La falta de diálogo entre Kicillof y la oposición puso en jaque el funcionamiento del Bapro
El directorio del segundo banco más importante del país quedó con solo cuatro de sus nueve miembros, sin quórum para resolver sus funciones más sensibles
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En Santa Fe, Agustín Rossi se candidatea a senador nacional. En Buenos Aires, el Bapro, el segundo banco más importante del país y una herramienta esencial para la economía provincial durante el peor momento de la pandemia, se queda sin el quórum necesario en su directorio para sus funciones estratégicas: desde aprobar créditos mayores a 150 millones de pesos a firmar o actualizar contrataciones, ampliar su presupuesto o abrir sumarios.
Entre uno y otro extremo de ese dominó faltan piezas. La decisión de Rossi de enfrentar a los candidatos avalados por un acuerdo entre el gobernador Omar Perotti y Cristina Kirchner reveló una “regla ética” entonces desconocida del presidente Alberto Fernández: no se puede ser candidato y funcionario a la vez. Rossi dejó el ministerio de Defensa, donde lo reemplazó el senador Jorge Taiana. Taiana, que había suplantado a Cristina Kirchner en 2019 en la Cámara alta, fue reemplazado a su vez por la primera suplente de la boleta de Unidad Ciudadana de 2017: Juliana Di Tullio. Hasta el jueves, Di Tullio era la quinta integrante del directorio del Bapro, que desde 2019 tenía cuatro de sus nueve sillas vacías. Con su salida, el directorio se quedó sin quórum para sesionar. Debe hacerlo dos veces por semana.
Dominó, bola de nieve o efecto mariposa, más allá de cada uno de esos episodios individuales, la falta de quórum en el Bapro importa no solo por sus consecuencias prácticas en la economía, sino también por el hilo o el vacío político que revela: desde hace dos años que ni el gobierno de Axel Kicillof ni la oposición de Juntos por el Cambio pudieron entablar una conversación para completar el directorio del banco. También quedan por ocupar otros puestos en las empresas del Grupo Provincia.
No hay explicaciones oficiales por esa mora. Sí, acusaciones cruzadas. Mientras la oposición apunta al “hermetismo” y el desinterés del gobernador por entablar negociaciones políticas (un arquetipo que alimentan incluso sus aliados del peronismo), en La Plata giran el espejo: “¿Qué interlocutor válido quedó en Juntos por el Cambio?”, razonan, para recordar la salida de escena de María Eugenia Vidal y las fracturas que eso motivó dentro de Pro y con la UCR, que tiene su eco en el Senado, que debe dar acuerdo a los pliegos de los directores del Bapro con dos tercios de sus votos.
Según indicaron desde ambos espacios, tampoco se iniciaron conversaciones ahora, con la falta de quórum como hecho consumado. “Si lo hacemos ahora, en plena campaña, vamos a quedar como que estamos acordando”, fue un razonamiento que se repitió en más de una orilla. “Contubernio”, fue otro término que se tiró en la mesa. La alternativa, plantear que una negociación política en el dificilísimo marco que provee la campaña sea interpretada por la sociedad como un acto de madurez o responsabilidad, no aparece en los borradores.
Desde el Bapro buscan llevar tranquilidad. “El banco tiene mecanismos administrativos para funcionar durante esta coyuntura sin inconvenientes en todas sus operaciones, incluidas las crediticias”, afirmaron voces oficiales desde la entidad, ante la consulta de LA NACION. El mismo planteo sostuvieron desde el gabinete de Kicillof.
Sin embargo, cuando se pide una precisión sobre cuáles son esos mecanismos administrativos, que no aparecen a simple vista en la Carta Orgánica del Bapro, no hay respuesta.
Una fuente interna de la entidad, en cambio, señala que el banco “necesitará que en el corto plazo se resuelva el tema del quórum para definir sobre cuestiones estratégicas”. Otra lo planteó de una manera más descarnada: “Esto no puede durar mucho: no podemos no tener directorio dos semanas. No podemos funcionar”.
La parálisis política alimenta la intención de aplicar remedios caseros. Por caso, que Kicillof nombre a un director por decreto, y en comisión, para reemplazar a Di Tullio, hasta completar su mandato. Las dudas en la entidad se multiplican: “Aún si todos los papeles estuvieran en orden, ¿cuántos directores o gerentes estarían dispuestos a aprobar un crédito con el voto de un funcionario nombrado fuera el marco de la Carta Orgánica?”, razonó una fuente en diálogo con este diario.
Los créditos de más de $150 millones son parte de esas “cuestiones estratégicas” que el Bapro ahora no puede resolver. Parece mucho, pero es una máquina de 1,5 millones de dólares para una pyme. Lo mismo sucede con la actualización de contrataciones o la ampliación del presupuesto del banco, dos actos recurrentes e inevitables por la inflación.
Felicitaciones @ditulliojuli por tu nueva responsabilidad en el @SenadoArgentina. El pueblo de la provincia de Buenos Aires va a estar muy bien representado.@bancoprovincia pierde a una gran directora y compañera. Se te va a extrañar. 💚 pic.twitter.com/uxSYdngqfq
— Juan Cuattromo (@JCuattromo) August 19, 2021
La entidad funcionó en los últimos dos años -y hasta el jueves- con un presidente, Juan Cuattromo, y cuatro de sus ocho directores: la kirchnerista Di Tullio, el massista Sebastián Galmarini, Humberto Vivaldo, cercano al intendente de Almirante Brown, Mariano Cascallares, y el radical Diego Rodrigo. El quórum justo.
La intención de Kicillof era demorar la negociación con la oposición hasta diciembre, a la espera de una conformación más favorable del Senado, donde hoy Juntos por el Cambio tiene 26 bancas y el Frente de Todos, 20. Muy lejos de los dos tercios.
Pero nada hace pensar que a partir de diciembre, aún si tiene menos bancas, Juntos por el Cambio dejará de ser indispensable para alcanzar los dos tercios. La intención opositora es conservar la silla del radical Rodrigo y sumar otras tres.
Sería un eco del acuerdo que en enero de 2016, a cambio de la aprobación de su primer presupuesto, impulsó Vidal: designó a Juan Curuchet en la presidencia del Bapro y llevó al directorio –donde ya estaba el radical Rodrigo– a Felipe Hughes, Carlos Pérez y Mario Boindi, de Pro. El peronismo “dialoguista” se quedó con las otras cuatro sillas: dos para el Frente Renovador (Daniel Arroyo y Mario Meoni) y dos para dirigentes cercanos a Julián Domínguez y Florencio Randazzo: Andrea García y Eduardo Di Rocco, que para asumir debieron esperar la salida del sciolista Rafael Perelmiter y de Omar Galdurralde, ligado entonces a Aníbal Fernández, hoy a Martín Insaurralde.
Hoy, el mapa político se parece poco al de 2016. Pero el problema es otro: la falta de diálogo o, peor, de voluntad para intentarlo. Según testigos, esa fue la respuesta que ensayó Di Tullio cuando, ante la oportunidad de volver a convertirse en una de las espadas parlamentarias de Cristina Kirchner, esta vez en el Senado, desde La Plata le pidieron quedarse en el Bapro, para que no se perdiera el quórum. “Ustedes no pudieron ni quisieron acordar, ¿y me van a echar la culpa a mí?”, escuchó un convidado. Si hubo un contraargumento, no se conoce. El jueves juró como senadora.
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