La historia apenas empieza
Por Bartolomé de Vedia
¿Cómo contar esta historia? ¿Cómo hablar de un hombre cuya vida transcurrió entre las sombras y cuya muerte se presenta dudosa y enigmática?
Empecemos por sintetizar la noticia que ayer -exactamente a las 15.1- dejó sin aire a los argentinos. Alfredo Yabrán, el dueño poderoso e inquietante de oscuras empresas de vigilancia y seguridad, de insondables depósitos de cargas aéreas, de correos privados, de transportadoras de caudales, de negocios monopólicos incalculables, se quitó la vida en una de sus estancias de Entre Ríos cuando una comisión de la policía provincial se disponía a arrestarlo.
Así desnuda, la noticia dice poco. Faltan agregar algunos detalles. Por ejemplo, que hace dos años y diez meses Yabrán fue denunciado ante el Congreso por el entonces ministro Domingo Cavallo como el jefe de todas las mafias que actuaron y actúan en la vida nacional. Y que hace apenas seis días el juez José Luis Macchi ordenó su captura como probable instigador del asesinato de José Luis Cabezas.
En realidad, la crónica sigue siendo insuficiente. Habría que consignar algo más. Por ejemplo, que este hombre de pelo blanco y tez enrojecida se convirtió, en los dos últimos años, en una figura de contornos legendarios, casi míticos. Presunto sobornador de políticos y funcionarios, amigo dilecto de los dueños del poder, Yabrán se fue instalando en la vida argentina como un dato a la vez misterioso y demoníaco. Se sabía poco de él, pero lo suficiente para que el imaginario colectivo cargara sobre sus hombros las culpas más oscuras.
¿Cuánto hubo de realidad y cuánto de exageración en su perfil de empresario corruptor y de financiador de grupos de tareas habituados a recorrer las escalofriantes distancias que van de la amenaza a la extorsión, del apriete al asesinato liso y llano? Tal vez haya que armar todavía, como un puzzle , muchos otros aspectos de su vida turbia y sigilosa, que la cámara valiente de Cabezas se atrevió a traer a la luz.
Si la vida de Yabrán necesita todavía ser armada como un rompecabezas, su muerte exigirá también un severo trabajo de reconstrucción. La Justicia tiene por delante un riguroso proceso de investigación, que despeje las dudas y la desconfianza que ayer mismo empezaron a taladrar la credulidad de la sociedad argentina, tal como queda expuesto en el título principal de esta edición. ¿Corresponde realmente a Alfredo Yabrán el cuerpo con la cabeza destrozada al que anoche los periodistas trataban en vano de acceder? ¿Se trató verdaderamente de un suicidio? Con razón o sin ella, muchos argentinos se planteaban ayer estos interrogantes.
Muchos insistirán en la idea de que la muerte de Alfredo Yabrán pone punto final a una historia de miedos, sospechas y misterios. En realidad, lo ocurrido ayer en Entre Ríos no marca un final, sino un comienzo. En efecto: ésta es la hora en que los argentinos van a exigir, firmemente, que se conozca la verdad.
¿Qué verdad? Toda la verdad: quién fue realmente, en vida, Alfredo Yabrán; qué representaron y cómo estaban constituidas las mafias a las que supuestamente estuvo ligado.
No se trata sólo de penetrar en los secretos de un hombre de pelo blanco al que le disgustaban sobremanera las cámaras fotográficas. Se trata de algo más: de develar los misterios y las miserias del poder.
- 1
- 2
El Gobierno definió el salario mínimo, vital y móvil y las subas escalonadas hasta marzo de 2025
- 3
Extraños descuidos, la zona liberada y la custodia relajada: los motivos que reactivaron la causa del fiscal Alberto Nisman y la indagatoria a Sergio Berni
- 4
Gendarme detenido en Venezuela | Bullrich denunció al exembajador Laborde por traición a la patria