La inflación, el gran miedo de Javier Milei
Cerrar la brecha cambiaria para que no rebote en el nivel de los precios; el triángulo Estados Unidos-Argentina-Brasil; a la espera de un nuevo cheque del Fondo; claves políticas de la nueva SIDE; el poder del Presidente en la Justicia
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Como vemos, sistemáticamente, todos los días desde que llegó al poder Javier Milei, el Gobierno tiene un ancla política, un centro de gravedad alrededor del cual se organiza todo el poder y el proyecto del Presidente: la baja de la inflación. Todo lo demás se ordena detrás de ese objetivo, que excede lo económico. Milei supone que ese propósito va a derivar en la construcción de su triunfo político en las elecciones del año que viene. Como una gran variable que atraerá los votos.
Hay en el Gobierno quienes tienen una visión optimista del comportamiento de la inflación. Por ejemplo, un economista destacado del gobierno de Javier Milei, el vicepresidente del Banco Central Vladimir Werning mostró este lunes un interesante gráfico durante una larga presentación en Nueva York frente a inversores interesados en la peripecia económica de la Argentina. El cuadro analiza el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) que realiza el Banco Central en contraposición con el Índice de Precios al Consumidor (IPC). Werning pronosticó para el mes de julio un 3,7% de inflación. Para el mismo período, de acuerdo con el cuadro que exhibió el vicepresidente del BCRA, la inflación núcleo, que es aquella donde no hay componentes estacionales, rondaría el 3,2%. Muy baja.
Hay visiones contrapuestas. Más pesimistas. Visiones que tienen que ver con una mayor preocupación respecto del comportamiento de los precios. La consultora Econviews, que pertenece a Miguel Kiguel, llevó a cabo un relevamiento de precios en grandes supermercados del gran Buenos Aires entre abril y julio. En la primera semana de julio, hay un 1,6% de aumento del valor de los productos, mientras que en la segunda semana del mismo mes el incremento fue del 3,7%. Esto seguramente preocupa al Gobierno. ¿Y cuál es la explicación de este repunte de la inflación? Los economistas coinciden en pensar que en las góndolas de los supermercados empieza a impactar la disparada del dólar. Dicho de otra manera, la brecha cambiaria estuvo en 55% el viernes de la semana pasada. Si comparamos el precio del dólar oficial respecto del blue, esa diferencia fue del 60%. Estamos viendo el impacto que tiene esa ampliación de la brecha sobre el nivel de precios. Entre la brecha y la principal variable política que mira el Gobierno, que es el comportamiento y reducción de la inflación, hay una relación muy directa. Ese vínculo es el que explica la actuación del núcleo del oficialismo, en los últimos días. Y sobre todo desde el jueves pasado.
El Presidente de la Nación, adoptando una lógica contraria al pensamiento liberal de mercado, denunció la semana pasada que el Banco Macro estaba involucrado en un golpe de mercado. Es una idea que explica el comportamiento del mercado por la intencionalidad política de un actor, en este caso una entidad bancaria. El Presidente lo acusa de haber ejecutado 2000 millones de dólares en puts -contrato que compra un banco que le permite venderle al Banco Central (BCRA) cuando él quiera un bono del Tesoro al precio que dice el bono-. En tiempos de Sergio Massa, para que los bancos le compren bonos del Tesoro y los financien, les daban esta garantía. Si todos los bancos ejecutaran al mismo tiempo esa masa de puts, de contratos de garantías, estallaría la Argentina. Obligaría a una emisión descomunal de moneda. Este es el mayor reproche que le realiza Milei al gobierno de Massa y al Fondo Monetario Internacional (FMI) por haber permitido este tipo de garantías sobre la emisión de bonos.
El Gobierno, imprudentemente, le viene avisando a los bancos que tiene un problema con los puts, que debe resolverlo y que lo hará en contra de ellos, haciéndoles perder plata. Y un banquero y accionista del Banco Macro, Ezequiel Carballo, pensó de esta manera: “Si van a reducir mi patrimonio y no reconocer algo que es mio, ejecuto ahora todo esto, en beneficio de mis clientes, que me prestan la plata. No es plata del banco la que está cifrada en esos bonos. Es plata de los que confían en el banco y le dan sus ahorros en pesos”. Esto volvió loco al Gobierno. Ahí es donde Milei lo acusa de golpista y donde el Gobierno cae en una incoherencia importante. En todo caso, Macro y Carballo lo único que hicieron fue cumplir con la primera cláusula del Acta de Mayo, que sacraliza la propiedad privada. O en todo caso, de manera irónica se podría decir, le hizo caso a aquel presidente Milei del foro del Llao Llao que dijo que era un mérito de los empresarios que “pongan su patrimonio a salvo de las garras del Estado”. Carballo vio que las garras del BCRA iban a ir sobre los puts y dijo “me retiro”.
Hay un detalle político muy importante: el registro contable de esa operación que realizó el Banco Macro el lunes se produjo el jueves. ¿Por qué explicar la corrida del dólar que hubo el lunes y el miércoles si los que iban contra el peso o a comprar dólares todavía no sabían lo que había hecho el Banco Macro? ¿Quién le dijo a Milei que la corrida ocurría a raíz de la operación del Banco Macro, de la que se tuvo noticia cuando la corrida ya había ocurrido? ¿Quién le hizo cometer el error de acusar al banco de golpista cuando es imposible vincular una cosa con la otra? ¿Alguien le miente al Presidente? ¿Alguien nervioso porque las cosas no salen como tendrían que salir lo engaña o le da información cambiada? Es una pregunta que se hace el mercado desde la semana pasada.
A partir de ese momento, la brecha se agigantó todavía más. Y el Gobierno empezó a tomar medidas el fin de semana. Hay varias peculiaridades de la forma en que el Gobierno comunica sus decisiones económicas. Tal vez habría que hacerle esta pregunta a Santiago Caputo, el mago del Kremlin y encargado de la imagen de toda la operación pública, y no a Luis Caputo. Da la imagen de un grupo humano desesperado, deshilvanado, que no logra coordinar sus movimientos, haciendo anuncios un fin de semana en una secuencia que no se termina de explicar del todo. El primer anuncio lo hace el Presidente. Después sigue el ministro Luis Caputo y termina el secretario Pablo Quirno con una explicación de lo que ocurrirá con el pago de bonos. El anuncio del fin de semana, que es raro que lo hagan a través de redes sociales y en forma secuencial, es nada menos que sobre el programa monetario y cambiario, el gran interrogante que se plantean hoy todos los agentes económicos respecto del rumbo del Gobierno. Otro detalle. El programa monetario y cambiario es una atribución del Banco Central. Pero Santiago Bausili, su presidente, no aparece. Es como si lo ningunearan. Una pena. Es un muy buen funcionario desde muchos puntos de vista. Debería ser, en un mundo ideal, la única voz en estos temas si uno piensa en un Banco Central con autonomía.
¿Cuál es la novedad que produce el Presidente y después explica mejor Luis Caputo? El Banco Central emite pesos para comprar dólares a los exportadores. Esos pesos van al mercado, aumentan la base monetaria y potencialmente generan inflación. El Gobierno los va a absorber. Esos dólares que les compra a los exportadores los va a ofrecer en el mercado del Contado con Liquidación (CCL) y, de esa manera, reabsorbe los pesos que emitió. Esto se presenta, desde el punto de vista ultramonetarista del Presidente, como un mérito, ya que se estaría eliminando una fuente de emisión monetaria. Quienes miran esto desde un punto de vista más pragmático dicen: “A vos no te interesa tanto eliminar una fuente de emisión monetaria. Lo que te interesa es ofrecer dólares en el mercado del CCL para bajar la brecha que tanto te inquieta porque pega sobre las góndolas”.
El Gobierno hizo este anuncio, que generó otras inquietudes, y tuvo éxito. Este lunes, después de que se conociera esta nueva estrategia, el Contado con Liquidación cayó un 7,8%. Y la brecha que estaba entre el oficial y el CCL en 55% hoy estuvo en 39,59%. Lograron reducir la brecha cambiaria, principal preocupación del Gobierno porque de esa brecha deriva un nuevo proceso inflacionario que amenaza el capital político de Milei. Eso sí. Muchos agentes económicos, y más los que tienen bonos en dólares, piensan: “Pero los dólares que recibís y antes te guardabas, ahora los vendes. Entonces no vas a tener el nivel de reservas que habías prometido. Y si no tenés el nivel de reservas que habías prometido y por consiguiente no tenes la cantidad de dólares que tenías que tener, ¿me vas a pagar los bonos?”. No. Los bonos se han vuelto más riesgosos. Eso es la suba del riesgo país, que subió ayer a 1555 puntos, 44 más que los que registraba el viernes pasado. Para calmar ese temor, Quirno tuvo que salir el domingo a aclarar que ya compraron los dólares necesarios para pagar intereses de los bonos en enero. Se ve que no pensaron con detenimiento la forma en que serían receptadas las novedades que ellos mismos estaban produciendo.
Caputo está contento con estas novedades porque él piensa en la brecha. Y por eso que emitió el siguiente posteo: “El CCL bajó casi 10% y el Central compró 36 millones. Pero para algunos medios la noticia hoy es que subió 3 por ciento el riesgo país”.
Hay otra noticia. ¿Qué anuncia el Gobierno? “Vamos a retirar pesos”. Y hay otro anuncio implícito: “No vamos a salir del cepo”. Por lo tanto, es muy probable que la economía siga en una recesión o la profundice. Eso pega en la cotización de las compañías. Por eso hubo una caída del 10 por ciento del Merval.
Todo este problema, que tiene que ver con estrategias de urgencia para bajar la brecha cambiaria, nos lleva a dos preguntas de fondo que se hacen muchos economistas. La primera, si las reservas no crecen lo que tienen que crecer y el BCRA no acumula las reservas que tenía que acumular, ¿la volatilidad cambiaria se puede reducir? No la podemos contestar. Habrá que ver en las próximas semanas si no hay ninguna vinculación entre menor acumulación de reservas y brecha cambiaria. La otra, es una pregunta más general, interesante, que se plantean muchos profesionales respecto a todo lo que está pasando con este programa.
El Gobierno, con mucho énfasis y pasión, apostó a reducir la inflación lo antes posible y se vanagloria de ese gráfico que mostraba Werning en Nueva York. Todos los economistas creían que iba a verificarse la línea gris de una caída paulatina de la inflación, y desde el Ejecutivo dicen: “Miren lo que logramos nosotros, mucho más”. Este es el milagro Milei, pasar de 25,5% en diciembre a 4,6% en junio y un presunto 3,7% de inflación mensual en julio, según Werning. Entonces, la pregunta es: ¿esto se puede hacer aunque las condiciones generales de la economía todavía no estén arregladas? ¿Se puede bajar la inflación y después ocuparse del tema de las reservas y después preocuparse del tema cambiario y monetario? ¿O, si no tengo todo eso medianamente resuelto, la inflación vuelve y la caída fue inconsistente? Esta es una pregunta conceptual. El Gobierno está corriendo, tratando de ponerse delante de sí mismo en la carrera y de ir tocando clavijas, palancas, para que este proceso desinflacionario se mantenga, a pesar de que tiene muchas inconsistencias de fondo.
Si el Gobierno ofrece dólares en el mercado de contado con liquidación (CCL), y la brecha se achica y los dólares libres empiezan a parecerse al precio del oficial, en la medida en que estos dos precios se parezcan o incluso empiecen a ser el mismo, ¿no es el momento de salir del cepo? ¿No es el momento de salir del cepo sin miedo a un salto inflacionario? Esta pregunta se la hace Martín Guzmán, el primer ministro de Economía del gobierno anterior. ¿No estamos viendo que es una recta sinuosa, por decirlo irónicamente, hacia la dolarización, que es lo que el Presidente quiere? ¿No está cumpliendo Milei con el discurso que dio en la Fundación Libertad cuando dijo “reducir drásticamente la cantidad de pesos, fijarla, no emitir nunca más”? Y dolarizar. Liberando todas las trabas que tiene la economía argentina para operar con dólares.
Es una idea que muy temprana en el pensamiento de Milei, pero también está muy temprano en el pensamiento de Luis Caputo y de Santiago Bausili. En un informe especial de Anker Latinoamérica, la consultora de Caputo y Bausili, en mayo de 2023, se preguntaron si era viable la dolarización. Para esa época, Luis Caputo estaba lejísimos de estar con Milei. Trabajaba para Horacio Rodríguez Larreta, lo que no quiere decir que este informe fuera inspirador de ideas de Larreta. Probablemente el exjefe de Gobierno porteño, en ese momento, ya estaba mucho más cerca de Hernán Lacunza, quien iba a ser su ministro de Economía, eventualmente, si llegaba a la Presidencia. Pero lo interesante es que Caputo y Bausili se preguntan si es posible dolarizar. Y dicen que sí. Dicen que la dolarización sería mucho más saludable o que “tiene menos posibilidades de fracasar” que ir a un mercado de flotación libre, con metas de inflación y tasas de interés altas. Que, dicho sea de paso, es lo que se está registrando en el último staff report del FMI. No se parece en nada con lo que están haciendo. Es un staff report que recoge la propia opinión del Gobierno, no es un invento del Fondo. Hay entonces una disidencia entre el Gobierno y lo que el Gobierno había acordado con el Fondo. Esto significa que desde el 24 de mayo de 2023, Caputo está pensando en la dolarización, mucho más de lo que en general se sabía.
Como sabemos, la divergencia con el Fondo generó un conflicto. Un problema explícito entre el Presidente y Rodrigo Valdés, que es el director para el Hemisferio Occidental del FMI, el encargado directo del programa argentino. Hay un malestar con el Fondo. Este lunes, Gita Gopinath, que es la segunda del organismo, la vicedirectora que está debajo de Kristalina Georgieva, emitió una publicación sobre la victoria de la selección argentina en la Copa América, tratando de congraciarse con una Argentina que está hoy lejos del Fondo.
Todo este problema que tiene que ver con cómo el Gobierno estabiliza en serio la economía y, sobre todo, cómo el Gobierno despeja la incógnita monetaria y cambiaria, sin la cual es muy difícil pensar en una recuperación de la actividad económica, tiene un puente con la geopolítica. El sábado pasó algo que toca directamente a Milei: el atentado contra Donald Trump. Para la opinión pública en general y para los expertos en particular, este atentado ya casi lo convierte a Trump en el próximo presidente de Estados Unidos. Este lunes, Trump designó a su vice, J.D. Vance. Es un senador por Ohio converso, lo que se llamaba un “nevertrumper”, o sea alguien que nunca iba a ser trumpista y que dijo en su momento que Trump podía ser un Hitler para los Estados Unidos. Bueno, ese senador muy joven, que no tiene ni 40 años, y que se dedica al mundo de las finanzas y los negocios, también escritor, es el candidato a vicepresidente del que parece va a ser el próximo mandatario estadounidense.
Esto es importante para Milei porque, si gana Trump, probablemente el Presidente termine siendo casi el único amigo que tiene en América Latina, salvo que el domingo 28 termine ganando Edmundo González Urrutia en Venezuela. La oposición venezolana está más cerca que nunca de ganarle a Nicolás Maduro, pero Venezuela vive una crisis eterna, y es una incógnita gigantesca. Si se reelige el chavismo, quedan gobiernos reacios a Trump en México, Colombia, Venezuela y, sobre todo, en Brasil, con Lula da Silva. Ahí es donde hay que mirar un triángulo: la buena relación de Milei con Trump y la mala relación de Milei con Lula.
Hubo una noticia en las últimas horas que hay que interpretarla bien, porque la Cancillería brasileña convocó al embajador en Buenos Aires, Julio Bitelli, a lo que se llama un “llamado en consulta”. Técnicamente, para la escala de manifestación de enojo de un país hacia otro, es el gesto anterior al retiro de embajadores. Esto es lo que se interpretó de este movimiento. En cambio, desde la Cancillería de Brasil explicaron que se trata de un llamado en consulta de otra naturaleza y que lo que lo distingue de uno habitual es que Bitelli tiene fecha de regreso. No es que lo llaman y que de ahí derive una ruptura de relaciones. Bitelli estaría de vuelta en Buenos Aires el miércoles de la semana que viene. Su presencia en Brasilia sería solo por la asistencia a una reunión donde su gobierno va a mirar todos los aspectos de la relación con la Argentina, que está tensa.
Algunos brasileños opositores a Lula dicen que él se está equivocando porque, con la agresividad que le está aplicando a Milei, lo está echando todavía más en brazos de Trump, si es que gana Trump. Y eso, dicen, es un problema para Brasil, porque para el rol de Brasil y su peso en el mundo, representar la región y tener una buena relación con la Argentina es estratégico. Entonces, se forma un triángulo: Estados Unidos-Argentina-Brasil, que es muy interesante y habrá que seguir de acá hasta fin de año.
El Gobierno calcula que con un Trump en la Casa Blanca llega el cheque y que con eso se fortalecerían las reservas y se empezaría a hacer todo más fácil, para la liberación del cepo y la normalización económica. Otro crédito similar al que estuvo involucrado Caputo cuando negociaba el gobierno de Macri con Estados Unidos, mientras también estaba Trump. Es una especie de repetición.
Mientras tanto, el Gobierno, alrededor de todo el problema económico, se sigue rediseñando. Sigue aplicándole otra geometría al esquema de poder. El lunes por la noche salió la información de la Casa de Gobierno oficial, en donde se crea una nueva Secretaría de Inteligencia. En cualquier país sería una noticia relativamente secundaria, pero en la Argentina es una noticia central porque todos sabemos el peso malsano que han tenido en los últimos 20 y 30 años los servicios de inteligencia sobre la política. Sobre la vida política y la relación entre justicia y sociedad, y poder político y justicia. Estamos hablando de un núcleo muy duro que italianos como Norberto Bobbio, llaman el sottogoverno. Lo que está por debajo del Gobierno, los sótanos de la democracia. Muchas cosas no se explican sin entender lo que pasa con los servicios de inteligencia. Entre otras, la impunidad en el dolorosísimo atentado contra la AMIA, del que el próximo jueves se cumplen 30 años. Tampoco la muerte del fiscal Alberto Nisman se explica si uno no pone el ojo en los servicios de inteligencia.
El Gobierno pretende decir que ponen un punto y aparte para empezar de nuevo, e incluso le ponen a la AFI otro nombre y la vuelven a llamar SIDE. Además, crearon una agencia de inteligencia que tiene un Servicio de Inteligencia Argentino (SIA); una Agencia de Seguridad Nacional (ASN), en donde se incluye la palabra “seguridad”, algo que detectan como demanda social en las encuestas; también crean algo que no existía como será la Agencia Federal de Ciberseguridad (AFC), destinada a prevenir ataques a los archivos del Estado y en general de toda la sociedad. Habrá que ver si se usa para otras cosas también, porque para aquellos que diseñan campañas electorales, como por ejemplo Santiago Caputo, es fascinante acumular tecnología para poder auscultar qué está pasando en el electorado, sobre todo a nivel de redes. Y otra novedad: se crea una División de Asuntos Internos (DAI), que le va a permitir, en un caso hipotético e ideal, algunos pueden decir utópico, a los agentes de inteligencia, sin pedir permiso de sus superiores, como era obligatorio hasta ahora, denunciar que han recibido órdenes ilegales. Hasta el momento, si un agente de inteligencia recibía una orden ilegal, como pinchar el teléfono a alguien, tenía la posibilidad de pedir permiso a sus superiores para denunciar que había recibido esa orden (difícilmente el superior que le había dado la orden le iba a dar el permiso) e ir a la Comisión Bicameral del Congreso, de seguimiento de los organismos de inteligencia. Nunca hubo una denuncia. Ahora parecería que eso se estimula un poco más.
¿Cuáles son las novedades políticas de este nuevo esquema? Habrá un jefe en cada uno de los cuatro organismos de la nueva SIDE. Serían de la misma categoría y peso interno. Esto quiere decir que lo que pretende el Gobierno es que no haya un caudillo espía. Un Stiuso. Un espía que maneje durante mucho tiempo todos los mecanismos de esa casa ante la contemplación un poco paralizada del poder político. La pretensión de Milei con este esquema -y la cabeza de Santiago Caputo está detrás de esto- es que el poder lo tenga el director de esta agencia que es Sergio Neiffert, alguien puesto Santiago Caputo.
Hay una novedad muy importante y es que Neiffert, que va a estar al frente de todo el aparato, va a ser el único administrador de los fondos reservados, no solamente de la SIDE el aparato de Defensa, de las Fuerzas Armadas, y también de los fondos reservados de las fuerzas de Seguridad. Vamos a ver cómo le cae a Patricia Bullrich esta novedad. Son niveles de autonomía que todavía se están discutiendo. Neiffert, a nivel de sottogoverno, va a ser un hombre poderosísimo. Más poderoso es todavía Santiago Caputo. En este asesor se está acumulando una masa de poder muy importante como pocas veces se vio en un solo funcionario en la administración pública argentina a lo largo de su historia, con la peculiaridad de que Caputo ni siquiera es funcionario. Es un asesor contratado por la Secretaría General, o sea, por Karina Milei. Es raro este esquema, pero tiene un poder enorme. Merecería ser analizado en todas sus ramificación.
Este tema es importantísimo. Un ejemplo claro se puede poner con la ciudad de Rosario. Se podría decir que se trata de una especie de reducción a escala de un sistema muy complicado de avance del crimen organizado, estructuras mafiosas, avance del narcotráfico, que no puede existir sin la complacencia del Estado. No es que el Estado se retira y avanzan mafias privadas, sino que el Estado necesariamente es cómplice y es socio de esas mafias que avanzan. El Estado es la Policía, la Justicia y la AFI.
Hay una investigación que sigue la Procuración dedicada al narcotráfico federal, junto con los fiscales federales de Rosario. Investigan una mafia de policías ligadas a los Monos, expolicías, al frente de la cual hay un prófugo que se llama Juan José Raffo. Descubrieron que el jefe de la AFI, de los servicios de inteligencia de Rosario, le pasaba información a esta mafia para que pudiera ponerse a salvo de las investigaciones judiciales. Ese jefe de la AFI de Rosario, que viene de la administración anterior y siguió en esta, fue detenido el 14 de mayo y excarcelado la semana pasada. Excarcelado antes de que lo procesen. Lo excarceló el juez Marcelo Bailaque, que se hizo famoso porque tiene como contador a Gabriel Mizzau, que también era el contador de Lindor Alvarado, el principal narco de Rosario acusado de proveer información a quienes tenían que ser perseguidos por la AFI terminan siendo beneficiarios de una excarcelación antes del procesamiento, otorgada por un juez que comparte el contador con el principal narco al que tiene que investigar. Esto es Rosario. Es de desear que la Argentina no camine en esta dirección. Donde es importante el papel de un servicio de inteligencia y cualquier organismo de seguridad.
El Gobierno de Milei, por otras razones, tiene potencialmente un poder enorme sobre la Justicia. Por demoras, abstenciones, distracciones y revisión de candidaturas, hay 143 ternas de cargos judiciales que deben ser resueltos por el Poder Ejecutivo. ¿Por quién? ¿Por Mariano Cúneo Libarona, el ministro de Justicia? No. Cúneo Libarona, por los problemas de antecedentes que tiene, está pintado en la cartera de Justicia. El ministerio lo maneja Sebastián Amerio, subordinado a Santiago Caputo. De todas las vacantes que hay en la Justicia hoy, la mitad están sobre el escritorio de Amerio. Además, está vacante la Procuración General de la Nación, quien funciona como jefe de los fiscales. En un sistema como el acusatorio que le quita peso al juez y le asigna la función principal al fiscal, el Procurador General de la Nación se convierte en un jefe de la SIDE por cuatro. Lo tiene que designar también el Gobierno, a través de la obtención de dos tercios de los votos en el Senado. Hay varios candidatos. El más aventajado es un camarista de Casación, Mariano Bornisky.
En todo este contexto aparecen de nuevo las candidaturas de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla. Tanto Santiago Caputo como Sebastian Amerio, por lo menos hasta la semana pasada, le decían a los senadores “o son los dos o no es ninguno”. Casi que es decir que no es ninguno. Es muy difícil que el doctor García-Mansilla logre dos tercios de los presentes en el Senado. Los amigos de Lijo, sobre todo Ricardo Lorenzetti, dicen: “Podrían modificar esa regla. Sacar a García-Mansilla y poner a una mujer”. Preferentemente Mariana Catalano, una camarista de Salta y muy ligada a Lorenzetti. En el Gobierno no compran esa idea.
Lijo se complica un poco. Y se complica delante del kirchnerismo por un problema que a muchos en el mismo los tiene un tanto mortificados e irritados. El 4 de abril hubo una manifestación contra el Gobierno. Durante esa marcha se utilizó gas pimienta. A raíz del gas pimienta quedaron afectados dos militantes kirchneristas: Juan Marino y Lorena Pokoik. Hicieron una denuncia. Esa denuncia cayó en el juzgado de Lijo. Como suele suceder con las denuncias que a Lijo lo incomodan, quedó dormida. Hasta el día de hoy no los llamaron ni siquiera a declarar, una situación que le sirve a muchos kirchneristas para preguntarle a Cristina Kirchner: “Y vos, aun viendo esto, ¿lo vas a apoyar a Lijo?”. Sigue el gran signo de pregunta sobre la figura de Cristina respecto de qué hacer con Lijo, que se ha transformado en una especie de línea divisoria entre dos Argentinas con distintas sensibilidades respecto de la calidad institucional.
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