El análisis de los gestos de Mauricio Macri en el Congreso
Qué manifestó el Presidente en lenguaje no verbal durante su discurso de apertura de las sesiones ordinarias
"La espontaneidad al hablar expresando con el cuerpo con transparencia lo que siente y le pasa por la cabeza, será su principal virtud… y a veces es también su mayor defecto". Esto fue el análisis de un observador extranjero sobre el estilo comunicacional del entonces e inexperto joven político, Mauricio Macri , cuando empezaba la carrera que lo depositó en el sillón de Rivadavia. Y hoy el actual Presidente transformó aquel "defecto" en virtud, o casi está llegando a la instancia en la que su espontaneidad lo acerque a la gente.
Macri habló una hora frente a propios y adversarios, manteniendo un tono de voz y ritmo de discurso, aún en los momentos en que recibió el abucheo de kirchneristas. Macri, expresó su desagrado desde el lenguaje no verbal: cuando no pudo evitar que sus labios se compriman, demostró tensión y evitó expresar palabras de las que se pudiera arrepentir, por más de que considere que tenga razón al responder así.
El poder expresar "Respeten la Democracia" fue una muestra de templanza y tranquilidad que antes no demostraba. Su enojo ante una situación que consideraba injusta se demostraba con claridad con gestos y palabras que poco bien le hacían, algo muy común cuando era presidente de Boca.
Demostró congruencia verbal y no verbal durante la media hora de palos a la herencia recibida y media hora de plantear esperanzas para el futuro, mencionando al Papa también como inspirador de su proceder, más allá de toda pirotecnia vertida de la supuesta frialdad del reciente encuentro en el Vaticano.
Tomó con naturalidad cuando le señalaron que estaba repitiendo un párrafo de su discurso, más allá de los murmullos y sabiendo que las redes sociales estarían haciendo sorna de su furcio.
Utilizó con solvencia los gestos de "construir un puente" siendo ingeniero, asociando con los brazos sus dichos, con el fin de beneficiar a la gente.
Tuvo algunos momentos de poca claridad en su dicción, por ejemplo, cuando mencionó la cantidad de chicos que estarían incluidos en los nuevos beneficios que estaba dando su Gobierno. Como así también comunico "congruentemente" entre sus dichos y su lenguaje corporal los beneficios de la quita del IVA para algunos casos, o la extensión de la Asignación Universal por Hijo.
No sobreactuó ni los buenos anuncios ni los prejuicios de la herencia recibida del gobierno anterior.
En cambio, pareció reservar y así descargar la tensión acumulada, cuando saludó con los brazos abiertos, al mejor estilo Juan Domingo Perón, al salir a la escalinata del Congreso. Y también al casi trepar las vallas y dejarse agarrar por la multitud como lo hubiera hecho un rockero o el propio Néstor Kirchner.
Sorprendió, sí, un gesto de Macri cuando caminaba sonriente al lado de la silla de ruedas de la vicepresidente Gabriela Michetti, ya casi antes de llegar a la explanada del Congreso: ante un comentario se tomó la cara con las dos manos como el cuadro "El Grito" del pintor noruego Edward Munch. Probablemente le acababan de dar la inflación estimada con la que le tocará lidiar como un titán moderno en un futuro cercano. Como al Presidente le gusta hablar de la verdad, en el lenguaje corporal da esa justa medida.
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