La inflación en ropa y alimentos empuja a los compradores a las ferias del conurbano
Los alimentos y la vestimenta son los productos más solicitados en las ferias del AMBA, donde observan un aumento de movimiento como reflejo de la situación económica y social actual
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La asistencia a las ferias del conurbano para la compra diaria de alimentos, ropa y artículos del hogar se incrementó durante el verano. Así lo reflejaron los testimonios que recogió LA NACION en ferias del norte y el sur del Gran Buenos Aires. La crisis económica, política y social que atraviesa el país hace mella en los compradores, que no descartan comprar productos “a una semana de vencerse”, pero un 50% más barato que el precio de venta oficial. La escalada del dólar, la pandemia, las peleas políticas y la renegociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) no asoman como urgencia cuando el objetivo inmediato es “vender para comer”.
En la feria Santa Marta, ubicada en el municipio de Lomas de Zamora, a 10 minutos de Capital Federal, la ropa y el calzado son los bienes más solicitados. “Lo que más se busca es el calzado. A los que tienen calzado en buen estado les desaparece de las manos”, explica Daniel Zárate, quien en su puesto armado al cordón de la vereda vende ropa usada y algunos juguetes. “Acá la inflación no se refleja en los productos, porque el precio que le ponemos a las cosas es para poder ganar algo en el día”, señala y agrega que si el dólar sube “no importa, porque muchos acá nunca vamos a llegar a verlo”.
La pérdida de poder adquisitivo de los salarios durante 2021 contribuyó para que las ferias improvisadas por vecinos reciban entre un 20 y 30% más de visitas en el verano, según coinciden los puesteros consultados. En diciembre, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) reflejó que en 2021 el rubro de “Prendas de vestir y calzado” fue el que más aumentó (64,6%) con respecto a la inflación anual (50,9%).
Este martes, el Indec presentará el índice de inflación de enero: se espera que repita los niveles de diciembre, cuando solo el rubro vestimenta subió un 4,3%. “Lo importante para los que vendemos es vender, y para los que compran, ahorrarse unos pesos”, sentencia Zárate, despreocupado por el anuncio que hará el Indec.
Sobre el precio, Esteban un recolector y vendedor de antigüedades y objetos tecnológicos, dice que siempre están “dispuestos a bajarlo un poco si al cliente no le alcanza”. Y por si hiciera falta, aclara: “Necesitamos vender, no especular”. Menciona que este año la venta se incrementó en relación al año pasado, pero que la metodología es la misma. “En general estamos vendiendo más que en 2021 y lo que hacemos para seguir laburando es ir a Capital y juntar lo que tiran ‘estos ricos’ que piensan que es basura y acá lo hacemos guita”, describe.
Alimentos y bebidas
Otro de los rubros que más impactó en el bolsillo de los argentinos fue el de “alimentos y bebidas no alcohólicas” con un inflación acumulada hasta diciembre de 50,3%. La posibilidad de adquirir alimentos y productos de limpieza a precios muy económicos permite a los vecinos “escapar” del aumento inflacionario y maximizar la rentabilidad de sus salarios. “No sé cómo consiguen la comida, pero yo vine a comprar el café y me costó 280 pesos, mientras que en el supermercado te sale 700 y pico el de la misma marca”, narra Beatriz, una compradora usual de la feria. “Antes iba con mi marido al mayorista, pero ya no se puede y acá te ahorrás la mitad del precio”, sentencia.
Muchos de los productos como pan de mesa, leche en cartón, galletitas o cereales se venden a una semana o días de su vencimiento. La obtención de la mercadería, según relata el vendedor Horacio Menéndez, es gracias al “trato” que tienen con las cadenas de supermercados y los almacenes de barrio.
Detalla que las cadenas les “hacen precio” para deshacerse del stock de productos próximos a vencer porque “prefieren vender más baratos esos productos que ‘nadie’ les va comprar que perder toda la inversión”. Y agrega que gracias a eso se “benefician” tanto los compradores como los vendedores, porque “cuando hay necesidad la gente compra y no se fija, aunque saben que faltan cinco días para vencerse”.
Silvina Perasso es una de las organizadoras de las ferias que se realizan todos los domingos en el club Los Andes, de San Isidro, y en el Virreyes Rugby Club, de San Fernando. La meta de ambas, afirma, va más allá de las compras con rebajas de comida, ropa o artículos para el hogar. “Es una feria no solo de compras sino de ‘diversión’ donde la gente recorre y pasa el día”, afirma.
Sin embargo, reconoce que lo que más se vende es la ropa, como sucede en Santa Marta. “La gente se viste completa, y muy barato. Con cosas de 50 pesos en adelante”, dice Silvina. Resalta que la gente tiende cada vez más a comprar lo usado. “Es notable que ahora se venden más las cosas usadas, cuando antes primaba lo nuevo”, reflexiona.
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