La insólita “banda terrorista” de un peluquero, un jugador de pingpong y un supuesto mercenario de la Legión Extranjera
Patricia Bullrich anunció que habían desbaratado una posible célula que prepararía un atentado y aludió a pruebas que no coinciden con el expediente; el extraño inicio del caso
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Gustavo Pardo atiende detrás del mostrador del Gran Hotel España, en un edificio de 90 años que conoció épocas de mayor esplendor, a metros de la Avenida de Mayo. Lleva dos décadas como encargado y conserje, trabajo que heredó de su padre, descolgando y colgando llaves de habitaciones en un gran mueble de madera que tiene a sus espaldas. “Te imaginarás que vi pasar de todo... cantidad de pasajeros extraños”, dice a LA NACION. Pero hubo un huésped que sin haber pisado siquiera el hotel, le llamó la atención. Tanto que lo motivó a hacer una llamada.
Esa llamada es el origen de una historia de novela que incluye a un supuesto mercenario retirado de la Legión Extranjera Francesa, un jugador de pingpong sirio-colombiano y un peluquero, hoy enredados en una causa de presunto terrorismo internacional y los tres, presos. Según Patricia Bullrich, hay serias sospechas de que tramaban un atentado contra un objetivo vinculado a Israel y esperaban un paquete con explosivos desde Yemen. En la Justicia no descartan que sea todo una fábula, pero siguen adelante. “Vamos a esperar, a ver si sale algo de los cruces de llamadas”, dijo un funcionario que trabaja en el caso.
Pardo cuenta que cuando le llegó al WhatsApp del hotel la reserva de un colombiano nacido en Siria pensó de inmediato que, con esa doble nacionalidad, era un personaje que sin dudas le iba a interesar a su amigo El Rubio, un catamarqueño que dice ser periodista free lance, pero que cuenta que también “prestó servicios” a agencias de “inteligencia y seguridad” de distintos países del mundo y exhibe con orgullo cómo medios españoles lo presentaron como el “mercenario madrileño” que mientras era empleado de una empresa española en Camerún “liberó a 55 niñas de las garras de los terroristas de Boko Haram”. Él dice que incluso trabajó para la Legión Extranjera Francesa.
“El Rubio” paró dos meses en el Gran Hotel España y se hizo amigo de Pardo, que además de encargado de hotel -cuenta- es periodista. “Un tipo super respetuoso, leal con su gente. Me contó sus historias en el desierto. Nos íbamos a tomar un café a la esquina, charlábamos”, dice Pardo de El Rubio, de 54 años. Pardo relata que no lo podía creer cuando vio en televisión que los habían detenido, al Rubio y a Chasan Naem Chatay, el sirio-colombiano del que él le había hablado.
Entre medio sí supo, dos semanas después de esa charla con su exhuésped, que la Policía Federal Argentina estaba detrás de Chasan. Un grupo de agentes se presentaron en el hotel el 29 de diciembre. “Hicieron todo un operativo para agarrarlo acá al supuesto terrorista. Vino la Policía a montar todo el cableado. Finalmente no llegó, lo agarraron cuando aterrizó en Ezeiza”, relata Pardo.
En cuanto al Rubio, lo habrían detenido porque dijo ser un agente inorgánico de la embajada de los Estados Unidos cuando se presentó ante la Policía a contar la historia del supuesto terrorista. Según la causa, esa relación con Estados Unidos no existe.
El viajero sirio-colombiano tiene doble nacionalidad, el 1° de enero cumplió 68 años y dice ser entrenador de tenis de mesa -cuenta que incluso compitió en certámenes internacionales, uno de ellos, un campeonato sudamericano en la Argentina-. Vivió parte de su vida en Venezuela y también tendría un pasaporte de ese país. Declaró ante la Justicia que su plan era radicarse en Buenos Aires y abrir un club de tenis de mesa. Según publicó El Tiempo, de Colombia, es dueño de un local de venta de perfumes en una galería de Bogotá (“Comercializadora Chatay”) y sus vecinos solían verlo llegar en bicicleta a abrir el negocio.
El tercer detenido es un peluquero que trabajaba a dos cuadras del Gran Hotel España, en Rivadavia 919, en la peluquería Rubi. Todo a pocas cuadras de la Embajada de Israel, lo que fomentó la hipótesis del supuesto acto terrorista en ciernes. El peluquero, Ramón Alberto Domínguez, también conocía al Rubio porque le cortaba el pelo, según dijeron los dos y ratificó la dueña de la peluquería. El Rubio es quien lo introdujo en la trama. De acuerdo con su propio relato, unió un supuesto paquete que iban a mandarle al peluquero con la reserva del colombiano-sirio en el hotel y le dijo al Departamento de Investigaciones Especiales de la PFA que el paquete sería “una encomienda proveniente de Yemen”. Con esa denuncia más un anónimo y una llamada a la Embajada de Israel de un gendarme -que dijo tener información recibida de Colombia- empieza la causa.
El peluquero jura que nada tiene que ver con la planificación de un atentado, que no conoce a Chasan y que el supuesto paquete nunca existió: fue la promesa de alguien que quiso hacerle una estafa virtual. Él mismo lo había denunciado en la Justicia el 1° de noviembre, casi dos meses antes de la entrada al país del sirio-colombiano.
El Ministerio de Seguridad hizo público el caso y Bullrich habló del tema el 2 de enero. Dijo que tres personas que venían del extranjero habían sido detenidas, que las tres llegaban a la Argentina “en distintos vuelos”, que tenían “identidades cruzadas, pasaportes cruzados”, que “estaban a la espera de un paquete que venía vía los sistemas de delivery vía Yemen”, y afirmó: “El paquete está bajo investigación”.
Sus dichos no coinciden con lo que figura en la causa, según supo LA NACION de distintos funcionarios con acceso al caso. Fuentes de los tribunales dijeron que tampoco hay constancias en expediente de la “información de inteligencia” brindada por “elementos de Estados Unidos y de Israel” que -según Bullrich- habría reforzado las sospechas de que se estaba tramando un atentado. LA NACION se comunicó con el Ministerio de Seguridad para consultar por este caso, pero no obtuvo respuesta.
🗣️ “Estaban a la espera de un paquete de Yemen”
— La Nación Más (@lanacionmas) January 3, 2024
La ministra de Seguridad Patricia Bullrich se refirió a la detención de los tres posibles terroristas y aseguró que “están vinculados” a pesar de haber llegado en diferentes vuelos.
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La existencia de la supuesta encomienda nunca se acreditó, advirtió en el expediente el fiscal Franco Picardi, que la semana pasada dictaminó en favor de la liberación de Domínguez, que sigue preso. El fiscal sostuvo que el relato de Domínguez coincide con todas las pruebas que aportó, que dan cuenta de que quisieron estafarlo haciéndole creer que le mandarían un regalo y pidiéndole dinero para liberar el supuesto envío.
Domínguez relató que hace unos cuatro meses se contactó por Facebook con una mujer con la que empezó a chatear y a conocerse; que ella le dijo que era norteamericana y que quería visitar la Argentina; que le anunció que le enviaría un regalo y, para eso, le pidió su dirección. Como Domínguez vive con su hija, le pareció mejor darle la de la peluquería. Pero él cuenta que poco después lo llamó un hombre -una madrugada, a eso de las 4- y le dijo que él tenía el envío, pero que para sacarlo del aeropuerto eran necesarios 900 dólares y le pidió que los pagara. Contó que él se negó y que le insistieron, que después lo llamó una mujer diciéndole que él había dicho que lo iba a recibir, que tenían su dirección. Domínguez declaró que bloqueó el contacto y, por recomendación de un cliente abogado, hizo la denuncia.
La historia del paquete llega a la Justicia porque El Rubio fue a la peluquería de Rivadavia entre Suipacha y Carlos Pellegrini (vive a la vuelta) y preguntó qué era de la vida de Domínguez, su peluquero. Fue entonces cuando la dueña de la peluquería le contó lo que le había pasado y le mostró el WhatsApp con la documentación que le habían mandado para retirar el supuesto paquete, que decía provenir de “Yemen” y pesar 35 kilos. Según la declaración de El Rubio, le resultó curioso el dato del envío sumado a la llegada al país de un hombre nacido en Siria porque eran dos países con problemas con Israel. Siempre según su relato, se lo contó entonces a un policía conocido y éste a un gendarme (una hipótesis es que sea el mismo que llevó el caso a la Embajada de Israel), a ver si podían rastrear el paquete. El Rubio, además, dijo que envió un mail al Mossad y que trató, sin éxito, de contactar a la AMIA.
El gendarme que se comunicó con la Embajada de Israel aludió también a Chassan y al Gran Hotel España. Dijo entonces que su fuente era un policía de Colombia. Preguntado después en los tribunales, el gendarme nunca reveló quién era ese supuesto policía, informaron fuentes del caso. En Interpol no hay constancias de que Colombia o algún otro país esté tras Chassan. De acuerdo con el expediente, el gendarme habló de otros dos hombres que supuestamente ingresarían al país -uno de ellos, libanés-, pero solo se corroboró la llegada del sirio-colombiano.
Rubi, dueña de la peluquería que lleva su nombre, no puede creer el lío en el que se vio envuelta. Allanaron su local y, para entrar, la Policía rompió la cerradura. En un primer momento solo le informaron que era por una denuncia (“Yo creí que era alguien que se quejaba de que le había cortado mal, imagínate.... y me pareció raro porque las clientas siempre se van contentas”, dijo). Ella ratificó en la Justicia que le había contado al Rubio del supuesto envío que esperaba Domínguez, que le había pedido a ella si podía recibirlo en el local. Según Rubi, solo le llamó la atención del episodio del paquete que Domínguez le hubiera dicho que si preguntaban por él, ella negara conocerlo.
En la Justicia esperan el resultado de las pruebas ordenadas para determinar si esta supuesta célula terrorista es solo un malentendido o el caso debe seguir adelante. Pesa sobre los tres detenidos una gigantesca imputación: están acusados de “integrar una asociación criminal trasnacional de existencia ininterrumpida en el tiempo que se dedica a la organización y perpetración de atentado terroristas” que “registraría actividades en distintos países de la región, en particular, Colombia, desde donde habría organizado la perpetración de un ataque -presumiblemente, con explosivos- a un inmueble localizado en el ámbito de esta ciudad vinculado a la colectividad judía”.
La semana pasada, la causa pasó del juzgado a cargo de María Servini de Cubría y la fiscalía de Picardi, al juzgado de María Eugenia Capuchetti y la fiscalía de Ramiro González. El miércoles 10 declararon el encargado del hotel y la dueña de la peluquería. La semana próxima deberán definirse las situaciones procesales de los tres acusados. Se resolverá si son procesados, sobreseídos o se les dicta una falta de mérito. La defensoría oficial que los representa -cuyo titular es Juan Martín Hermida, reemplazado estos días por Hernán Silva- apostaba a que el peluquero, que pidió ser excarcelado cuando declaró en indagatoria, fuera liberado. Tenía un dictamen favorable de la fiscalía, pero este jueves la Cámara Federal decidió que siguiera detenido.
El fundamento central de los camaristas Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi para dejarlo preso fue la gravedad de la acusación que pesa en su contra. También aludió la Cámara a la declaración de Rubi, la dueña de la peluquería, sobre que Domínguez le pidió que no hablara del paquete que le iban a mandar y le dijo que si alguien le preguntaba por el tema, “se hiciera la desentendida” y negara todo. Pero lo principal fue lo que la propia Justicia presume que podría estar tramando. “Debe tenerse en cuenta que la hipótesis denunciada es que la organización bajo investigación tendría vínculos con grupos que operan en el exterior del país, factor que no puede tornarse inocuo, ya que podrían proporcionarle al imputado los medios para una eventual fuga”, dijeron los camaristas.
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