La Iglesia explicó su rol en el anuncio del plan de Fernández para combatir el hambre
El titular de Cáritas le dio un respaldo institucional a la iniciativa de campaña
Con una presencia institucional, marcada por el obispo de Quilmes y presidente de Cáritas, Carlos Tissera, la Iglesia acompañó el lanzamiento del programa contra el hambre, presentado por el candidato presidencial Alberto Fernández. El compromiso con la urgencia alimentaria se completó con el acompañamiento de curas villeros porteños y otros sacerdotes que trabajan en barrios populares del conurbano.
"No fue una adhesión política, ni un respaldo de campaña. La Iglesia fue convocada como otras organizaciones que trabajan en la asistencia alimentaria", explicaron a LA NACION voceros del Episcopado, al interpretar el alcance de la presencia eclesiástica en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires.
Al margen del significado institucional, cerca del candidato del Frente de Todos valoraron la presencia del titular de Cáritas, según pudo saber LA NACION.
La iniciativa de Fernández contempla la creación de un Consejo Federal contra el Hambre, al que serán invitados representantes de distintas confesiones religiosas, universidades, sindicatos, cámaras empresariales y organizaciones sociales. "Lanzamos ahora los lineamientos generales para ponerlo en marcha a partir del 10 de diciembre. En la Argentina se quebró una línea y hay hambre y malnutrición. Hubo un aumento permanente en el costo de los alimentos y un fuerte endeudamiento familiar ", explicó a LA NACION Daniel Arroyo, vocero de Fernández en políticas sociales. Y estimó que no solo la Iglesia Católica se preocupa por el tema, sino también líderes evangélicos y de otros cultos.
Al acto de Agronomía se sumaron referentes de los curas villeros, como el padre Pepe Di Paola. Varios de ellos habían compartido un encuentro con Fernández hace tres semanas en el santuario de San Cayetano, donde conversaron sobre el hambre como "cuestión urgente y prioritaria", así como la importancia de distribuir alimentos de calidad entre los sectores más postergados.
Otro tema de esa reunión celebrada en Liniers, a la que concurrieron los curas villeros Pedro Baya Casal, Nicolás Angelotti, Lorenzo de Vedia y Basilicio Britez, junto con el obispo Gustavo Carrara, fue la integración social y urbana de las villas. Acompañaron ese día al candidato presidencial los dirigentes Santiago Cafiero y Fernando Navarro.
Por otra parte, estuvieron en Agronomía otros sacerdotes alineados con corrientes comprometidas con el kirchnerismo, como el padre Paco Olveira, que estuvo varios años en la Isla Maciel y reside desde hace meses en la diócesis de Merlo-Moreno.
Al margen de la situación social, en la Iglesia hay voces que insisten en priorizar la exteriorización de gestos de unidad. El domingo pasado, al cerrar la peregrinación de miles de jóvenes a Luján, el obispo de Morón, Jorge Vázquez, dijo que el pueblo argentino está "sediento de paz y hambriento de justicia, no quiere ningún tipo de grieta y enfrentamiento estéril, y está cansado de divisiones".
Pobreza en alza
Monseñor Tissera conduce desde 2011 la diócesis de Quilmes, la sede del recordado obispo Jorge Novak, y -como su predecesor- mantiene un fuerte compromiso con los derechos humanos y el combate contra la pobreza.
La semana pasada, al conocerse los últimos datos del Indec, declaró que el 35,4% de pobreza, que afecta a 14,4 millones de argentinos, "refleja la realidad que vemos en los comedores, merenderos y centros comunitarios, en el conurbano bonaerense y las grandes ciudades del interior".
Frente al crecimiento de la pobreza, el presidente de Cáritas advirtió que a ese preocupante registro se suma el "cierre de las fuentes de empleo y el aumento en la atención de jóvenes, familias y adultos mayores", además de alertar que "la jubilación mínima no alcanza a cubrir la canasta básica, ni medicamentos".
En la visión de Tissera, nacido en Río Cuarto hace 68 años, la Iglesia habla de pobres y no de pobreza. "Son personas que sufren y ven limitado su progreso. Muchos jóvenes se ven frustrados a temprana edad, por la rotura de los lazos familiares, la falta de proyectos y de contención afectiva", declaró recientemente. Y le preocupa que "queden expuestos a problemáticas profundas, como las adicciones, la trata de personas, el trabajo esclavo y la violencia doméstica".
Ayer, además, en un seminario realizado en la Universidad Católica Argentina (UCA), se debatió sobre los desafíos de la inclusión social y laboral en el país. Entre otros expositores, estuvieron el exministro Gustavo Beliz, que había acompañado el día anterior a Fernández en el lanzamiento del programa contra el hambre y cuyo nombre circula como probable integrante de un eventual gabinete, y el obispo Carrara, vicario episcopal para las villas de emergencia y una de las voces de mayor predicamento entre los curas villeros.
También intervino, entre otros, el sociólogo Agustín Salvia, que dirige el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA desde su creación, dispuesta en 2008 por el entonces cardenal Jorge Bergoglio, cuando las estadísticas del Indec kirchnerista no eran confiables para nadie. Las últimas cifras del Indec muestran un fuerte crecimiento de los índices de pobreza, de casi siete puntos, entre 2017 y 2019. Una temperatura que agita especialmente el termómetro en la carrera electoral.
Falta de equidad social
El arzobispo de Rosario, monseñor Eduardo Martín, también se mostró en las últimas horas preocupado por la situación de pobreza en el país y en su jurisdicción.
"Hay más de 100.000 personas en nuestra ciudad que viven en asentamientos", dijo, al describir un problema que se concentra en las grandes ciudades, en las que "a lo largo del tiempo se ha generado una situación de marginalidad".
"Lo que más nos falta es la equidad social y el trabajo digno. Todos somos responsables", dijo el arzobispo, al describir una deuda que se arrastra desde la recuperación de la democracia.
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