La interna peronista de La Matanza se agita entre amenazas y violencia en la campaña callejera
Al menos tres sectores del PJ se suben a la pelea contra Espinoza; el Movimiento Evita denunció que un grupo que realiza pintadas para el intendente disparó contra sus militantes en la disputa por la propaganda en paredones, un lucrativo negocio en el que los golpes y aprietes son moneda corriente
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A Los Búhos nadie los vio. Aunque las paredes sean suyas en arterias clave de La Matanza como las avenidas Carlos Casares o Juan Manuel de Rosas (Ruta 3), la tarea de pintadas que realizan para el intendente Fernando Espinoza es nocturna y queda fuera del radar de quienes trabajan en sus zonas de dominio, ya sean el diariero de un barrio, un encargado de seguridad de un frigorífico, un parrillero, o un empleado de una agencia de autos. Cuando ellos llegan a trabajar, Los Búhos ya pintaron sus consignas, trazadas en la oscuridad. Y a ninguno de ellos le sorprende que se hable de violencia en el negocio callejero de las paredes políticas, que puso sobre la mesa el Movimiento Evita con una denuncia contra este grupo en la que lo acusa de disparar contra sus militantes, que realizaban pintadas en un paredón de Rafael Castillo que Los Búhos consideran propio.
En medio de los violentos códigos territoriales que regulan las pintadas políticas, la campaña por la intendencia de La Matanza ya arrancó y tiene al peronismo como protagonista. Su interna, y la disputa callejera que se evidenció con la denuncia del Movimiento Evita por un ataque mientras realizaban una pintada por la candidatura de Patricia “Colo” Cubría, exhibió la tensión en la que se miden fuerzas con Espinoza. En el tironeo con el intendente se anotan al menos otros dos espacios peronistas (liderados por María Laura Ramírez y Fernando Asencio), en un escenario en el que se cruzan especulaciones sobre posibles bajas de alguno de los competidores y sobre el rol que jugará Cristina Kirchner, cuyos intereses políticos pesan en los cálculos de la política matancera.
Cubría, diputada provincial y esposa de Emilio Pérsico (líder del Movimiento Evita), ya se subió a la interna para desafiar a Espinoza. Las especulaciones en el peronismo distrital abundan. “Máximo Kirchner y Cristina juegan un poco con el Evita. Necesitan que no estén con Alberto [Fernández]. Cristina va a decidir sobre el Evita y sobre [el referente local de La Cámpora, Facundo] Tignanelli”, analiza un hombre del justicialismo local consultado por LA NACION. La fuente considera que “Espinoza sabe que es difícil evitar las PASO contra el Evita” y dice que la CGT de La Matanza se está alineando con el intendente.
Como informó LA NACION, la vicepresidenta recibió a Pérsico en el Senado, el 22 de noviembre, y en septiembre, el jefe del Movimiento Evita y funcionario del Ministerio de Desarrollo Social se reunió en su casa de Isidro Casanova con Máximo Kirchner.
“El Evita y Espinoza se están matando por la boleta del oficialismo. Se dice que Espinoza está peleado con Máximo”, señala un hombre del justicialismo no alineado con el intendente. Otra fuente del PJ, con varias campañas en su haber, cree que “La Colo va a terminar arreglando con Espinoza”. Un dirigente que mira de afuera esa interna grafica el desgaste del jefe comunal dentro del PJ: “Lo suyo son las pintadas en avenidas, con estos grupos de paredones. En un barrio, una pintada opositora puede durar meses, porque los militantes no lo quieren y no las van a tapar”.
Griselda Cabrera tiene 42 años y trabaja en un comedor del barrio Luján. Es una de las militantes de Cubría que denunciaron el ataque que atribuyen a Los Búhos, cuando pintaban paredones en Carlos Casares y Vogel, Rafael Castillo. “Éramos 12. Estábamos terminando y paró una Ford Ranger desde la que nos sacaban fotos. Mi hermano pregunto por qué y uno le contestó: ‘Esta es mi pared’. Después, mi hermano le preguntó quién era y él le dijo: ‘Soy El Loco Play, de la banda del Brown [por Almirante Brown, el club de Isidro Casanova]. Ahora me vas a conocer’”, relata Cabrera a LA NACION en el lugar de los hechos, que sucedieron en la madrugada del viernes 25 de noviembre.
El Loco Play es el apodo de Jesús Carrizo, según confirmó Cubría a LA NACION esta semana. Integra la barra brava del “Mirasol” y es un nombre conocido para la política local.
Tras la amenaza, Cabrera fue hasta la casa de su madre para dejar allí a uno de sus hijos. Regresó con el grupo al lugar. “Volvimos y dijimos: ‘Vamos a taparles este [por un paredón que está frente al que ellos pintaban], que dice Los Búhos’. Ahí vinieron tres camionetas y bajaron como 30. Nos pegaron con palos. Mi hermano y uno de mis hijos estaban arrodillados y el chabón tiraba tiros contra el piso. Corrí a la camioneta de mi hermano, me querían sacar y rompieron los vidrios. Antes habían pasado patrulleros, ¿No van a escuchar tantos tiros?”, se pregunta la mujer, acompañada por Florencia Generoso, referente del Movimiento Evita en La Matanza. La fiscal Mariana Sogio investiga los hechos y los militantes del Movimiento Evita tienen a Juan Grabois como abogado defensor.
Los Búhos ostentan una presencia primordial, pero en las paredes matanceras aparecen también otras firmas de grupos que pintan leyendas en las que destacan a los referentes locales, Espinoza y Verónica Magario, pero también a Cristina Kirchner. Hay pintadas puramente políticas y otras en las que se mezcla la política con el aliento a la selección de fútbol por el Mundial.
Los Fantasmas; La JP de Angelito; Los Bola 8, o Catán Sur son algunas de las firmas que conviven con Los Búhos. Las pintadas ajenas al PJ son menos. Llegando a zonas de la avenida Rosas cercanas a González Catán y Laferrere, se observan algunas paredes sin firma en las que se lee “Vamos Argentina. Lalo Creus intendente 2023″. Junto a Alejandro Finocchiaro y Héctor “Toty” Flores, el concejal Eduardo “Lalo” Creus es una de las apuestas de Juntos por el Cambio en La Matanza.
Un avezado dirigente local sostiene que “se arregla entre las agrupaciones antes de salir a pintar”. Otra fuente opina que “lo de la pintada fue algo normal en la política local, con una sobreactuación de Pérsico”.
Además de Cubría, Asencio y Ramírez son otros dos precandidatos posibles en La Matanza. El primero renunció al Ministerio de Desarrollo Social con críticas a la ministra Victoria Tolosa Paz; la segunda, milita en el espacio de la ministra. El exfuncionario nacional juega enrolado en las filas de Sergio Massa, pero prevé competir aunque el ministro de Economía no arme listas propias en 2023. Según Hugo Dell’Oglio, que integra la conducción de Aleara (el gremio de trabajadores de juegos de azar) y el espacio de Ramírez, la exdiputada provincial “va a jugar”. En 2021, Ramírez intentó competir contra Espinoza, pero le bajaron la lista.
En zonas dominadas por Los Búhos, nadie tiene registro de su trabajo nocturno, ni muestra sorpresa por la violencia. Diego, empleado de seguridad del frigorífico Carlos Casares, ubicado en la esquina de los hechos denunciados por el Movimiento Evita, asegura que nunca observó problemas con las pintadas. Agrega que “no se ve nada en las imágenes de las cámaras de seguridad del frigorífico” registradas ese día. Enfrente, en un precario puesto sobre la vereda en el que tiene una parrilla al paso y por el que paga 15.000 pesos semanales de alquiler, Roberto Ledesma no se altera, tampoco su amigo Carlos. “Es política y es normal”, dice Carlos, mate en mano. No vieron en acción nunca a Los Búhos porque cierran a las 16.
En la avenida Casares, hacia la Ruta 3, todos los paredones son de Los Búhos. Omar trabaja en esa esquina, en una agencia de autos, y dice a LA NACION que nunca los vio porque, cuando abren, ya pintaron la pared de la agencia por la noche, y que no ha visto problemas de violencia. “Vamos Argentina” es la leyenda mundialista que pintaron Los Búhos en ese paredón. Tampoco los vio un diariero consultado por la nacion en el barrio Santos Vega, sobre la Ruta 3, a pesar de que abre el puesto a las 6 y tiene a 50 metros una pared con la rúbrica del grupo que reza “Todos con Cristina”.
Los aprietes y amenazas tampoco sorprenden a Natalia Hernández, concejala del FIT-PTS en La Matanza. “No nos extrañan los métodos patoteriles que se denunciaron. Sufrimos maltrato y hostigamiento por las pintadas y volanteadas. Y estos métodos para callar los vi, desde la pandemia, contra quienes pelean por vivienda en el barrio Nueva Unión, de Rafael Castillo, que sufrieron más de 20 desalojos ilegales y patotas; en el barrio 23 de agosto, en Kilómetro 32, donde encontraron las balas y no se esclarecieron los hechos, y en la quema de un comedor en el barrio 1º de Noviembre, de Ciudad Evita”, resume, en diálogo con LA NACION.
Recientemente, hubo un episodio de violencia contra militantes de Somos Barrios de Pie que realizaban pintadas, también en Rafael Castillo. En 2019, en Lomas del Mirador, fue atacada una cuadrilla que pintaba consignas de campaña de Juntos por el Cambio. “Entrás a Matanza y te vienen a apretar los de Espinoza. Los Búhos están siempre enfierrados”, asegura una fuente al tanto del hecho de 2019.
Un operativo de pintadas en paredones puede costar alrededor de 200 mil pesos. En ese número coinciden fuentes del PJ, de Juntos y una persona que se dedica a esa tarea, que explica: “Por 200 mil pesos por semana, salimos tres o cuatro veces por día. Instalamos al candidato y hacemos mantenimiento de los paredones [vuelven a pintar si otro grupo se los tapa]”.
Un trabajo menos garantizado puede rondar los 30 mil pesos, con cuadrillas más chicas que no se preocupan por mantener las paredes, señala una fuente que conoce la pelea por las paredes matanceras y que dice que entre los grupos más organizados y los de militantes comunes hay una diferencia de “productividad” en cuanto a la cantidad de paredones que pueden hacer en una noche. “La pegatina de afiches sale entre 120 y 150 mil pesos”, calcula un dirigente que trajina la política distrital, al cotizar otro clásico de las campañas electorales.
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