La evolución de Juan Carlos Maqueda despejó las especulaciones sobre su continuidad en el tribunal
El juez regresó a su despacho al día siguiente de ser dado de alta, tras estar 48 horas internado por un síncope; el Gobierno eligió el silencio
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El desvanecimiento del juez de la Corte Suprema de Justicia Juan Carlos Maqueda en un restaurante porteño, dos domingos atrás, encendió una luz de alerta entre sus colegas y en la oposición, a la vez que reafirmó en el Gobierno la idea de seguir bregado por una ampliación del máximo tribunal. Sin embargo, en la Corte las caras preocupadas duraron poco, porque Maqueda fue dado de alta a las 48 horas y al día siguiente fue a su despacho de Tribunales, a trabajar.
El incidente se produjo el 23 de enero, cuando Maqueda estaba almorzando con su mujer en un restaurante de la Recova de Posadas y se descompuso en la mesa. Uno de los comensales advirtió que estaba pálido, sus músculos se aflojaron y tuvo una especie de desvanecimiento. Los encargados del lugar llamaron al SAME, que lo trasladó al Hospital Fernández y de ahí, una vez compensado, al Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento (IADT), donde Maqueda quedó bajo observación. Sufrió un síncope vasovagal benigno, dijeron sus colaboradores.
Un comensal fue quien llamó a un funcionario de la Corte, su conocido, y le advirtió sobre la crisis de salud del juez. De inmediato, los cortesanos –la mayoría estaba en Buenos Aires– supieron lo que le ocurría a su colega y siguieron la evolución de su salud.
En el Gobierno nadie hizo comentarios públicos sobre la situación del juez, pero siguieron con atención su evolución. El presidente Alberto Fernández viene anunciando la necesidad de cambiar el funcionamiento de la Corte Suprema y de ampliar la cantidad de jueces, pero el oficialismo no tiene los votos necesarios en el Congreso para aprobar una ley en ese sentido o para darle acuerdo a sus candidatos para integrar el máximo tribunal. El resultado de las elecciones del año pasado lo alejaron aún más de esa meta, una de las prioridades del kirchnerismo de paladar negro.
La Corte quedó el año pasado con cuatro miembros tras la renuncia de la jueza Elena Highton de Nolasco.
Un sector de la Casa Rosada, a pesar de no tener fuerza política para provocar los cambios, convocó a la marcha del martes pasado para reclamar la renuncia de los jueces de la Corte. La protesta no tuvo el impacto esperado entre los magistrados. Tampoco la contramarcha, dos días después.
La evolución de la salud de Maqueda fue seguida también por los referentes judiciales de la oposición, que se preocuparon por el magistrado hasta que descartaron cualquier inconveniente cuando supieron que le iban a dar de alta rápidamente y que estaba en condiciones de regresar a su trabajo.
“Sí, claro que preocupó, pero ya está bien”, dijo un dirigente de Cambiemos. Las fuentes rechazaron que se haya planteado la conveniencia de ampliar la Corte tras este suceso. “No hubo ninguna especulación, ni del Gobierno ni de la oposición, todo se resolvió con rapidez”, explicó otro habitual consejero legal en Juntos por el Cambio.
Maqueda fue sometido a una tomografía, a estudios cardiovasculares y permaneció dos días en el Instituto del Diágnóstico. Pero los análisis y los estudios de imágenes dieron resultados normales, por lo que la preocupación cedió rápidamente.
En la Corte Suprema dejaron trascender de inmediato la evolución favorable del cuadro de salud del juez, como una manera de despejar operaciones políticas que abonaran la idea de la necesidad de ampliar el número de jueces del máximo tribunal.
Informaron que Maqueda, cordobés, de 72 años, monitorea su salud permanentemente. En 2014, el magistrado había tenido un episodio similar en una visita a la Embajada de Italia y también estuvo internado en el lugar donde fue tratado días atrás. Diez años antes había tenido su primera intervención, cuando fue sometido a una angioplastia.
Maqueda forma parte de la Corte Suprema desde 2002 y estuvo a cargo del tribunal durante toda la segunda quincena de enero.
Apenas fue dado de alta, Maqueda fue a trabajar a su despacho del Palacio de Justicia, donde compartió la guardia de la segunda mitad de enero con el vicepresidente de la Corte, Carlos Rosenkrantz.
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