La feroz pelea por la UCR bonaerense profundizó la grieta interna y pone a Lousteau frente a una nueva crisis
Detrás de la disputa entre Abad y el grupo de Evolución Radical por el comité provincial está el debate por la estrategia electoral del año próximo y el vínculo con Milei; críticas a la conducción del jefe del UCR
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La feroz disputa por la conducción de la UCR bonaerense profundizó la grieta interna en el partido que conduce Martín Lousteau. Las turbulencias y peleas facciosas que genera en el Congreso el posicionamiento frente al gobierno de Javier Milei se trasladaron a la discusión por el control de la fuerza en el principal distrito electoral del país.
De un lado, quedó el sector que lidera Maximiliano Abad, un discípulo de Ernesto Sanz. Son los radicales que apostaron por Patricia Bullrich en la interna de Juntos por el Cambio de 2023 y ahora optan por preservar una posición equidistante del gobierno de Milei. Se ubican en la oposición dialoguista y toman distancia de la resistencia kirchnerista.
Enfrente está la tropa de Evolución Radical, la fuerza de Lousteau y Emiliano Yacobitti, que cerró una alianza con Facundo Manes con el objetivo de quedarse con el control del estratégico comité de la UCR de Buenos Aires. Enarbolan la idea de una oposición sin concesiones a Milei y rechazan cualquier entendimiento electoral con los libertarios en 2025.
Es que la pulseada de fondo en el radicalismo es por la definición del marco de alianzas para los próximos comicios, que se definirá en una convención nacional prevista para marzo o abril. ¿Habrá libertad de acción en los distritos o se impondrán límites a una eventual sociedad con los libertarios? Esa discusión ya arrancó en la cúpula del partido.
El radicalismo volvió a entrar en ebullición después de que se conocieran los resultados de los comicios partidarios del domingo en Buenos Aires. Según el escrutinio provisorio que realizó la Junta Electoral Partidaria, Miguel Fernández, el candidato apuntalado por Abad, se impuso en la interna sobre Pablo Domenichini, el delfín de Lousteau y Manes, por una diferencia de 7706 sufragios.
Sin embargo, Domenichini no reconoce el triunfo de Fernández e impugnó el proceso ante la justicia federal: denuncia supuestas irregularidades y falta de transparencia en el recuento de votos. El oficialismo lo niega. “El radicalismo de la provincia de Buenos Aires no puede seguir el camino de la Venezuela de Maduro”, expresó el espacio de Domenichini a través de un comunicado.
Entretanto, el grupo de Abad y Fernández denunció que el dirigente Pablo Nicoletti ingresó este martes junto a grupo de barrabravas a la sede del comité provincial en La Plata. “Hay temor por las personas y la documentación del comicio del domingo”, sostuvo la diputada nacional Karina Banfi.
La jugada del sector de Lousteau y Manes volvió a poner en crisis a la UCR, donde conviven visiones divergentes sobre cuál debe ser el rol del partido en el nuevo tablero político y cómo debe moverse para volver a ser una alternativa de poder. “Lousteau quiere colonizar al radicalismo y juega a todo o nada; está dañando la marca de la UCR, en lugar de ordenar. Se hizo todo para acordar, pero se negaron”, se quejan en el campamento de Abad. En un clima tenso, ya nadie descarta una fractura a nivel nacional.
No es casual que el bloque de Diputados que encabeza Rodrigo de Loredo haya estallado tras el debate por el veto presidencial a la ley que les otorgaba un aumento a los jubilados. Los cinco diputados díscolos –cuya afiliación fue suspendida por la Convención Nacional– que auxiliaron a Milei amenazan con actuar con autonomía. Por caso, mañana varios de ellos podrían volver a alinearse con los intereses de la Casa Rosada para defender el veto del jefe del Estado a la ley de financiamiento universitario. “El radicalismo está anarquizado”, se lamenta un referente nacional de la UCR.
Reproches cruzados y clima tenso
La cruzada de Lousteau, Yacobitti y Manes para arrebatarle el control de la UCR de Buenos Aires encolerizó a los detractores del economista y actual presidente del Comité Nacional. Lo acusan de actuar con una “mirada sectaria” que agudizó la división del radicalismo en lugar de trabajar para lograr una mayor cohesión interna. Y sospechan de los vínculos de Lousteau y Yacobitti con Sergio Massa.
“Lousteau tiene un método de construcción excluyente y faccioso; lo quieren desplazar a Abad porque no es un obsecuente”, remarca uno de los opositores del senador. Para Abad, retener el comité provincial era crucial si quería mantener con vida la chance de pelear por la presidencia de la UCR en 2025.
La tensa disputa en Buenos Aires agitó el avispero radical. La victoria de Fernández, el postulante de Abad, fue celebrada por los opositores internos de Lousteau, como el gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo. Crítico de la impronta que le dio Lousteau a la conducción de la fuerza, Cornejo apuesta a preservar los puentes con Milei.
Por su parte, Maximiliano Pullaro (Santa Fe), aliado de Lousteau en el mapa nacional, estuvo pendiente de los informes de Domenichini sobre el escrutinio. En cambio, Gustavo Valdés (Corrientes), otro de los críticos internos de Lousteau, se mostró prescindente en la discusión: ni empujó la lista de Abad ni cuestionó la actitud de Evolución Radical de impugnar el recuento provisorio. Con Yacobitti solo lo une el apoyo al pliego del juez Ariel Lijo, un asunto que divide aguas en la UCR.
Lousteau retiene poder en la estructura orgánica de la UCR gracias a la alianza que selló con el jujeño Gerardo Morales. En la Capital cerró filas con Daniel Angelici, quien supo ser su rival interno hasta hace poco tiempo. Y en el último tiempo comenzó a jugar en tándem en el Congreso nacional y en la provincia con Manes, uno de los opositores más acérrimos a Milei.
El jefe de la UCR no prevé pronunciarse sobre la disputa por el comité bonaerense hasta que se esclarezca el desenlace de los comicios, ya sea con el recuento definitivo como con la decisión de la justicia federal. Sus allegados justifican la apuesta de Evolución Radical de disputar el poder de Abad en el comité de Buenos Aires: insisten en que aspira a construir un radicalismo con identidad opositora y que “no se arrodille” ante el gobierno nacional.
En su tropa bonaerense apostaban a quedarse con las llaves del partido, aseguran, para recuperar “la vocación de liderar” una alianza. La idea era apuntalar a Manes como candidato en 2025 desde esa plataforma. Por eso, consideran que la narrativa de la fuerza en Buenos Aires debe alejarse de las propuestas de Pro y LLA, y alinearse con los lineamientos de Lousteau y edificar una alternativa opositora a Milei que sea “superadora” al kirchnerismo. “Queremos una construcción alejada de los extremos”, justifican. Por estos días, Lousteau aceleró las conversaciones con Horacio Rodríguez Larreta y Juan Schiaretti para explorar un acuerdo con vistas a 2025. Sus rivales internos sospechan que negocia un pacto con Leandro Santoro en la Capital para armar un frente anti-Macri y Milei. Lousteau y Yacobitti lo niegan.
Fragmentada y en plena crisis de identidad, la UCR se jugará su poder de representación en el Congreso en 2025. El año próximo renueva 24 de sus 33 bancas en Diputados y tres de sus 13 escaños en el Senado.
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