La hermana de Cabezas: "Me encontré con el asesino de José Luis a la vuelta de mi casa"
Corrientes y Paso. Gladys Cabezas está sentada en el asiento del acompañante mientras su marido maneja. Es temprano y van a hacer un trámite a la Anses. Entonces la ve. La campera marrón clarito con cierre más oscuro. “Ay, yo esa campera la conozco”, piensa. “Prellezo”, dice.
Se refiere a Gustavo Prellezo, el excomisario de la bonaerense que en enero de 1997, por orden del poderoso empresario Alfredo Yabrán, le disparó dos veces en la cabeza a José Luis Cabezas, reportero gráfico de la revista Noticias, el hermano de Gladys.
“Hicimos dos cuadras y yo me quería bajar, pero mi marido no me dejó. ‘Vos estás loca, no te bajás’, me dijo. Y no me dejó. Hoy yo digo que el que no me dejó bajar fue mi hermano. Porque si yo me bajaba y me ponía a pelear con Prellezo… hubiera sido un desastre. Fue mi hermano el que me dijo ‘no te bajes’”.
Condenado a reclusión perpetua, Prellezo fue beneficiado el año pasado -cuando se cumplían 20 años del crimen- con la libertad condicional por orden de la Cámara de Apelaciones y Garantías de Dolores. Fue uno de los 8 condenados por el crimen de Cabezas que salieron en libertad antes de cumplir sus condenas, a través de diferentes recursos legales. El último que quedaba preso, Aníbal Luna, salió en noviembre del año pasado.
Hoy se cumplen 21 años y Gladys Cabezas está en Pinamar para una nueva ceremonia de homenaje. No teme volver a encontrarse con Prellezo, ni con los otros policías bonaerenses que participaron en el crimen y fueron liberados: Aníbal Luna y Alberto Gómez (titular de la comisaría de Pinamar); los integrantes de la banda ‘Los Horneros’, Horacio Braga, José Luis Auge y Sergio González; y Gregorio Ríos (el jefe de seguridad de Yabrán). No menciona al policía Sergio Cammarata, ni al “hornero” Héctor Retana, ni a Yabrán, porque fallecieron.
“No sentí miedo antes y no lo siento ahora. Sé que soy inconsciente. Pero nunca les tuve miedo. Para mí, no representan nada. Ni siquiera les tengo odio. Son unos asesinos. Ni siquiera se merecen mi odio”.
Psicóloga social y docente, Gladys Cabezas trabaja hace 16 años en la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Votó a Cambiemos por María Eugenia Vidal - “fue la única que nos ayudó a sacar la ley de asistencia a la víctima que salió el año pasado”- y critica al exgobernador Daniel Scioli por retacear el pago que exigía la sentencia del juicio civil por la muerte de su hermano.
Hoy trabaja con familiares de víctimas de Once,Cromañón, de salideras y de otros hechos de inseguridad. Habla de su hermano en cada reunión familiar con sus hijos, con su marido, con su cuñadas y con sus sobrinos. Pasaron 21 años y los hijos de su hermano, Juan Ignacio, María Agustina y Candela, se acercan a los 30. Cabezas murió a los 35.
¿Por qué sigue dando notas?
Yo soy la modesta vocera de la familia. Sobre todo en esta fecha tan especial, no queremos que se olvide lo que pasó. Para que no pase más, para seguir pidiendo justicia. Para hacer que José Luis nos vea. El dolor se transforma en una lucha continua. Yo tuve que dejar de ser docente. Siempre corriendo de acá para allá. Nadie está preparado para esto. Recién después de la primera marcha grande por mi hermano contratamos un abogado, porque vimos que soltaban a los responsables. Entonces tampoco entendíamos qué había pasado con José Luis. Después nos fuimos enterando. Pero nunca, jamás, hubiéramos pensado que le habían hecho algo así.
¿Vienen seguido Cristina y Candela?
Sí, todos los años, para las fiestas y para enero. Candela es la más chica, tiene 23. María Agustina tiene 27 años y Juan Ignacio cumple 26 el 30 de enero. Se acuerdan del padre. Juan Ignacio es igual, es la cara de mi hermano. Tienen su opinión formada sobre el tema y siempre les pregunto si tomamos alguna acción. Hubo dos años en que hicimos especies de recitales como homenaje, porque los chicos querían recordar al padre con música.
¿Hablan de él en las reuniones familiares?
Cuando murió José Luis lo único que hicimos fue hablar de él. Y hoy seguimos hablando de él. También cuando viene mi cuñada de España. Pero por efecto dominó, los asesinos de José Luis mataron una familia. Él era mi único hermano. Mis hijos se criaron con los expedientes de José Luis en la mesa.
¿Qué piensa sobre las liberaciones de todos los condenados?
Siento mucha impotencia. No estoy de acuerdo con que el que comete un crimen, mata, viola, no cumpla su condena. Los presos tienen que comer, vivir, estudiar. Pero tienen que cumplir su condena. Sino, matar es barato. Los que mataron a mi hermano son unos sinvergüenzas que no cumplieron su condena. Y nos costó encontrar a los Horneros. A Yabrán, a Prellezo, a Camaratta, a Luna, al comisario Gómez. Nos trataron de meter cualquier cosa. Y cuando finalmente los encontraron pensamos que les iban a caer con toda la ley. Pero no. Y eso es lo que molesta, lo que duele.
¿Qué hace para lidiar con esa impotencia?
No puedo tomar más medidas legales. Pero sí, con otros familiares que fueron víctimas como nosotros, con las víctimas de Cromagnon, de Once, con María Luján Rey, con Bagnato, con Píparo, peleamos por sacar leyes. Logramos que los familiares de víctimas puedan tener los mismos derechos que tienen los delincuentes con una ley que salió el año pasado y nos costó muchísimo con un montón de familiares. Y nosotros queríamos sacar otra ley, para que el delincuente no tenga tantos beneficios, para que no salga porque se portó bien. ¿Qué es tener buena conducta? No tienen que tener esos beneficios. No les corresponden.
¿Siente miedo al saber que están sueltos?
No, no lo sentí antes y no lo siento ahora. Sé que soy inconsciente. Pero nunca les tuve miedo. Para mí, no representan nada. Ni siquiera les tengo odio. Son unos asesinos. Lo único que sé es que siempre voy a pensar que son unos delincuentes. El año pasado, en mayo creo, me encontré con Prellezo a cuadras de mi casa. Fue de casualidad cuando lo ví con esa campera tan característica. Yo quise enfrentarlo, pero mi marido no me dejó. Yo creo que ese fue mi hermano, que me dijo: no te bajes.
¿Hoy pueden matar a un periodista?
Yo creo que sí. La misma mafia que mató a José Luis sigue enquistada en este país.
¿Cree que la policía bonaerense sigue siendo la “maldita policía”?
Yo no creo que todos los policías sean lo mismo. A José Luis lo mataron entre empresarios, policías y civiles. En este país, donde los que se llenaron de plata nunca quieren salir a la luz, los periodistas están en riesgo. Ellos nos informan de lo que está pasando. Y no estoy hablando del empresario del medio, hablo del periodista, del tipo que sufre el calor, la lluvia. Mi hermano era eso. Le sacó una foto a Yabrán porque lo mandaron de la editorial Perfil, donde él trabajaba. La lleva a la editorial Perfil y al año el empresario dice que no la publiquen porque es como pegarle un tiro en la cabeza. Y mi hermano muere de un tiro en la cabeza. José Luis, sin querer, descubrió algo que le costó la vida.
¿Votó a Cambiemos?
Yo voté al partido por María Eugenia. Este gobierno fue el único que nos dio la oportunidad para trabajar este tema. Yo trabajo en la Secretaría de Derechos Humanos hace 16 años. Lo hemos planteado y nunca nos dieron esta oportunidad, nunca nos escucharon. Estuvimos trabajando en comisiones con diputados y recibimos apoyo. Al final todos votaron y dejaron de lado la miseria.
¿Por qué no los apoyaban?
Porque tienen otro pensamiento. En el gobierno anterior la droga no existía, tampoco la pobreza. Sin embargo existían. A la pobreza y a la droga no las trajo Macri. El gobierno anterior puso muchas fichas para que esto pase. Dejó mucha violencia y delincuencia. Dejó gente sin trabajo. Hay cosas de este gobierno que no me gustan, pero me parece que estamos pagando platos rotos. A mi hermano lo mató esta gente, pero a otros los matan los delincuentes en la calle. Estas cosas no se pueden permitir.
¿Recibieron los pagos por los juicios?
Scioli me dejó sin pagar muchas veces el geriátrico a mi mamá [Norma Marotti, fallecida el año pasado], a pesar de que la Provincia se había comprometido a hacerlo como adelanto de la sentencia del juicio civil. ¿Y al final, sabés quién pagó el juicio civil de mi hermano? María Eugenia Vidal.
¿Por qué?
Cuando salió la sentencia del juicio civil, en 2015, Scioli nos dijo que no había plata en el país, que estaba fundido y que no iba a poder pagar. Pero unos meses después, en campaña, salió a decir que en el país estaba todo bien. Y yo dije: ¿pero cómo? Si no hay plata en el país, si el país está fundido. En ese momento hizo echar a mi hija de la Casa de la Cultura.
¿Qué sintió cuando supo que Yabrán había muerto? [el empresario se suicidó de un escopetazo en la boca el 20 de mayo de 1998, cinco días después de que el juez de Dolores, José Luis Macchi, ordenase su captura como presunto autor intelectual del asesinato]
Nada. Es lo que eligió. Estaba en una mafia. Y en la mafia, si no te callás la boca... Yabrán iba a declarar y no había quien apague la luz. Con la muerte de mi hermano echaron a un Ministro de Justicia porque encontraron llamadas al celular de mi hermano los días previos.
¿Hubo complicidad del Estado?
El que comete este tipo de delitos es porque está respaldado por el Estado, por el gobierno. Si no, no lo podrían hacer.
El homenaje a José Luis Cabezas en la terminal de ómnibus de Pinamar
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