La incógnita del voto joven: cuando la ideología es superada por la “estética de la bronca” y la fragmentación informativa
Con el desinterés y la apatía como amenazas, los especialistas en opinión pública se preguntan qué moviliza políticamente a las nuevas generaciones; el fenómeno “desideologizado” de Milei
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¿Cómo se vinculan hoy las nuevas generaciones con el universo de la política? ¿Cuál es el peso de la ideología en los imaginarios juveniles? ¿Estamos ante una reconfiguración de la manera de concebir la representación? Estos son solo algunos interrogantes que desvelan a los analistas de opinión pública y que están en el centro de los debates de cara a las próximas elecciones legislativas. Con el desinterés y la apatía como amenazas, los especialistas se preguntan cuál es la orientación de “la rebeldía”, en un contexto que combina la crisis social con fuertes cambios tecnológicos.
“Es muy difícil hablarle hoy a los pibes”, señaló el sociólogo Carlos De Angelis en diálogo con LA NACION. Como un dato bisagra, el especialista apuntó que el consenso familiar que históricamente existió alrededor del voto joven “es una tendencia que esta generación parece venir a romper”. Y resaltó que es una generación “disconforme”, que “habla distinto y se mueve distinto”, “con discursos que son muy cortitos y hasta con dificultades para argumentar”.
En ese sentido, Shila Vilker, directora de la consultora Trespuntozero, identificó en las mutaciones de las dinámicas informacionales un factor fundamental para comprender a esa franja de la juventud que votará por primera vez el próximo domingo y que nació entre 2003 y 2005. “Nosotros vemos que los pibes ya no miran la televisión ni leen el diario. Hoy, las redes sociales y el consumo fragmentario de noticias no permiten un orden de jerarquización. Y si no hay jerarquización, no hay marco interpretativo y la percepción de la vida cotidiana se vuelve un caos”, advirtió.
Todo esto configura un cuadro de situación que, según observa Vilker, tiene efectos directos en la forma de ver la política. Una de sus consecuencias es que los jóvenes colocan, en una misma escala, al influencer y al político. “A diferencia de los electorados tradicionales, que ponían al periodismo en un lugar y a la política en otro, en la actualidad se da un fenómeno de confluencia, que aunque no se juegue en el plano de la intercambiabilidad, sí se ubica a la par en términos de las autoridades y de las potencias de las voces”, explicó.
El fenómeno Milei
Tanto Vilker como De Angelis coinciden en un punto: ambos reconocen en Javier Milei la traducción política de este nuevo fenómeno. “Lo que uno nota, al analizar la franja que va de los 16 a los 24 años, es que el mundo ‘libertario’ es un ambiente de los sectores medios, en el que se puede palpar una atmósfera contagiosa, en el sentido de que todos conocen o tienen un amigo ‘libertario’”, apuntó la especialista. Uno de los últimos trabajos de la consultora de Mariel Fornoni parece confirmar esa percepción: muestra que el candidato de La Libertad Avanza cuenta con una intención de voto de 19,6% entre los menores de 35 años de la ciudad de Buenos Aires.
“Milei es una especie de punk de la política”, definió De Angelis, quien consideró que en esa simpatía juvenil a la figura del economista “lo ideológico está en un segundo plano” y lo que termina primando es “una lectura más estética de la política, que va de la mano de votar al candidato que se presente como más confrontativo”. El sociólogo utilizó ejemplos de la cultura para explicarlo: “Uno lo puede ver en el trap, en las frases cortas y cortantes de sus letras, o en las llamadas ‘riña de gallos’, donde el objetivo de los raperos es, en términos simbólicos, destruir al otro. Esa espontaneidad también es algo que tiene Milei, que se sienta en un estudio de televisión y te da la sensación de que va a estallar en cualquier momento”.
Vilker también concuerda con la “hipótesis estética” de De Angelis: “Los dirigentes libertarios están convencidos de que tienen un voto ideológico, pero testeamos en los grupos focales la idea de libertad y en los jóvenes no genera nada. Hoy su apoyo tiene más que ver con la bronca, con lo antisistema, con buscar patear el tablero, con todo eso que, de alguna manera, históricamente representó la izquierda. Es una dificultad que se les crea a futuro si pretenden seguir capitalizando políticamente”.
Para De Angelis, en tanto, que los partidos de izquierda se hayan adaptado a las reglas que impone el juego electoral generó que muchos jóvenes los comiencen a tildar “como siendo parte del sistema”. Y apuntó que la adhesión a Milei no es “política” en los términos que le gustaría a los libertarios: “Los chicos miran la oferta y encuentran que hoy lo más estéticamente parecido a ellos está en la derecha, aunque podría estar en otro lado”, aclaró el especialista. “No son jóvenes que estén esperando para incendiar el Banco Central”, precisó.
Sin embargo, son dos los talones de Aquiles que los consultores distinguen en la narrativa política de Milei hacia a las nuevas generaciones: su crítica vehemente al ambientalismo y su rechazo a todo lo que tenga que ver con el feminismo. “Lo estético encuentra límites rápidos cuando empieza a tomar forma política en, por ejemplo, la negación al cambio climático, en un contexto donde el ecologismo es uno de los pocos discursos que hoy logra conmover a la juventud”, apuntó De Angelis.
“En los actos libertarios se ve, sobre todo, presencia masculina. No ves grupos de pibas solas, y las pocas pibas que ves están en calidad de novias”, señaló, por su parte, Vilker. “En los focus hay muchas pibas que se acuerdan de la discusión de Milei con Sol Pérez, lo que lleva a que se lo etiquete como un maltratador”, concluyó.
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