La incógnita: ¿es la reelección un objetivo real?
Es la gran incógnita: ¿quiere realmente la Presidenta reformar la Constitución para poder competir por un nuevo mandato? Dos de cada tres argentinos se oponen a esta iniciativa, de acuerdo con el sondeo de opinión pública realizado por Poliarquía Consultores en exclusiva para LA NACION. Se trata de una diferencia clara y muy significativa, que cruza a todos los segmentos de la sociedad. Más aún, el 40% de quienes aprueban la gestión presidencial (un 51% del total de la población) se oponen a la idea de reformar la Constitución.
Además, desde que se instaló este tema en los medios, el número de argentinos que se opone a la reforma en realidad aumentó: en los últimos ocho meses, el rechazo subió del 60 al 66% de la población. Tampoco hay mucho margen para la esperanza: sólo una porción ínfima de los entrevistados carecen de una opinión formada al respecto. Los obstáculos del kirchnerismo para eternizarse en el poder parecen mayores a lo que muchos esperaban.
¿Podrá el oficialismo desplegar estrategias comunicativas persuasivas y eficaces para modificar el actual equilibrio en el que predomina este consenso antirreformista? Dos antecedentes recientes producen serias dudas sobre la capacidad efectiva del Gobierno para influir en la opinión pública. En efecto, luego de la fallida Cumbre de Cartagena en abril pasado, se dio por terminado el intento de "remalvinizar" el entorno político local. Algo parecido ocurrió con la parcial expropiación de las acciones de YPF en manos de Repsol.
Si dos cuestiones con tanto arraigo y entidad simbólica como el petróleo y la soberanía de las islas Malvinas fueron insuficientes para modificar el humor social, ¿pasará lo contrario con un tema tan "noventista" y desacreditado como una reforma constitucional para habilitar la re-reelección? ¿Podrían acaso cambiar considerablemente las actuales tendencias si la Presidenta renunciase expresamente a permanecer en el cargo para impulsar en cambio un debate sobre otras cuestiones doctrinarias?
Estos datos generan también interrogantes sobre la posibilidad de que legisladores pertenecientes a las fuerzas de oposición, que han acompañado en varias oportunidades iniciativas clave del oficialismo, apoyen el intento reformista. Recordemos que la Constitución requiere una mayoría calificada de dos tercios de los miembros de ambas cámaras del Congreso para sancionar la necesidad de la reforma, y luego se debe convocar a una elección de constituyentes. ¿Se arriesgarían a perder aún más identidad, así como la oportunidad para diferenciarse y ganar visibilidad, en un tema que es rechazado por una mayoría tan terminante?
Teniendo en cuenta este diagnóstico, puede especularse con el hecho de que tal vez la prioridad de la Presidenta no sea conseguir en efecto su reelección, sino por el contrario mantener el control de la agenda política. Si ése fuera el caso, el objetivo ha sido, al menos hasta ahora, exitosamente logrado: hace semanas que se debate intensamente este tema, y no solamente en los círculos más informados o en los medios de comunicación. El espacio que ocupa dicho debate y las pasiones que despierta han venido desplazando otras cuestiones que constituyen las prioridades más importantes de la ciudadanía.
Así, un tercio de la población está aterrorizada por la inseguridad, a la que identifica con el principal problema personal y del país. ¿Qué logros concretos puede mostrar el kirchnerismo en esta área tan prioritaria luego de más de nueve años en el ejercicio del poder?
Otro tercio de los argentinos considera que los principales problemas son de orden económico: la preocupación por el desempleo, la inflación y los bajos salarios aumentó significativamente en el contexto de la desaceleración que ha venido experimentando la economía desde el último trimestre del año pasado. Lo que antes era uno de los pilares centrales de la popularidad presidencial se ha venido convirtiendo gradualmente en una fuente de incertidumbre y pesimismo.
En este contexto, otras cuestiones (como el escándalo Boudou-Ciccone, las crecientemente visibles deficiencias de los servicios e infraestructura pública y las polémicas por los intentos de La Cámpora en adoctrinar niños y en cooptar presos y barrabravas) contribuyeron también para generar una mezcla de incredulidad y sorpresa en amplios sectores sociales, muchos de los cuales habían apoyado al oficialismo en las elecciones presidenciales de octubre pasado.
Si el debate sobre la re-reelección constituye solamente un dique comunicacional ante este profundo cambio de expectativas, ¿cuánto tiempo podrá aguantar? ¿Qué otra estrategia podría estar considerando el oficialismo si la actual perdiera eficacia con el tiempo?
El principal riesgo de sobrevalorar los aspectos discursivos de la política (el famoso relato) consiste en suponer que el conjunto de la opinión pública comparte la misma sensibilidad y las mismas obsesiones.
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