La marcha de La Cámpora: una caminata de 14 kilómetros que exhibió el cambio de piel de sus dirigentes estrella
Durante la movilización ocurrió el bautismo de Lucía Cámpora al frente de la conducción de la organización de Máximo Kirchner; Larroque se repartió entre dos agrupaciones; las tensiones internas y los movimientos de De Pedro y Kicillof como potenciales candidatos
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Máximo Kirchner rodea con el brazo a Lucía Cámpora, que no para de sonreír. Están dentro de un cordón humano que los protege y, a sus espaldas, tienen a varias cuadras de militantes que ejercen presión hacia adelante. La marcha de La Cámpora -que camina los 14 kilómetros que separan a la exESMA de la Plaza de Mayo- ingresa en el túnel de la avenida del Libertador. “¡Vamos todos con Cristina a liberar el país!”, cantan y saltan los dos, excitados como el resto, por el eco de sus voces en el paso subterráneo. Ella está viviendo su bautismo como secretaria general de la agrupación que el hijo de la vicepresidenta fundó hace 17 años. Y ese es un momento cúlmine.
Desde 2017, cada 24 de marzo, La Cámpora realiza una marcha de Núñez al microcentro que le sirve para ratificar su vitalidad. Hace seis años, la agrupación estaba abroquelada en una fase de resistencia. Pero hoy sus cuadros estrella están cambiando de piel, atravesados por dilemas profundos y diferencias internas de cara al nuevo turno electoral.
La parte visible de la reconversión es el traspaso de la conducción de la “orga” a manos más jóvenes. “No ha sido un debate sencillo, ni que se haya dado de un día para el otro, nosotros nos tomamos tiempo para las cosas… Pero de un año para acá entendimos que se venía este momento”, dice a LA NACION Andrés “Cuervo” Larroque sobre la entronización de Lucía Cámpora.
Durante la marcha, Larroque se exhibe en su doble rol. Hasta Palermo camina adelante de las columnas camporistas. “No dejo de ser de La Cámpora”, dice. Pero en la segunda parte se retira un kilómetro hacia atrás, donde se formaron las agrupaciones de La Patria es el Otro, su nuevo sello militante, para recuperar el contacto con las bases. “Cristina Presidenta”, reza un cartel celeste en ese tramo de la movilización. El “Cuervo” es, de los popes camporistas, quien trabaja más convencido para generar un clima político para que la vicepresidenta se suba a la boleta. “Yo trabajo para eso de verdad, veremos el 24 de junio”, suelta.
Clamor y opciones electorales
La Cámpora había querido guardar las formas cuando la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, pidió públicamente “no mezclar” la histórica convocatoria de los organismos de Derechos Humanos con la situación de la vice. En ese momento, la pata de La Cámpora que tiene un vínculo directo con los organismos buscó bajar la tensión con una visita a la sede de Abuelas y una foto. Pero en la práctica no quedaron dudas: la movilización fue de punta a punta un clamor por Cristina Kirchner, en un clima de algarabía pese a la fecha.
“Acá no pasa nadie que no tenga pechera negra o azul o que no esté autorizado”, remarca una referente con un handy en la mano a un grupo de militantes con pecheras identificados como “logística y organización” y que forman un perímetro humano para resguardar a la alta dirigencia kirchnerista. Adentro, las bonaerenses Cristina Álvarez Rodríguez, María Teresa García y Juliana Di Tullio marchan abrazadas, mientras Máximo Kirchner y Mayra Mendoza fuman y conversan. Alrededor circulan motos identificadas como “Sindicato de Motoqueros”. La policía de la Ciudad se mantiene lejos y corta el tránsito conforme avanzan las columnas en la avenida.
En eso, ingresan al sector acordonado Axel Kicillof y Eduardo “Wado” De Pedro y se convierten en el centro de las miradas. Ambos suenan como potenciales candidatos presidenciales en todas las conversaciones de la alta dirigencia K, que deshoja la margarita mientras espera las definiciones de Cristina Kirchner. “Lo que está pasando no es efecto sorpresa y picardía. Tenemos un problema real para definir candidaturas porque ella siente que está proscripta y la situación económica es muy crítica”, comenta a LA NACION una referente de buena llegada a Máximo Kirchner.
Sobre toda la dirigencia kirchnerista sobrevuela una atmósfera de tensión por las definiciones electorales que decantarán en dos o tres meses. Del cuello de De Pedro se cuelga Juan Grabois, que se mueve muy cómodo entre los camporistas. El líder piquetero quiere que el ministro del Interior sea candidato a presidente. En su defecto, dice que él mismo se anotará. Es el único que durante la marcha dice abiertamente que no aceptará una postulación de Sergio Massa, mientras el resto hace piruetas discursivas para salvar al ministro de Economía en la semana en la que decidió pesificar los bonos en dólares del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses.
“Si la inflación va por encima de la devaluación, es mejor rendimiento para la Anses lo que plantea Massa”, justifica a LA NACION un colaborador de Kicillof. Según trascendió, Cristina Kirchner avaló la medida del Palacio de Hacienda.
Llegando a Palermo, Kicillof sale del cordón oficial y camina entre la gente. “Es ella o nadie ¡Convencela!”, le grita una mujer antes de que él pueda montarse en un auto de la provincia que lo sacará del lugar. “Nosotros trabajamos para Cristina presidenta y Axel Gobernador”, comentan cerca del gobernador. Todavía está fresco el entredicho que tuvo con Máximo Kirchner en Avellaneda: el diputado -que alguna vez dijo que ve difícil que su madre sea candidata como pide Larroque- cree que el gobernador es quien mejor canaliza los votos de la vice y presiona para que esté disponible como candidato presidencial.
En paralelo, autorizado por Cristina Kirchner a levantar el perfil, De Pedro también se zambulle fuera del cordón de seguridad para tomarse selfies con la gente y brinda dos entrevistas radiales. “Estoy muy contento con el proceso de renovación de La Campora; y que sea una mujer. Los más jóvenes se están haciendo cargo de esta organización que es muy grande y los no tan jóvenes ya tenemos otras tareas y obligaciones”, dice el ministro en diálogo con LA NACION.
El ministro estrenó para la fecha su canal de Tik Tok con un video en el que relata en primera persona el secuestro y asesinato de sus padres durante la dictadura. “Vamos Wado, huevo, huevo”, le gritan. El funcionario -que no hace nada sin autorización de la vice- esta semana salió a criticar a Daniel Scioli, primer anotado en la carrera presidencial. En su entorno dicen que está irritado por el “oportunismo” del embajador en Brasil.
Mientras otros referentes van y vienen, Máximo Kirchner se mantiene en todo momento al frente de las columnas que marchan. Cuando arrancaron a caminar, los organizadores no sabían si el diputado hablaría. El clima, reconocían todos en la marcha, está sensible por las medidas de emergencia para evitar la disparada de los dólares financieros y una devaluación. Finalmente el diputado accedió a dar una entrevista en el móvil que La Cámpora montó sobre un ómnibus ploteado. En una dura crítica hacia el FMI deslizó: “Nosotros estamos más interesados a rescatar a la gente que a los bancos”.
Con las medidas de Massa, cada vez más difíciles de justificar para el kirchnerismo, surgen dudas sobre si el tigrense se sostiene como alternativa electoral para el espacio. “No creo que sea nuestro candidato”, dice una importante referente kirchnerista. A unos metros, otra dirigente evita las definiciones. “Nosotros tenemos que esperar a que Cristina mueva y decida”.
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