La marcha sin dueños
Lo ocurrido anteayer tiene diversas lecturas. Según la prensa oficialista, mucha gente bien vestida y perfumada se aplicó a insultar a la Presidenta, para expresar su descontento por el cepo al dólar, entre otras menudencias. Para la oposición más enconada, se trataría de un hito que pone en marcha la sucesión de los Kirchner. Como participé en el recorrido, puedo dar cuenta: caminé rodeada por una multitud de clase media, en la que predominaban los jóvenes, escasamente ideologizada, con carteles que pedían "no reelección, seguridad y respeto a la Constitución".
No había líderes. La oposición quedó al margen. En las marchas de otros tiempos, como las que acompañaron el fin de la dictadura, convergían grupos políticos e ideologías muy diferentes. Era aconsejable estar cerca de las banderas partidarias para tener protección. En la protesta del campo, la "mesa de enlace" planteaba la estrategia.
¿Quiénes convocaron ayer? Atribuir su éxito a un monopolio periodístico es perderse una parte de la realidad. Hay descontento. Hay inseguridad. Hay miedo de que el 54% obtenido por el Gobierno en las elecciones resulte aval suficiente para ir por todo. El discurso presidencial, habitualmente en busca de nuevos enemigos, da pie a estos temores. Frente a tal situación, muchos dijeron no.
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