No nos van a parar con esto ”, arengó Rodríguez Larreta frente a su gente cuando visitó el local de JxC hace dos semanas, luego del asalto.
La Matanza continúa siendo una fortaleza peronista que parece resistir incólume. Espinoza lleva 14 años gobernando el distrito. Asumió en 2005, para reemplazar a Alberto Balestrini, su padrino. En 2015 fue sucedido por Verónica Magario, con quien se mueve en tándem desde los tiempos de Balestrini. Con Magario convertida en vicegobenadora, en 2019 regresó a la intendencia, donde buscaría repetir este año, para completar 18 años en el poder. En 2015, cuando el kirchnerismo perdió la Nación y la provincia, La Matanza se convirtió en refugio para muchos funcionarios nacionales y provinciales. Fue el bastón del bastión.
En las elecciones municipales de 2021 el Frente de Todos cosechó 46,63% con Espinoza como cabeza de lista. Lejos, con menos de 30 puntos, Juntos por el Cambio se colocó segundo. Sin embargo, lo que a simple vista fue una paliza del oficialismo, despierta entusiasmo en parte del arco opositor que para este año intuye una “oportunidad histórica” en el territorio. Es que muchos hacen una segunda lectura de los números electorales.
“Perdieron como 300.000 votos. Hay un hartazgo generalizado con un intendente que no pisa La Matanza”, asegura Jorge Lampa, que apunta un dato: Fernando Espinoza pelea el ranking de los intendentes provinciales con peor imagen. Mayra Mendoza (Quilmes) y Mario Ishii (José C. Paz) le disputan el primer lugar en las encuestas.
La campaña de Patricia “Colo” Cubría también alimenta la esperanza de una eventual derrota oficialista. En 2021, Cubría no pudo competir porque su lista fue dada de baja a último momento, pero la pareja del líder del Movimiento Evita, desde las entrañas del peronismo, pretende disputarle el poder a Espinoza. En JxC elogian su campaña y, envalentonados imaginan, que si va por fuera de la lista del PJ, algo que desde el Movimiento Evita no descartan, Cubría podría restarle votos al oficialismo.
La ilusión de ganar La Matanza también descansa en un antecedente lejano. Aunque distante, todavía vive en la memoria de todo el frente opositor el día en que la periodista y conductora Lidia Satragno -Pinky-, en un festejo prematuro, se autoproclamó intendenta de la Matanza por el radicalismo. Fue en 1999, y el oficialismo terminó ganando la pulseada con Alberto Balestrini como candidato, que en el recuento final se impuso por solo 5 puntos.
En el Movimiento Evita prefieren no volver sobre el simulacro de fusilamiento en la esquina de Isidro Casanova. Aseguran que la Justicia se está encargando y prefieren dar vuelta la página. Pero otras voces opositoras no lo olvidan y lo vinculan a un “nuevo” actor social en las estepas del conurbano: los ‘mercenarios del marketing político’.
“Hace algunas décadas atrás a estas bandas las dirigían los políticos. Ahora son más autónomas, primero hacen y después te pasan la factura. Ya no hay militantes ejerciendo esa violencia, son profesionales. La comunicación política se hace contratando servicios de bandas mercenarias. Son como una Pyme”, asegura un opositor.
Lalo Creus ve en estos movimientos subterráneos una posibilidad electoral en el distrito. “Si no tenés arraigo real, ni fuerza territorial con gente convencida, creo que el futuro está pronosticado. Ese episodio [el simulacro de fusilamiento] es un rasgo de debilidad que simboliza un proceso de desgaste muy grande de una estructura que supo ser muy poderosa. No van a jugar limpio, es difícil. Pero se puede”, confía. “Si fiscalizamos bien, estamos en condiciones de dar un golpe de autoridad en las urnas”, acota Lampa.
Otra figura del peronismo con ganas de incluir su nombre en la danza de candidatos a la intendencia -en tratativas para dar el salto y cambiar de filas- advierte que, en efecto, hay que estar muy preparado para dar pelea: “En campaña hay que ser cómo ellos. Si no te parás de la misma manera te llevan puesto”, asegura, para deslizar: “Están nerviosos, esto se va a poner bravo”.
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