La larga despedida unió la Capital con el Sur
Bajo la lluvia, una multitud conmovida despidió al ex presidente hasta el Aeroparque; el cortejo, encabezado por la jefa del Estado, llegó al cementerio de Río Gallegos siete horas después de haber salido de la Casa Rosada; el sepelio fue postergado para hoy
RIO GALLEGOS.- El auto fúnebre que trasladaba los restos de Néstor Kirchner sólo pudo dejar atrás la marea humana por la que navegaba e ingresar en el cementerio municipal de esta ciudad a las 20.15. Era el final de una peregrinación que había comenzado siete horas antes en la Casa Rosada.
Por segundo día consecutivo, cientos de miles de personas se volcaron ayer a las calles para dar el último adiós al ex presidente, fallecido el miércoles pasado a causa de un ataque cardíaco.
En Buenos Aires, donde anteayer se había realizado la ceremonia que congregó a manifestantes, presidentes extranjeros y dirigentes de todo el arco político, una multitud acompañó el recorrido del auto que trasladó los restos de Kirchner desde la Casa Rosada hasta el Aeroparque. La impactante manifestación, que por momentos se llevó a cabo bajo una lluvia intensa, tuvo su réplica en esta ciudad, donde los pobladores se volcaron masivamente a las calles para saludar el paso del coche que trajo el cuerpo desde el aeropuerto local.
En ambas ciudades, los cortejos fueron encabezados por Cristina Kirchner, que viajó en el avión TC 55 de la Fuerza Aérea, que trasladó los restos del ex presidente a su ciudad natal. La acompañaban sus hijos, Máximo y Florencia; Alicia Kirchner, hermana del ex mandatario y ministra de Desarrollo Social; el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández; el secretario de Inteligencia, Héctor Icazuriaga; el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini; el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, y el vocero presidencial, Alfredo Scoccimarro.
Hasta esta ciudad también llegó el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, el único mandatario que acompañó el cuerpo de Kirchner hasta su descanso final.
Pegada al féretro que contenía el cuerpo de su compañero de toda la vida, la Presidenta presenció también la ceremonia religiosa con que la Iglesia local despidió al ex mandatario en la capilla del cementerio municipal. Aunque en un principio se había anunciado que se trataría de una ceremonia íntima, contó con la presencia de un centenar de dirigentes del oficialismo, entre ellos, los diputados Eduardo Fellner y Agustín Rossi, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, y los actores Gastón Pauls y Andrea del Boca, los dirigentes sociales Luis D´Elía y Emilio Pérsico, y los referentes de la juventud del kirchnerismo Juan Cabandié y Andrés Larroque. Todos llegaron en vuelos chárter desde Buenos Aires, fletados especialmente.
La masiva afluencia de manifestantes alrededor del cementerio local obligó a un cambio de planes: se organizó un nuevo velatorio, que duró dos horas, para que los pobladores despidieran los restos de Kirchner, lo que forzó a posponer el sepelio.
Si bien la tristeza nunca desapareció de su rostro, la Presidenta dio muestras de entereza. Anoche permaneció en esta ciudad y, según dijeron los voceros oficiales, podría trasladarse para pasar el fin de semana en El Calafate y retomar su agenda de trabajo a partir del lunes, en la Casa Rosada. En ese sentido, el ministro del Interior, Florencio Randazzo, anunció que la Presidenta regresaría "rápidamente" a su agenda de trabajo ya que había una "responsabilidad junto a gobernadores e intendentes de apoyarla fuertemente para llevar adelante el gobierno".
La Presidenta logró contener el llanto incluso durante uno de los momentos más emotivos del día, producido momentos antes de que partiera la caravana hacia el Aeroparque Jorge Newbery. Fue cuando los mozos de la Casa Rosada dieron, entre lágrimas, el último adiós a Kirchner.
Apenas partió de la explanada de la avenida Rivadavia, a las 13.20, el auto que llevaba los restos del ex presidente quedó rodeado de manifestantes que se apretujaban bajo la lluvia. Todos pugnaban por tocar el coche que llevaba el féretro, dejar en el techo una flor, un mensaje o una bandera.
El operativo policial se descontroló a pocos metros de la Casa Rosada. Cuando iba por Leandro N. Alem, entre Mitre y Perón, la Presidenta sorprendió a todos: pidió frenar la marcha, se bajó del auto en medio de la multitud y le ordenó a la policía que fuera cuidadosa con los manifestantes. Volvió a vérsela de pie casi una hora más tarde, en el playón del sector militar del Aeroparque. Se protegía de la lluvia, entonces torrencial, con un paraguas negro, justo detrás del féretro, que fue cargado por seis granaderos hasta el avión.
La nave aterrizó en esta ciudad a las 17.33. En el aeropuerto la aguardaban unos doscientos manifestantes, entre ellos, un grupo de jóvenes de La Cámpora, que, con banderas de palos, escoltó al auto que trasladó los restos de Kirchner a lo largo de los 9 kilómetros de la Autovía 17 de Octubre, que conduce al centro de esta ciudad.
La mitad de ese trayecto, la caravana de vehículos debió avanzar a paso de hombre por la gran cantidad de manifestantes apostados a la vera del camino. Con banderas y carteles, la gente estaba de pie junto a la ruta, subida en los puentes peatonales, parada en los techos de camiones. Todo era válido para capturar una mejor imagen del auto azul oscuro que llevaba el cuerpo sin vida de Kirchner.
Un detalle evidenciaba que, aunque parecida a la de Buenos Aires, la manifestación de la tarde se desarrollaba en otra ciudad. Aquí los carteles y banderas no decían "Gracias, Néstor", como los de la Capital Federal, sino "Gracias, Lupo", como llamaban en su tierra al ex presidente.
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