La evidencia más clara del fin de un ciclo político
"Te juro que le quiero pedir perdón a [Eduardo] Freiler". La frase, que salió ayer de la boca de un influyente dirigente oficialista, resumía la frustración del ala más combativa del Cambiemos contra los jueces federales de Comodoro Py. A dos años de su destitución, el juicio político contra el camarista Freiler más que un caso emblemático se convirtió en una excepción.
Los idas y venidas por la acusación contra el juez Rodolfo Canicoba Corral dejaron expuestas las diferencias internas que atravesaron al macrismo, pero también las falencias del espacio que prefirió, en los últimos años, una convivencia pacífica con los jueces de Comodoro Py.
Ahora, el futuro de Canicoba Corral, Ariel Lijo, Claudio Bonadio y Luis Rodríguez, entre otros, quedará en manos del nuevo Consejo, con mayoría kirchnerista.
La derrota electoral, además, acentuó el desconcierto. El presidente Mauricio Macri se enteró 24 horas antes sobre el beneficio para Canicoba Corral que había sido pedido por el propio oficialismo.
"Estamos tapados. ¿Sabés todos los temas que tenemos?", se justificaron en la Casa Rosada. El Presidente recibió la noticia de la peor manera: un allegado se acercó hasta su despacho con una crítica por tener que soportar esta situación menos de un mes antes de dejar su cargo.
El Presidente hizo una mueca de malestar, pero prefirió no intervenir, según reconstruyó LA NACION entre fuentes oficiales.
Salvo en contadas excepciones, la reacción de Macri para estos temas fue similar: dejar hacer. Ya sea por el impulso de Elisa Carrió o de otros interlocutores para la Justicia, como el dirigente Daniel Angelici o el titular de la Agencia Federal de Inteligencia, Gustavo Arribas.
Cuando intervino, en cambio, el Consejo respondió, como ocurrió con el caso Freiler y también con los camaristas que liberaron el año pasado al empresario Cristóbal López.
"Antes éramos un ejército. Ahora solo aparecen francotiradores", resumió otro dirigente de Cambiemos, en alusión al consejero oficialista Juan Pablo Más Vélez, que había intentado beneficiar a Canicoba Corral, para sorpresa de la Casa Rosada.
Si hasta varios miembros de la mesa que lleva temas de Justicia juraban ayer haberse enterado por los diarios de que el juez Lijo, que instruye el caso del Correo Argentino (que involucra a la familia Macri), iba a ser beneficiado en un expediente clave.
Con o sin intención, no era la primera vez que el oficialismo salvaba a Lijo, acusado por el incremento patrimonial de su hermano Freddy desde que él asumió como juez federal.
LA NACION contó en noviembre de 2017 que días antes de la destitución de Freiler, y ante el temor de una embestida contra Comodoro Py, Daniel Angelici había pedido una oportunidad para Lijo ante la mirada del ministro de Justicia, Germán Garavano, y Arribas, entre otros.
"Con Freiler rompimos un código. Casi ninguno de los jueces es capaz de soportar una investigación así. Y en vez de aprovechar y darle para adelante...", lanzó un dirigente cercano a Carrió.
Mientras el oficialismo administra sus desinteligencias, los hombres más próximos al presidente electo Alberto Fernández en temas de Justicia prefieren todavía no intervenir. Al menos públicamente.
Desde su entorno recuerdan que Canicoba Corral está a punto de cumplir 75 años y que si desea continuar deberá ser ratificado por el Senado.
Tampoco se olvidan de que procesó "injustamente" a Claudio Moroni, un dirigente de máxima confianza del presidente electo que suena con fuerza como posible ministro de Trabajo.
"Al rengo hay que verlo caminar, pero poné una ficha por Alberto [Fernández]", dijo, optimista, un dirigente porteño que lo trata a diario.
El mundo que rodea a los tribunales de Comodoro Py, que parecía molesto con el desembarco de Macri, ya lo espera -cuatro años después- tan cómodo como siempre.
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