La historia de la desidia: los soldados NN caídos en Malvinas podrían haber sido reconocidos hace décadas
"Sabemos que, antes de febrero de 1983, las autoridades inglesas pidieron en dos oportunidades al gobierno militar que enviara una comisión para identificar los soldados argentinos caídos en Malvinas. Nunca contestaron, ni siquiera atendieron el problema".
Julio Aro es excombatiente de Malvinas y presidente de No me Olvides, una de las fundaciones que respaldan la misión humanitaria que busca identificar a los 121 cuerpos que descansan en el cementerio de Darwin desde 1982.
La operación fue encargada a la Cruz Roja por los gobiernos de la Argentina y el Reino Unido... 36 años después. El próximo lunes, los familiares de los soldados identificados viajarán a Malvinas para participar de la ceremonia donde se pondrán las placas identificatorias a las tumbas de sus seres queridos.
Hasta el momento fueron identificados 90 cuerpos y siguen los trabajos con el resto, pero la pregunta recurrente es: ¿Por qué se tuvo que esperar 36 años para realizar la identificación? Por qué más de 100 familias pasaron casi cuatro décadas sin datos de un ser querido caído en combate?
Existen distintas hipótesis al respecto, pero para acercarse a una conclusión es necesario recorrer todo el trabajo realizado por las fuerzas británicas con los cuerpos de los soldados argentinos una vez culminada la guerra.
Cómo se trabajó con los cuerpos entre 1982 y 1983
Geoffrey Cardozo, un coronel británico que tuvo a su cargo la dura misión de recoger los cuerpos de los soldados argentinos esparcidos en los campos de batalla y de darles digna sepultura en el cementerio de Darwin, redactó un informe al que LA NACION tuvo acceso. Allí señala que la operación fue llevada a cabo en dos partes.
Durante la primera etapa se realizó la exhumación, recuperación y puesta en ataúdes de todos los cuerpos ubicados alrededor de Stanley (Puerto Argentino), como los montes Tumbledown y Longdon. Los cuerpos fueron ubicados en ataúdes y luego llevados directamente en el Helicóptero Chinoock hacia el Cementerio de Darwin, donde los féretros se bajaban a las tumbas con reverencia y respeto, pero sin pompa ni ceremonia, según se afirma en el documento redactado por Cardozo. Esta tarea fue llevada a cabo durante los días 7, 8 y 9 de febrero de 1983.
La segunda parte involucró a los cuerpos ubicados en la zona oeste, en Ajax Bay, Puerto Howard, Fox Bay, Ganso Verde, Darwin y en un número de áreas desoladas en la Isla Soledad. La tarea se llevó a cabo en cinco días y durante esa fase fueron exhumados en total 72 cuerpos.
"El último cuerpo fue enterrado el 17 de febrero. Los dos días siguientes fueron utilizados para ensayos. La ceremonia final se llevó a cabo el 19 de febrero a las 15hs", relata el informe.
Cardozo redactó en el informe que "el procedimiento seguido para el cuidado de los cuerpos fue el mismo en todos los casos. Después de la exhumación, cada cuerpo era examinado meticulosamente para su identificación. Luego era envuelto en una mortaja, puesto en una bolsa mortuoria de polietileno negro y finalmente en una bolsa mortuoria blanca de PVC".
"Toda la información disponible fue escrita en tinta indeleble sobre las bolsas" señala el escrito. Y además detalla: "Cuando el cuerpo era ubicado en el ataúd, la misma información fue transcrita con tinta indeleble en las tapas de los ataúdes. Los mismos datos fueron transferidos al registro de Tumbas Argentinas, el cual indica exactamente el lugar donde descansa cada cuerpo en el cementerio. Este sistema cruzado evitaría cualquier error si hubiera algún tipo de pedido en un futuro de re-exhumar los cuerpos que están en el cementerio". Todo esto ocurrió durante 1983.
Como se creó el cementerio de Darwin
El Cementerio está ubicado 1,5 km. al noroeste de Darwin. El sitio para el cementerio fue elegido por Brook Hardcastle, de la Compañía Islas Malvinas, y por Eric Goss, director agropecuario del asentamiento de Ganso Verde, quienes actuaron teniendo en cuenta los deseos de la población local. El diseño y disposición del cementerio está de acuerdo con el modelo de la Commonwealth War Graves Commission (CWGC), la organización que desde la Primera Guerra Mundial ha manejado todos los cementerios que contienen los restos de militares británicos en todo el mundo.
Los ingleses querían tener también un pequeño cementerio argentino en San Carlos. La idea no prosperó, se cree, por los reclamos de los isleños.
Esto queda evidenciado en un telegrama enviado por el comandante inglés hacia Londres y la Cruz Roja en Ginebra, para dejar constancia de dicha intención.
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El informe británico también detalla que "se llevaron a cabo grandes esfuerzos para identificar cada cuerpo a pesar de que muchos muertos argentinos no tenían medallas identificadoras". En algunos casos, si bien estas chapas eran encontradas, estaban en blanco. Algunos llevaban pequeños trozos de cartón cubiertos con adhesivo transparente. Muchas de las cartas encontradas en los cuerpos habían sido enviadas por "organizaciones de bienestar social o familias patrióticas argentinas". La mayoría de los efectos encontrados en los cuerpos eran fósforos, lapiceras, dulces y pañuelos, además de estampitas, oraciones y rosarios.
Finalmente la identificación ¿Por qué 35 años después?
"No había registros dentales, ni detalles de huellas dactilares, ni asistencia con detalles o conocimiento local de naturaleza militar argentina. En alguna oportunidad encontré un número militar en algún cuerpo, que luego supe podía ser un número de identidad personal del soldado, pero no tenía más información al respecto", relata Cardozo y agrega: "Hay que recordar que las técnicas de ADN no eran conocidas en 1983, pero expertos forenses con conocimiento de los detalles ante-mortem relacionados con los caídos habrían sido muy útiles. Hice todo lo que pude en esas circunstancias".
Para Julio Aro "faltó decisión y colaboración, teniendo en cuenta que se trataba de un trabajo humanitario. Sinceramente, se hubiese podido identificar a todos o a gran parte de ellos en 1982, y no hacer esperar 35 años a muchos padres que no sabían dónde estaba sepultado su hijo. Algunos de ellos murieron durante este de espera sin saberlo", dice resignado.
"El caso más notorio fue el del soldado correntino Gabino Ruíz Díaz. Cuando Geoffrey Cardozo nos entregó el informe, en 2008, vimos que había un número de DNI como referencia de un cuerpo sin identificar. Lo cruzamos con el padrón y lo identificamos enseguida. Su madre tuvo que esperar todos esos años por culpa de la indolencia e indiferencia de las autoridades que debieron haberlo hecho en su momento", remarca Aro.
Aro detalla que los cuerpos fueron sepultados con sus pertenencias: "Tenían anillos, medallas, cartas y objetos personales que hubiesen servido para identificar los cuerpos. Hoy estamos entregando esas pertenencias a cada familia y observamos que, con un buen relevamiento en su momento, se podría haber reconocido a la mayoría en 1983. Ahora tuvimos que realizar pruebas de ADN", remarca.
Consultado por LA NACION, Federico Lorenz, historiador y director del Museo Malvinas, señala la combinación de tres factores. "La precariedad del registro de soldados combatientes que contaba el gobierno militar, las características que presentaban los cuerpos de personas que mueren en combate y, principalmente, porque el documento que envió el gobierno británico en noviembre de 1982 hablaba de "repatriación" de los cuerpos. Algo considerado inadmisible, que ni siquiera fue contestado", señala. Aquellas autoridades consideraban que no era necesaria tal repatriación, ya que las islas eran territorio argentino.
El próximo 26 de marzo, familiares de los soldados cuyos cuerpos fueron identificados por la misión humanitaria de la Cruz Roja Internacional viajarán a Malvinas. Allí visitarán el cementerio de Darwin y por primera vez en 36 años sabrán dónde yacen los cuerpos de sus seres queridos.
La revisión del informe original elaborado por Cardozo deja en evidenciada la falta de voluntad y de sensibilidad del gobierno militar para colaborar en su momento con la identificación de los cuerpos de esos 121 soldados que dieron la vida por su país.
Ese desinterés, que también mostraron los gobiernos democráticos de los siguientes 35 años, es el responsable del padecimiento por más de tres décadas de muchas familias que esperaron noticias de sus hijos muertos en Malvinas. Otro accionar podría haber evitado que aquellos jóvenes fuesen recordados, durante todo este tiempo, como "soldados argentinos solo conocidos por Dios".
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