La Iglesia advirtió que “la comida no puede ser la variable de ajuste”
El Episcopado transmitió su preocupación por una inflación que “desde hace años crece día a día y pega fuertemente en el precio de los alimentos”; denunció que “a cientos de miles de familias se les hace cada vez más difícil alimentarse bien”
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La comisión ejecutiva del Episcopado, que preside el obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, trazó un duro diagnóstico sobre la situación social, marcada por una inflación que “desde hace años crece día a día y pega fuertemente en el precio de los alimentos”. Al expresar su preocupación por un escenario de trabajo sacrificado y de bajos ingresos, advirtió que “la comida no puede ser la variable de ajuste”.
En su primer mensaje del año, una semana antes de que el presidente Javier Milei se reúna con el papa Francisco en el Vaticano, la Iglesia afirmó que “a cientos de miles de familias se les hace cada vez más difícil alimentarse bien”. Los obispos llamaron la atención, así, sobre una situación que impacta en la provisión de alimentos en los comedores.
La reflexión de los obispos parte del mandato bíblico que dice “no apartes tu rostro del pobre” y se recuerda que entre las necesidades primarias, está el alimento. En tal sentido, sostienen en el título del pronunciamiento que “el pedido del pan de cada día es un clamor de justicia”. En la última medición del Observatorio de la Deuda Social, la pobreza llegó al 44,7% y rozaría el 50% sin la compensación de los planes sociales.
Afirman en la declaración que en el trato pastoral con la gente sencilla, los obispos aprendieron que “un plato de comida no se le niega a nadie” y señalan que “en nuestra patria nadie debería pasar hambre, ya que es una tierra bendita de pan”.
“La inflación desde hace años crece día a día y pega fuertemente en el precio de los alimentos. Lo siente claramente la clase media trabajadora, los jubilados y aquellos que no ven crecer sus salarios. También todo el universo de la economía popular, donde prácticamente se trabaja sin derechos”, afirmó la conducción del Episcopado, que hasta el momento no han tenido un encuentro con el prfersidente Milei.
Transmitieron especialmente su preocupación por “los vendedores ambulantes, los recicladores, los feriantes, los pequeños agricultores, los ladrilleros, los costureros, los que realizan distintas tareas de cuidado y de servicio”.
“Ante este escenario de trabajo sacrificado y de bajos ingresos, las familias se privan de muchas cosas. Por ejemplo, una mamá puede privarse de tomar un colectivo y camina para ahorrar, pero de ninguna manera puede no darle de comer a sus hijos. Es decir, la comida no puede ser una variable de ajuste”.
La crisis alimentaria
Los obispos advierten que “es necesario anticiparse para que esta situación no profundice la crisis alimentaria. Y para eso se debe facilitar a las personas, las comunidades y al pueblo, aquello que se necesite para ayudar a los más frágiles, especialmente a niños, niñas, adolescentes y adultos mayores. Ante una crisis no son suficientes los paradigmas tecnocráticos, sean estadocéntricos, sean mercadocéntricos, es necesaria la comunidad”, al citar un mensaje de Francisco a los movimientos populares, de abril de 2020.
La experiencia de la pandemia
“El tiempo de la pandemia nos enseñó el valor de la respuesta comunitaria organizada: unidos para curar, cuidar y compartir fue la consigna de ese tiempo. Se multiplicaron así, los comedores en nuestras parroquias, en las Iglesias evangélicas, entre los movimientos populares, especialmente en casa de vecinos que prestaron un lugar”, recordó la Iglesia.
Destacaron especialmente que en esa crisis las grandes protagonistas fueron las mujeres. “Cada una se acercó a la olla pensando no solo en sus hijos, sino también en los de los de los vecinos, y así formaron comunidad y un pueblo que le hizo frente a un desafío inédito. Si queremos trabajar por la paz social, tenemos que reconocer en primer lugar el valor del otro en cuanto otro, y su aporte al bien común”, afirmaron.
“Esa reserva está todavía presente, por eso el Estado nacional, provincial y municipal tiene que aprovecharla para que nadie se quede sin el pan de cada día”, expresó la conducción del Episcopado, al reclamar una presencia más activa frente a la crisis del acceso a los alimentos.
“Todos los espacios de cuidado que dan de comer, todos los comedores comunitarios, de parroquias, Iglesias evangélicas, y de movimientos populares deben recibir ayuda sin dilación. Ningún sector de los que hoy están actuando, ninguna institución o Iglesia, podría hacerlo solo. La complejidad de la crisis así lo está indicando”, se indica en el comunicado.
Como ejemplo, citan iniciativas como la del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que demostraron tener un impacto muy positivo, son fácilmente auditables y pueden aplicarse a todos estos lugares”.
“Sin interrumpir la actividad de los espacios que continúan brindando asistencia alimentaria, se los puede auditar al mismo tiempo para que den cuenta de su transparencia y de este modo, contribuir a optimizar la ayuda sin descuidar a nadie”, concluyen los integrantes de la comisión ejecutiva del Episcopado.
Junto con monseñor Ojea firman la declaración los arzobispos Marcelo Colombo (Mendoza) y Carlos Azpiroz Costa (Bahía Blanca), ambos vicepresidentes del Episcopado, y el secretario general y obispo auxiliar de La Plata, Alberto Bochatey.
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