La Formosa de Insfrán. Clientelismo, autoritarismo y férreo control policial
Es un esquema de poder que se mantiene desde hace 26 años en base a un gobierno implacable, que por primera vez se siente desafiado en las calles; las razones del hartazgo
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FORMOSA (Enviado especial).- “Estas protestas y manifestaciones, con semejante nivel de descontento es algo que no había visto nunca antes”, dijo a LA NACION uno de los empresarios más importantes de esta provincia.
El comentario sirve para poner en contexto la importancia de las protestas que enfrenta por estos días Gildo Insfrán, quien en 2021 cumplirá 26 años en el poder batiendo un nuevo récord. Una marca que además luce insólita, en un país donde las reelecciones indefinidas parecen ser cosa del pasado.
Sin embargo, si bien las manifestaciones siguen todos los días a partir de las 20 en la esquina del boulevard 25 de Mayo y Belgrano, a una cuadra de la casa de gobierno provincial (que por primera vez está totalmente vallada y fuertemente custodiada por la policía), de a poco van perdiendo gas.
“Me parece que va a ser muy difícil sostener esta protesta todos los días”, admitió Ricardo Buryaile, que se arrima en cada manifestación y opta por mezclarse entre la multitud, junto a otros referentes de su partido, como el senador Luis Naidenoff o el diputado Mario Arce.
Desde las filas “gildistas” piensan que las tres crisis políticas que vivieron por las medidas anti Covid-19 tuvieron como “aliado” involuntario justamente a la oposición, que al querer sumarse al descontento de los formoseños, indirectamente fortaleció políticamente a Insfrán.
Con un liderazgo inspirado en Gaspar Rodríguez de Francia, el líder paraguayo que hizo del aislacionismo su bandera a comienzos del siglo XIX, a Insfrán las críticas de afuera o la mirada crítica de los porteños parece fortalecerlo, siempre y cuando no sea acompañada por la simpatía de sus coprovincianos.
“Gildo no le tiene miedo a la mala prensa de los medios nacionales, le pueden decir cualquier cosa que, al contrario de molestarlo, para él lo fortalecen. Pero sí se cuida del descontento interno de los formoseños, él trata a los formoseños como sus hijos, con una actitud paternalista”, explicó a LA NACION, Adrián Bogado, quien lo enfrentó en las últimas elecciones y sacó el 30% de los votos (Insfrán ganó con un contundente 70%).
Indicios de crisis
Estos días, Insfrán tuvo temor, quizás por primera vez en dos décadas y media, porque fueron los propios formoseños los que empezaron a levantar la voz, descontentos por la dureza de sus medidas sanitarias.
Primero el problema fueron los varados que acampaban en condiciones deplorables en la chaqueña Puerto Eva Perón, esperando eternamente que les dieran un turno para entrar por Mansilla (principal acceso a la provincia desde Chaco), viviendo en algunos casos de la pesca en el río Bermejo.
El formoseño Mauro Bogado murió ahogado, tratando de cruzar a nado para ver a su esposa y su hija. Mientras la provincia le sacaba lustre a su estatus “libre de fallecidos por Covid-19”, sus medidas ocasionaban –indirectamente– un muerto.
La segunda crisis fue con los centros de aislamiento, las condiciones cuestionables en algunos de ellos y sobre todo, el control policial que se ejercía en esos sitios. Además, la obligación de hacer cuarentena para todos, incluso cualquiera que no tenía contactos estrechos y contaba con 2, 3 y hasta 4 test negativos.
En ambos casos, Gildo Insfrán retrocedió y flexibilizó las medidas, temeroso de que el descontento popular siguiera creciendo entre la población.
La tercera crisis estalló el jueves 4 de marzo, cuando el Comité para la Emergencia Covid-19 anunció el regreso, por cuarta vez, de Formosa capital a la fase 1 de la cuarentena. Ahí nomás, empezaron las protestas en la capital, que un día después iban a alcanzar la mayor virulencia de la que mucha gente tenga memoria en una manifestación contra el poder absoluto de Insfrán en sus 25 años en el cargo.
Los sectores que protagonizaron esas protestas son una parte de esa minoría que no vive del Estado formoseño y, al contrario, necesita recuperar cierta normalidad para poder generar ingresos: comerciantes, cuentapropistas, abogados (la Justicia provincial está de feria), deportistas, profesores de gimnasia, organizadores de eventos, artesanos y más.
Desacostumbrados a estas situaciones, a los efectivos de la policía antidisturbios se les fue de las manos la contención y pasaron a la represión. Disparos de bala a la cara, golpes de puño y palazos a hombres y mujeres, muchos de ellos jóvenes que en su vida habían enfrentado una situación parecida.
De los 104 detenidos (unas 30 mujeres) casi todos tenían entre 19 y 25 años, todos nacidos cuando Gildo Insfrán ya estaba en el poder. Son la “Generación Gildo”, los que no experimentaron otra cosa, no vivieron cómo el caudillo de Laguna Blanca fue consolidando su poder basado en el clientelismo, la dependencia del Estado y el control policial de los disidentes.
Muchos de estos jóvenes con la crisis del Covid no tuvieron miedo en manifestar que quieren otra cosa y mostrar su hartazgo de las insólitas medidas de Insfrán cuestionadas por la Justicia federal. Es muy distinta la actitud de una persona mayor ante la policía, que la de un joven, que exige de ese efectivo que lo cuide y le parece inaceptable cualquier otra actitud.
Fallos en contra de la Justicia
El descontento de una parte de los formoseños fue acompañado por la Justicia con varios fallos de la Corte Suprema y del fuero federal. “Resulta a todas luces excesivo el tiempo que llevan las medidas dispuestas en Clorinda”, apuntaron los jueces Rocía Alcalá, María Eugenia Denogens y Enrique Bosch, en el fallo emitido el viernes donde le ordena a Insfrán sacar a Clorinda del bloqueo sanitario en un lapso máximo de 5 días.
Ese fallo se sumó al de la Corte Suprema que le ordenó el mismo día dejar ingresar a una mujer para ver a su madre, y que pueda salir cuando lo necesite sin retenerla en centros de aislamiento. O el anterior fallo, cuando la CSJ ordenó a fines de noviembre pasado, que ingresaran más de 8.000 varados en un lapso máximo de 14 días.
Insfrán acató todas esas órdenes y, sobre todo, se cuidó de no azuzar más el descontento de los formoseños con la dureza de estas medidas, que es a lo que verdaderamente le tiene cuidado el caudillo peronista.
El jueves inauguró dos escuelas en la localidad de Fortín Cabo 1° Lugones, a 300 kilómetros de esta capital, y dejó de manifiesto este cuidado en no molestar más de la cuenta a los formoseños y reconoció que sus medidas eran antipáticas.
“Tuvimos que tomar medidas drásticas que no son muy simpáticas, sino desagradables, pero no existe otra manera. Van a insistir con su prédica de odio, buscando la división y el enfrentamiento entre nosotros”, por lo que “tenemos que pacificar nuestro espíritu”, señaló en un llamado a no dividir aguas internamente.
Un dato: lleva inauguradas 1.393 escuelas en 25 años, por ahí pasa una de las fortalezas del peronista.
Flexibilización oficial y flexibilización de hecho
Insfrán entendió en estas tres crisis que se estaba extralimitando con su estrategia contra el Covid-19 y cada vez que enfrentó un conato de rebeldía, flexibilizó las medidas y descomprimió inmediatamente la situación. Lo hizo con los varados y las cuarentenas eternas en los centros de aislamiento.
Hoy mucha gente puede hacer su cuarentena en casa, total o parcialmente. Incluso hay especulaciones de que en cualquier momento el caudillo peronista liberará totalmente el acceso a Formosa.
Pero la flexibilización más grande a las duras medidas sanitarias en Formosa no son las que emite el Comité de Emergencia Covid-19 cada día en su parte diario. Sino el laissez faire (dejar hacer, dejar pasar) que permite ante las abiertas violaciones a la fase 1 que se dan en la capital y en otros lugares, como Clorinda.
El caso más elocuente es el de los bares en el centro de la ciudad. El último viernes estaban todos abiertos y repletos de gente (no cabía un alfiler) en el coqueto boulevard 25 de Mayo. Todos se burlan de la fase 1 con la estrategia de “falso delivery” (que sí está habilitado). Consiste en cerrar los salones, poner las mesas en la vereda y hacerse un “autodelivery” que va de la cocina a la vereda.
“Se hace caso omiso al uso del barbijo y al distanciamiento social, organizándose fiestas clandestinas e inclusive hay bares abiertos”, dijo Insfrán el jueves, admitiendo que conoce perfectamente la situación.
¿Su respuesta? No hacer nada, porque sabe que generaría el hartazgo tanto de los dueños y empleados del sector gastronómico, muy castigados, como sobre todo de los formoseños que quieren salir a tener un momento de esparcimiento.
“Debemos deponer todas las cuestiones que nos puedan dividir y tenemos que unirnos para combatir contra ese único enemigo de todos que es el coronavirus”, explicó Insfrán, y por eso desde hace un tiempo, hace la vista gorda con todas las violaciones a la fase 1 que decretó el jueves 3 de marzo pasado. Insfrán se da cuenta que no hay margen para mucho más.
Provincia bien peronista, donde el Estado lo es todo
La provincia de Formosa es, probablemente, la más peronista de todas desde su génesis. “Obtuvimos el estatus de provincia en el segundo gobierno de Perón. El peronismo, cuando no estuvo proscripto, jamás perdió una elección en Formosa”, dijo a LA NACION, el diputado provincial Alejandro Navas, en una recorrida por Clorinda.
Tanto en la capital como Clorinda hay por todos lados estatuas, bustos, calles con los nombres de Juan Domingo Perón y Eva Perón. Y lo mismo sucede con la figura de Néstor Kirchner, que tiene en esta ciudad una enorme estatua. En Clorinda también hay una calle con su nombre.
Si bien la provincia de Formosa tiene altos niveles de pobreza, lo que muchos dirigentes de afuera no tienen en cuenta (y los formoseños sí) es que antes de Insfrán era aún mucho más pobre y postergada. En esto coinciden todos: oficialistas y opositores, aunque estos últimos se cuidan de decirlo en voz alta.
“Lógico que si buscás vas a encontrar cosas malas, porque nadie dice que vivimos en un paraíso. Pero ellos (por la oposición) tampoco saben de dónde venimos. No saben que no teníamos luz eléctrica las 24 horas ni conectividad, tampoco rutas, y ahora sí”, dijo Insfrán el jueves, casi argumentando por qué en Formosa hay una mirada distinta a la que tienen del caudillo en otros lugares del país.
Cuando Néstor Kirchner asumió el poder el 25 de mayo de 2003, dos días después llegó a Formosa (junto a su jefe de Gabinete, Alberto Fernández) y le otorgó a Insfrán el cheque multimillonario que lo iba a mantener en el poder hasta el día de hoy: la Reparación Histórica.
“Fueron fondos por el equivalente a miles de millones de dólares hoy por los cuales se pudieron construir escuelas, hospitales, rutas, obras hídricas y mejorar la infraestructura”, explicó Bogado, el último rival de Insfrán en las urnas. Eso le cambió las condiciones de vida a muchos formoseños.
En contraste, durante los cuatro años en el poder de Mauricio Macri, Formosa no recibió ninguna obra importante (la ruta nacional 11 de acceso a la provincia está peor que un camino secundario de la provincia de Buenos Aires), una actitud que lejos de debilitarlo, ayudó a consolidar más el poder de Insfrán y la simpatía de casi todos los formoseños por el peronismo.
LA NACION estuvo el viernes en Clorinda, apenas arribó había una cola de 5 kilómetros de camiones que buscaban cruzar a Asunción por el Paso Internacional San Ignacio de Loyola. Los camioneros hicieron un bloqueo, protestando porque un grupo de menos de 50 vecinos del barrio El Porteño, a su vez, hicieron un piquete y cerraron el paso internacional. Había algunos camioneros que esperaban hacía 3 días.
¿Cuál era el problema? “El agua no sale de la canilla hace tres años, nos la traen con tanques”, señaló una vecina, de condición muy humilde, como otra docena de personas que la acompañaban.
Clorinda tiene 100.000 habitantes, pero infraestructura para 50.000 personas. En el gobierno de Macri prometieron construir el nuevo tanque de agua que abastecería a toda la segunda ciudad formoseña, pero al final interrumpieron la obra.
Ese enorme tanque, equivalente a un edificio de 5 o 6 pisos, se está construyendo ahora mismo ya que el kirchnerismo mandó los fondos y pronto quedará listo. Para los vecinos de Clorinda marcará un antes y un después.
“Nosotros dejamos el cartel de Macri, prometiendo la obra”, explicó el diputado Navas. Y es cierto, ahí se puede ver el cartel del Plan Belgrano, con la inscripción “Haciendo lo que hay que hacer”. Más votos para Insfrán, razona el diputado Navas, casi disfrutándolo.
Dependencia del Estado y clientelismo
Como buen caudillo peronista, la dependencia del Estado es probablemente la clave principal del poder de Gildo Insfrán en Formosa.
“El 70% de los empleos son del Estado”, explicó a LA NACION, Ricardo Buryaile. Formosa es, además, probablemente la provincia más favorecida por el reparto de fondos de la Coparticipación Federal de Impuestos.
Por cada 1000 empleados privados registrados que hay en la Argentina, Formosa explica sólo 4. Es la menor cantidad (0,4%) junto a la provincia de La Rioja, según un relevamiento de la consultora Politikón a febrero.
Aquí todo pasa por el empleo estatal, que puede sostener gracias a la muy buena porción de coparticipación que recibe en comparación relativa con otras provincias. Formosa obtuvo en febrero $7.919 millones, con 630.000 habitantes estimados.
Misiones, que ostenta 1,3 millones de habitantes, recibió apenas $7.376 millones. La cuenta es simple: Gildo obtuvo $12.600 por habitante, mientras que el médico Oscar Herrera Ahuad en Misiones obtuvo solamente $5.700. Cabe destacar que la cantidad de habitantes es el parámetro principal (aunque no el único) en el reparto de la coparticipación. En segundo lugar, se ubica las necesidades de cada distrito y la capacidad de obtener recursos propios (por eso las provincias petroleras reciben una coparticipación baja).
Aún cuando el reparto tiene un criterio solidario, Formosa es una provincia de las más favorecidas, como también es cierto que perdería si la ley se actualizara, algo que se viene discutiendo hace 30 años.
Una paradoja: en 1994, un año antes de que Insfrán llegara al poder, la Convención Constituyente ordenó modernizar las alícuotas de esa ley que data de 1988 en un lapso máximo de dos años. El nuevo reparto probablemente hubiera perjudicado a Insfrán.
La nueva ley de Coparticipación, que lleva un retraso de 25 años, probó ser una verdadera quimera, ya que necesita el consenso de todas las provincias y las más favorecidas, como Formosa, jamás van a levantar la mano para terminar con menos recursos.
El control de la policía y el miedo
Insfrán sabe combinar la dependencia del Estado con el temor de la gente a perder ese favor. Cuando llegan las elecciones, son muy comunes las apretadas de los punteros políticos “advirtiendo” que si no se vota al candidato del caudillo, se pueden perder empleos, contratos o planes.
La otra clave del poder de Insfrán es el manejo de la policía que le responde incondicionalmente. “En la represión de la semana pasada algunos policías tenían ganas de pegar, tenían bronca”, explicaron a LA NACIÓN, Agustín Rojas y Julieta González, dos jóvenes que están encabezando las marchas de protesta y que fueron detenidos aquel día.
La policía está en todos lados y lo controla todo en Formosa. En la planta baja del hotel donde se aloja este enviado de LA NACION hay permanentemente tres efectivos, y cada tanto sube uno a la habitación simplemente a controlar.
En algún momento, la policía hizo sentir a muchos formoseños prisioneros y privados de su libertad en los centros de aislamiento, por el celo con el que controlaban que nadie se vaya. Lo mismo en los accesos a la provincia. Ningún policía se dejó conmover por las súplicas de sus coprovincianos que en algunos pasos quería ir “ahí nomás”, cruzar el puente San Martín e ingresar a la localidad de Mansilla.
“La policía le responde incondicionalmente a Insfrán, lo mismo que la Justicia, no tenemos justicia independiente en Formosa”, advirtió la concejala Gabriela Neme, una de las nuevas caras visibles de la protesta contra Gildo, una peronista disidente que suena como candidata para el 2023.
Con todo este panorama, queda claro que la gran amenaza para Gildo Insfrán puede venir de los propios formoseños, por eso el caudillo peronista se cuida mucho de no irritarlos más de la cuenta. En esta crisis quedó en claro que no es un todopoderoso, porque sus medidas se fueron diluyendo con los fallos de la Justicia y las protestas. Aunque también queda claro que si el de Laguna Blanca sabe corregir su rumbo cada vez que aparece cierto descontento, su poder no parece amenazado.
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