La logística militante contribuyó a poblar la plaza del Congreso
Cerca de 700 micros y combis colmaron el microcentro; también hubo familias y jubilados
Nelly y José son una pareja porteña de más de 50 años. A las 10 de la mañana de ayer, esperaban apoyados sobre una valla que fuera mediodía para escuchar el discurso de apertura de las sesiones legislativas de 2015 de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner . Un vallado ordenaba el fluir de la gente sobre la Avenida de Mayo, que a esa hora comenzaba a llegar desde la 9 de Julio y caminaba en sentido al Congreso. El sol apenas asomaba, las nubes ya anunciaban una jornada de lluvia, y tanto la militancia como las familias iban llegando de a poco.
"Ojalá que la disfruten mucho. Nunca vamos a volver a tener una presidenta como ella"; Nelly se agarra de la valla y se acomoda el pelo. Sus ojos verdes se le llenan de lágrimas. Su marido la abraza y ella mira al fondo de la Avenida de Mayo, donde las banderas y los globos de la militancia comenzaban a cubrir el cielo.
El área que rodeaba la plaza del Congreso estaba completamente atestada de micros, tanto de larga distancia como de transportes escolares. Se estima que había unos 700 micros y combis, provenientes tanto del interior del país como del conurbano bonaerense, una muestra de la fuerte logística de movilización de intendentes y agrupaciones militantes. Si bien la Policía Metropolitana calculó una concurrencia de 35.000 personas, un análisis de la superficie ocupada marca que hubo cerca de 150.000 personas.
Los micros escolares llegaban de a cinco o seis, con gente colgada de las ventanillas y banderas flameando por el viento. En las angostas calles del microcentro porteño el tránsito se volvió imposible y los autos debieron desviar su camino; la policía ordenaba la llegada de los transportes, que llevaban jóvenes militantes efusivos a las veredas.
"Néstor no se murió, Néstor no se murió, Néstor vive en el pueblo, la puta madre que lo parió"; la melodía militante inundaba el aire. Las columnas se iban adentrando por las calles hacia la zona del Congreso, en donde había preparadas una decena de pantallas para proyectar el discurso.
En la zona aledaña a la Avenida de Mayo se podían conseguir desde remeras y banderas con fotos de la Presidenta hasta pines con imágenes de pingüinos y llaveros con la cara de Néstor Kirchner. Una remera por $ 50, una bandera por $ 40, un pin por $ 20 y un llavero por $ 20. De repente, un niño pasa corriendo con un cartel que reza: "Cristina, gracias por la jubilación de mis abuelos".
Cerca de las 11.30, todo el perímetro custodiado por la Policía Federal estalló de gente. Los militantes de bombo y pandereta preparaban bebidas en vasos de plástico de litro, a la espera del inicio del discurso. En la entrada de un hotel, cerca de 20 turistas miraban a los militantes extrañados y se quejaban porque no podían tomar su combi que los llevaría luego rumbo a Ezeiza.
"¿Por qué vengo? Para bancar este proyecto, para militar por la continuidad. Estuve detenido desaparecido y este gobierno fue el único que nos hizo sentir que recuperábamos nuestros derechos", dice Mario Blanco, un rosarino que camina por la calle Mitre hacia la plaza.
El discurso duró tres horas y 40 minutos. Las calles se fueron desagotando muy lentamente, bajo el agua de una leve llovizna. Con paso lento y cansado, Víctor Quinteros, un cordobés de 87 años, abandona la plaza. "He estado, más allá de mis carencias, en todos los grandes momentos nacionales. Cristina y Néstor se han convertido en mis príncipes. Lo menos que puedo hacer para devolver todo lo que me han dado es estar presente celebrando un día como hoy."
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