La historia de Victoria Moyano, la nieta recuperada que fue detenida por protestar en Lear
Gendarmería la detuvo dos días después de la aparición del nieto de Estela; milita en organismos por los Derechos Humanos e interviene en los conflictos de los trabajadores
El auto se mueve de un lado a otro pero Victoria Moyano Artigas sigue adentro. A los costados, un grupo de gendarmes lo empuja. Están en el kilómetro 31 de la Panamericana y la quieren llevar detenida. Ella sigue adentro, en la parte de atrás, abrazada a María Cháves, una docente e investigadora del Conicet. Minutos antes se había identificado, le había dado su documento al jefe del operativo y habían pactado una salida pacífica, pero algo no funcionó. Es la tercera vez que lo hacen: el modo de protesta consiste en que una caravana de autos bajo la consigna "Ninguna familia en la calle nunca más" pase a velocidad mínima por la puerta de la autopartista Lear. Una especie de piquete sobre ruedas que, hasta ese viernes 8 de agosto, la Gendarmería no sabía cómo desactivar.
Ya no empujan. Ahora, los gendarmes empiezan a pegarle bastonazos a los vidrios del auto. Nadie se baja. Victoria resiste abrazada a María. Un vidrio se rompe y la agarran de los pelos. Tiran gas pimienta una, dos, tres veces. El auto es una olla a vapor. Los ojos se enrojecen. Pica la garganta. Rompen otro vidrio y sacan al conductor, Guillermo Pistonesi, presidente de un organismo por los Derechos Humanos (Ceprodh) y militante del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Logran abrir las puertas de atrás con una barreta y la sacan a ella. Afuera todos gritan lo mismo. A los gendarmes, a los medios. Todos gritan que ella, Victoria, es una nieta recuperada. Que se están llevando a una nieta recuperada. Que están deteniendo a una nieta recuperada dos días después de la aparición de Ignacio Guido Montoya Carlotto, el nieto de Estela.
El camión de la gendarmería da vueltas, muchas vueltas. El viaje es largo y Victoria está sentada al lado de María, que no puede abrir los ojos por el gas. Es la primera vez en sus 35 años que la detienen y no entiende por qué no le hicieron una infracción de tránsito, como pasó otras veces. Haciendo equilibrio para no caerse de su asiento, piensa en los trabajadores de la autopartista Johnson Controls, hacia donde se dirigía la caravana para reclamar por despidos. También piensa en los de Lear, que están hace dos meses en conflicto, y teme por el accionar de Ricardo Pignanelli, el titular del Smata que tiene en la mira a la comisión interna de esa autopartista.
El camión se detiene en la sede que Gendarmería tiene en la órbita de Campo de Mayo, en Boulogne sur Mer al 800, Pacheco. Uno por uno les hacen los trámites de rigor a todos los detenidos. Están en una especie de comedor del lugar, con todos los gendarmes alrededor. Victoria tiene los dedos con tinta negra. Hay una televisión encendida. Victoria apoya la mano para dejar sus huellas digitales. El volumen es muy bajo pero la imagen es clara. Un gendarme se le acerca para tomarle los datos. En la televisión aparecen Estela y su nieto recuperado Ignacio Guido. Victoria sonríe. El gendarme pregunta.
¿Usted donde nació?
.-Provincia de Buenos Aires.
.-¿En dónde?
.-En el pozo de Banfield
.-¿Dónde?
.-El pozo de Banfield.
La nieta 53
En el pozo de Banfield pasó sus últimos días de embarazo María Asunción Artigas. Tenía 27 años y había sido secuestrada el 30 de diciembre de 1977, a las tres de la madrugada, junto a su marido Alfredo Moyano, de 22. Los dos habían llegado al país tres años antes exiliados desde Uruguay, donde militaban en la resistencia obrera estudiantil. Ella era estudiante de medicina. Él, obrero de la construcción.
En la planta baja del lugar donde estuvieron detenidos se encontraba la oficina del jefe, una sala de torturas y otras habitaciones. En el primer piso había calabozos, oficinas, comedor, casino de personal, cocinas y baños, mientras que en el segundo había más calabozos y un baño. Ahí nació Victoria, el 25 de agosto de 1978.
Apenas ocho horas fueron las que permaneció al lado de su mamá, que le pudo dar el pecho aunque se lo habían prohibido. "Lo hizo porque le quería dejar una marca", contaría más tarde una de las sobrevivientes del Pozo en los juicios. Ya por la mañana, Oscar Penna, secretario de la Brigada de San Justo, se la llevó y la entregó a su hermano Víctor y su pareja, Elena Mauriño.
Victoria fue Victoria Penna hasta los nueve años. El 30 de diciembre de 1987, exactamente diez años después del secuestro de su madre, el análisis de ADN ordenado por el juez Padilla confirmó su verdadera identidad. Tres días antes habían llegado a su casa el juez, fiscales y una gran cantidad de policías para decirle que su abuela la estaba buscando, y para detener a su apropiadora (el supuesto padre había fallecido). La denuncia a Abuelas de Plaza de Mayo la había hecho su maestra de primer grado, Olga Fernández, quien conocía a los apropiadores desde antes y tenía la sospecha porque nunca había visto embarazada a la mujer.
El 31 de diciembre de 1987 Victoria conoció a sus abuelas Blanca y Enriqueta en el juzgado de Morón. Lo primero que hicieron fue mostrarle las fotos de sus padres. Le contaron qué hacían, por qué luchaban, con qué soñaban. Ese mismo día se quedó con ellas y vivió en Buenos Aires unos años más. Luego se fue a Uruguay, donde pasó su adolescencia en la casa de la infancia de su mamá y conoció más de cerca la historia de sus padres. Esa que, dice, quiere continuar.
El hilo de continuidad
Victoria cuenta la historia de sus papás con la mirada firme. Convencida de lo que dice. Orgullosa por lo que hicieron. La charla se da en un bar en la esquina de Plaza de Mayo, a metros de donde comenzó la histórica lucha de las madres que buscaban a sus hijos, desaparecidos. Victoria es fruto de esa lucha. Por eso vivió de una manera especial la reciente aparición de Ignacio Guido Moyano Carlotto, el nieto de Estela.
.-¿Cómo lo viviste?
.-Con muchísima alegría, como cada vez que recuperamos a un hermano. Todos nos enteramos por la tele. En el grupo de nietos recuperados tenemos un mail en común donde charlamos, y nadie sabía nada. Todavía no lo agregamos a Guido pero ya lo vamos a hacer. No pude hablar con Estela, pero le hice saber mi profunda alegría. Estábamos todos muy felices más allá de las diferencias.
.-¿Qué diferencias?
.-Con la llegada de este Gobierno, lo que hubo fue una gran división de los organismos de Derechos Humanos. Un sector que comulga con la política kirchnerista y un sector que se mantiene independiente y pelea por los Derechos de ayer y de hoy, por los desaparecidos y por Jorge Julio López, Luciano Arruga, los trabajadores reprimidos por Berni. La diferencia es que algunos creemos que los organismos deben ser independientes del Gobierno y del Estado, por definición y por principio. Muchas veces para los nietos que peleamos, luchamos y defendemos a los trabajadores nos queda palo y represión.
.-¿Sentís que hubo un giro del Gobierno en materia represiva?
Creo que hay un momento de crisis económica, de ajuste. Es real, todos los que recorremos el Gran Buenos Aires vemos que realmente los sueldos no alcanzan, el que tiene trabajo está precarizado. La inflación come los salarios. Las paritarias no cubrieron la suba de los precios. Empiezan a haber despidos, en la industria automotriz hay 15 mil suspensiones y despidos. En otros rubros también. Y la represión viene a querer silenciar la voz de los que van a salir a denunciar lo que no quieren que se denuncie. Para eso es necesario llegar a un grado de violencia tal como lo hicieron en la Panamericana a manos de Berni.
.-¿ Y de Berni qué pensás?
Es un impresentable que responde a Cristina Kirchner , Debora Giorgi , Capitanich y Ricardo Pignanelli . Parece un gerente más de las empresas. Escuchar a Berni es lo mismo que a Pignanelli. Y escuchar a Pignanelli es lo mismo que a los dueños de las empresas. Evidentemente lo ponen muy nervioso cada una de las libertades democráticas. Lo que tiene que saber es que por más que nos reprima y nos lleve detenidos, no nos va a callar. Nosotros llevamos muchos años peleando por las libertades democráticas, comenzó con la lucha de las Abuelas y las Madres y continúa con todos nosotros.
.-¿Escuchaste la queja de Pignanelli por tu presencia en los conflictos sindicales? ("Qué tiene que hacer una hija de desaparecidos con los trabajadores", había dicho el jefe del Smata)
Es escandaloso lo de Pignanelli. No permiten que nadie opine diferente a lo que ellos llaman la orgánica. Todos los que sean independientes son enemigos del sindicato. Con los antecedentes que tiene el Smata de ser antidemocrático... este señor Pignanelli ya quiso destituir a la comisión interna de Lear, a meses de haber asumido su primer mandato. En su sindicato todo se resuelve con patota, todo con violencia, no se banca tener opositores. Es parte de aquellos que están dispuestos a ir contra la libertad sindical con palos y si es necesario con muertes, ya lo hemos visto con Pedraza y la muerte de Mariano Ferreyra. Ayer escuchaba a los trabajadores de Lear y decían ahora si nos pasa algo ya saben quién es el responsable. Es un tipo que gana miles y miles de pesos por mes mientras deja a los trabajadores suspendidos y sin goce de sueldo.
.- ¿No te da miedo que te lastimen?
Yo empecé mi militancia del brazo de mi abuela, siendo una niña. Hace 26 años que peleo por cada una de nuestras libertades democráticas en este país, convencida de lo que hago y buscando continuar esos hilos de continuidad de lucha y abnegación de mis padres. No va a haber ningún señor Berni, ni ninguna política de este Gobierno que rompa mi voluntad de seguir mi firme lucha de defender cada una de las libertades democráticas, y mi lucha superior, por una sociedad sin explotación. Ninguna represión va a callar en última instancia la voz de los que salimos a pelear, que es la de los trabajadores.
Mis padres y toda esa generación no sólo eran buenos chicos, no sólo tenían buenas intenciones, sino que tenían un proyecto político para cambiar la sociedad de raíz
.-¿Qué significó para vos recuperar la identidad?
.-Cuando encontré mi identidad no recuperé a mis padres solamente con sus fotos y sus cosas. Mis abuelas hicieron que yo los recuperara política e ideológicamente. Ellas me explicaban por qué pelearon mis padres y toda esa generación. No sólo eran buenos chicos, no sólo tenían buenas intenciones, sino que tenían un proyecto político para cambiar la sociedad de raíz. Y la dictadura vino a romper con eso.
.-¿Por qué pensás que a los hijos de desaparecidos no los entregaron a sus abuelas?
.-Porque quisieron cortar el hilo de continuidad. No nos quisieron entregar a nuestras abuelas porque, según ellos, esas viejas locas habían criado subversivos. Y si hay algo que tenemos que reconstruir es el hilo de continuidad que nos quisieron romper. Ese sueño por el que pelearon todos esos jóvenes y trabajadores de esa época, que era vivir en una sociedad sin explotados ni explotadores.
.-¿Qué le dirías a la gente que piensa que hay que dejar de mirar el pasado?
.-Que yo tengo 35 años y no sé el destino de mis padres.
.-...
-Y que mi hija no tiene abuelos.
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