La intolerancia por las disidencias, inscripta a fuego en el adn peronista
La nueva ofensiva contra la libertad de expresión de los Massa/Galmarini hiela la sangre pensar de lo que habrían sido capaces de hacer si hubiesen conquistado el poder
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Tomás “Toto” Massa se enojó con el dibujante Nik por haberlo rotulado “niño noqui”. Nik redobló la apuesta y le pidió disculpas por haberlo llamado “niño”.
Aclaremos: Nik es Cristian Dzwonik, el exitoso creador de Gaturro, historietista, autor de afilados chistes políticos en este diario y también es superpicante en X (ex-Twitter) contra los principales referentes del oficialismo. Tomás Massa es uno de los dos hijos del ministro de Economía saliente y excandidato presidencial Sergio Massa y de Malena Galmarini.
El enojo tiene como punto de partida que Nik pusiera su lupa sobre Massa Junior cuando viajó al Mundial de Qatar hace justo un año como “creador de contenido para la Asociación del Fútbol Argentino”, contratado por Mundo Selección, una plataforma digital ligada a la AFA. “Para vos –tuiteó el humorista el 15 de noviembre de 2022– no hay dólares. Para el hijo de Massa, dólares, Qatar, pasaje en primera bancado x AFA, YPF y AA”.
Lo cierto es que en aquel momento, cuando el campeonato que terminó ganando la Argentina estaba por comenzar, Toto Massa decidió (o su familia le aconsejó) bajarse de ese sorpresivo trabajo y regresar a la Argentina porque no podía “emocionalmente seguir adelante”.
Si todo estaba en orden, ¿cuál era el problema? Si fuera por las imputaciones, falsas o reales, que se hacen desde la Web, media humanidad estaría paralizada. Entonces, el joven Massa no resistió el escrache virtual que se armó cuando trascendió su trabajito VIP durante el mundial. Raro, si todo estaba en orden.
Pero ahora se supo que Nik recibió una carta documento nada menos que de un estudio de abogados norteamericano. ¿No será mucho? “En paralelo me llegaron cartas documento del Chiqui Tapia”, informó el dibujante desde la red social X.
#BuenLunes Hola Malena Galmarini @MalenaGalmarini Me llegó una carta documento de tu hijo Tomás “Toto” Massa (Aclaremos que es un ciudadano argentino mayor de 18 años, porque algunos lo siguen mencionando como “niño”). La carta dice que se me va a perseguir judicial y… pic.twitter.com/GIwgGX47le
— Nik (@Nikgaturro) December 4, 2023
¡Qué coincidencia! Todo tiene que ver con todo, diría Cristina Kirchner. Mientras los malpensados preferirán pensar en los invisibles vasos comunicantes entre la AFA y el planeta Massa.
Toto se presenta en X como “publicador de contenido”, pero con 17 años el año pasado no parecía, a simple vista, contar con suficientes antecedentes como para acceder a un trabajo de tal relevancia internacional y deportiva. Pero contaba con muy buenos sponsors y de auspiciantes amigos.
Ahora que ya es un año más grande y mayor de edad, mientras él publica en sus redes material en contra de Nik, es su madre, Malena Galmarini, titular de AySA, y su tío Sebastián, director del Banco Provincia de Buenos Aires, los que salen a defenderlo públicamente. Este último se agarró con la inminente canciller Diana Mondino que en X expresó muy caústicamente: “Eterna admiración a todos los denunciados por la ex-casi Primera Dama” y, acto seguido, ofreció gratis los oficios del abogado Alejandro Sarubbi Benítez, quien en la misma red social asegura que “los Massa se enojan con lo que hago y publico”.
Que fue gracioso?
— Sebastian Galmarini (@SebasGalmarini) December 4, 2023
Publicar teléfonos personales?
Repetir mentiras injuriosas?
Agredir y violentar a los hijos de otro candidato? Esas son tus ideales de la libertad?
Muy triste.
Muy seria no vas a ser nunca, pero por lo menos intenta ser buena persona. https://t.co/QjKaxPoIDI
A su vez, en plena carrera presidencial, Malena Galmarini salió a denunciar varias cuentas de libertarios alegando una “campaña orquestada” supuestamente por Mauricio Macri contra su marido y entonces candidato Sergio Massa, y hasta consiguió que se dispusieran allanamientos y secuestro de dispositivos.
Nik, ya hace algún tiempo, había sido hostigado por el ministro saliente de Seguridad, Aníbal Fernández, que malhumorado por uno de sus dibujos, publicó información sensible sobre el colegio al que iban los hijos del dibujante.
Massa, en el último debate con Javier Milei, se ufanó de no haber presentado nunca una denuncia contra un periodista. Lo que se olvidó de aclarar es que su esposa y su familia política estaban por iniciar una cruzada fuerte contra todo tipo de críticas, humoradas y comentarios ácidos que pudieran fastidiar a su clan.
“Menos mal que ganó la Libertad, sino hubiesen sido años realmente duros”, opinó Diana Mondino en sus redes sociales.
En efecto, si ya en el llano, después de una derrota tan categórica por 11,5 puntos en el balotaje, cabía esperar una profunda autocrítica introspectiva de las razones del fracaso o, al menos, un silencio respetuoso hacia el voto de la ciudadanía y hacia quienes ganaron, lo que seguramente no debían hacer era salir a demandar contenidos críticos e irónicos. Menos timing, imposible.
Es que no pudieron con su genio. Está inscripto en el adn peronista de pura cepa, es su naturaleza: mínima o ninguna tolerancia hacia las voces disidentes. Desde el primer peronismo, en los años 40 del siglo pasado, hubo clausura de medios y persecución de políticos y periodistas que se levantaran contra el régimen. En los 70, la irritación justicialista hacia quienes “sacaran los pies del plato” (una expresión muy típica de Perón) se expresó en levantamientos de programas de TV, cierre de publicaciones y advertencias que helaban la sangre, como la que le hizo el mismísimo presidente Perón a la periodista Ana Guzzetti, que después sufrió graves persecuciones por haberse atrevido a decirle en la cara al líder justicialista que había grupos parapoliciales. Ya en este siglo, el kirchnerismo tomó como enemigo público N°1 al periodismo y son incontables los ataques velados y concretos sufridos en ese ámbito asestados desde el poder y las continuas difamaciones de sus personeros en medios adictos y en las redes sociales, no pocas veces con la complicidad de los servicios de inteligencia para meterse en la intimidad y en las cuentas personales de sus enemigos.
La nueva ofensiva contra la libertad de expresión desde una familia, como la de Massa/Galmarini, tan ligada siempre al poder, en el momento de su mayor decadencia, al menos desde el punto de vista electoral, hiela la sangre pensar de lo que habrían sido capaces de hacer si hubiesen conquistado el poder para acallar las voces que no gozaran de su simpatía.
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