La estrategia de Sergio Massa para el ballottage: los aliados que buscará para saltar la muralla del “antikirchnerismo”
El candidato del oficialismo mantendrá la misma línea discursiva de la campaña, aunque intentará cosechar respaldos en el radicalismo, el peronismo
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“Ahora empieza otra elección”, era la sentencia compartida en el complejo “C” del barrio de Chacarita, cuando las primeras mesas auguraban la llegada de Sergio Massa a disputar el ballottage del 19 de noviembre, encendían las sonrisas y multiplicaban los abrazos en el campamento de Unión por la Patria.
Junto con la alegría por un resultado que, de algún modo, esperaban cerca del ministro-candidato, aparecía la preocupación adicional: cómo descontar la ventaja que, en teoría, llevan consigo los candidatos del antikirchnerismo, en este caso los libertarios de Javier Milei, que superó los treinta puntos porcentuales, aunque quedó golpeado de cara a lo que vendrá.
“Ganamos. Salimos primeros. Eso lo tenemos así hace 15 días. El tema ahora es la diferencia con el segundo de cara al ballottage”, hacían cuentas en el entorno del tigrense, con un dato duro que no alcanzaba a esconder la algarabía kirchnerista: el 50% de los que concurran a votar en la segunda vuelta deberá hacerlo por “una segunda o tercera preferencia”, reconocían en el búnker de Unión por la Patria, mientras los bombos comenzaban a sonar en el escenario ubicado en la esquina de Dorrego y Corrientes.
Cuando quedó definida la ventaja de más de un millón de votos en relación a Milei, cerca de Massa se entusiasmaron. “Tenemos chances de llegar al 50″, se repetían, mientras el tigrense y Kicillof compartían el cuarto piso del complejo, donde todo era alegría.
Aún en el ir y venir de actas con información positiva, cerca de Massa reiteraban que la apelación a un gobierno de “unidad nacional”, lanzada durante la campaña, será una de las herramientas para ir a buscar los votos de radicales y peronistas que hayan optado por la candidata de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, que quedaba finalmente lejos del ballottage, o el peronista cordobés Juan Schiaretti, que obtenía un resultado mucho mejor que en las PASO y rozaba el 7% de los votos. Ni hablar de los votos de Myriam Bregman, del Frente de Izquierda, que si bien obtenía un 2,66%, eran considerados propios casi por default. “Diez puntos de Schiaretti y Bregman, más lo que le podamos sacar de los votantes de Bullrich, ahí superamos el 50. Milei no suma más que de Juntos por el Cambio”.
En el oficialismo siguieron con atención los recientes movimientos de un sector del radicalismo, el que encabezan Martín Lousteau y Emiliano Yacobitti, quienes jugaron para el jefe de gobierno Horacio Rodríguez Larreta en su interna con Bullrich y quedaron marginados de la campaña nacional y porteña. “Ellos ya dijeron que nunca votarían a Milei, esperamos su apoyo en esta elección”, afirmaron desde el Frente Renovador, donde ya durante la semana habían apuntado que el exgobernador radical de Corrientes, Ricardo Colombi, había explicitado su apoyo por Massa, lejos de la estrategia de su sucesor, el actual gobernador Gustavo Valdés, jugado por la candidatura de Bullrich.
Otro de los viejos aliados de Massa, el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, era también contabilizado como parte de las negociaciones que Massa encarará a partir del lunes para sumar, en lo posible de manera explícita, a dirigentes que le arrimen votos en la contienda final por la Presidencia.
En el sentido inverso, en el kirchnerismo daban por descontado que buena parte de los votantes “halcones” que ayer se inclinaron por Bullrich irán a Javier Milei, aunque se consolaban con el hecho de que esos votos –según afirman– “jamás nos votarían a nosotros”. La apelación de Bullrich de unirse “para terminar con el populismo” pareció, según evaluaron desde el búnker kirchnerista, un guiño hacia el candidato de La Libertad Avanza.
“Tenemos que encarar el ballottage con humildad, abrazando a todos, entendiendo que para un argentino no hay nada mejor que otro argentino, que se requiere unidad nacional, no creérsela, seguir por este camino”, dijo a LA NACION el funcionario y dirigente del Movimiento Evita, Fernando “Chino” Navarro, sin ocultar su satisfacción, en medio de un búnker repleto de gritos y fervor. “No nos alcanza con la provincia, necesitamos que Massa sea Presidente”, dijo el ya reelecto Axel Kicillof, un respaldo que también Massa esperaba para las tres semanas que lo separan de la segunda y definitiva vuelta.
Eso sí, en eso de “seguir el camino como hasta ahora”, en el oficialismo descontaban que tanto la vicepresidenta Cristina Kirchner como el presidente Alberto Fernández continuarán alejados de los flashes y no participarán de la campaña, breve pero intensa, que le espera a Massa.
“Así estuvo bien, no hay por qué cambiar”, repetían en el complejo C, en una jornada en la que la vicepresidenta había erizado la piel del comando de campaña cuando, desde Santa Cruz y luego de emitir su voto, se desligaba del gobierno de Alberto Fernández y había aclarado que las decisiones las había tomado el primer mandatario. “No podemos meternos de nuevo en la interna, y menos ahora”, se quejaba un exministro del gobierno de Fernández, algo sorprendido por la performance de Massa y de Unión por la Patria luego de meses de inflación y descalabro económico.
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