La hora del tercer kamikaze
Con la renuncia de Juan Carlos Fábrega, quien sucedió a Marcó del Pont en noviembre de 2013, y la asunción de Alejandro Vanoli al frente del Banco Central, la Argentina completa un período de 365 días con tres presidentes distintos en el ente monetario. El récord anterior habían sido los cinco presidentes del BCRA que se sucedieron entre julio de 1989 y junio de 1990, todos ellos designados con el mandato incumplido de domar la inflación.
La dinámica de designación y despido de los presidentes del Central en el tramo final de la década ganada ha sido diferente. Marcó del Pont llegó a ese cargo para comenzar a usar el juguete nuevo -que Martín Redrado no prestaba- del uso de reservas para el pago de la deuda. Y fue tan exitosa en su gestión que entre marzo de 2010 y noviembre de 2013 redujo las reservas desde US$ 48.000 millones hasta US$ 31.000 millones. Éxito y final. Primera kamikaze.
Con Fábrega, la Argentina completa un período de 365 días con tres presidentes distintos en el ente monetario
Ya reelegida y asustada por la extrapolación de esa trayectoria de las reservas, la Presidenta designó a Fábrega, quien asumió con el mandato inverso: frenar la sangría de dólares. Para hacerlo devaluó, subió las tasas, aceleró la inflación, bajó los salarios reales y prohibió las importaciones, destruyendo previsiblemente el nivel de actividad.
Las reservas cayeron durante sus diez meses de gestión "sólo" US$ 3000 millones, pero al hacerlo se generaron las condiciones para su despido. Su éxito determinó su final. Segundo kamikaze.
Finalmente, la Presidenta aprendió a la fuerza. El Banco Central debe ser dotado de un mandato dual: las reservas deben subir junto al nivel de actividad. Más vale rico y alegre que pobre y triste. Bajo esas condiciones más desafiantes asume Vanoli. Con las reservas en niveles insuficientes para culminar el actual período presidencial pagando la deuda y manteniendo el statu quo de la política económica, a él se le pedirá que cuide los dólares y reactive la economía, el nuevo mandato dual.
Pero además la Presidenta le ha marcado la agenda acerca del método que debe seguir para cumplir con esos objetivos múltiples. Y no, no es mediante un programa económico que baje la inflación y remueva el cepo. Un nuevo kamikaze.
En la era de la conspiración, la reactivación debe conseguirse bajando las tasas de interés a costa de los bancos, que como todos sabemos son muy malos. Y como esa baja en las tasas de interés aumentará el apetito de los ahorristas por el dólar blue, se deben eliminar ese mercado y su sucedáneo legal, el contado con liquidación, al cual el ministro Kicillof enviaba a los importadores que no conseguían acceder al mercado oficial de divisas. Los bancos han ganado en los últimos 12 meses unos $ 50.000 millones, una cifra probablemente excesiva para la planilla Excel de Axel, más aun si se la compara con las cuantiosas pérdidas del conjunto de empresas del sector de electricidad y gas.
El gendarme se arrojará ahora sobre una mesa de dinero y ya no sobre el capot de un auto
Los caminos para avanzar sobre la rentabilidad "extraordinaria" de los bancos serán múltiples. Más préstamos dirigidos con tasas prefijadas para aumentar el consumo de bienes luego imposibles de conseguir por las prohibiciones para importar. Y un progresivo reemplazo de la emisión de Letras del Central como mecanismo para retirar pesos del mercado por un aumento en los encajes legales que deben mantener los bancos.
La ganancia del Central sube, la de los bancos baja, y por ese mecanismo se incrementan los fondos de los que dispone el BCRA para financiar al Tesoro. Más emisión, más necesidad de subir los encajes, más presión sobre el blue. Pero como cada problema tiene una solución, el Gobierno intentará hacer política cambiaria de la mano de las fuerzas de seguridad: el gendarme se arrojará ahora sobre una mesa de dinero y ya no sobre el capot de un auto. El cóctel que debemos esperar de aquí en adelante es uno en el que habrá menos mercado y más represión financiera.
El resultado será el que han obtenido estos experimentos siempre: más inflación, más caída de las reservas y más recesión. Los tiempos se acelerarán.
Llamativamente, mientras los presidentes del Banco Central pasan, la Argentina tiene un secretario de Hacienda desde 2007 cuyo nombre no conoce casi nadie. Se llama Juan Carlos Pezoa y es el responsable formal del déficit fiscal de 5 puntos del PBI con el que la Argentina terminará el año.
Mientras nadie mire hacia allí, los experimentos monetarios de Cristina serán cada vez más cortos.
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