La empresa que controla la SUBE, sin oficina en Inglaterra
Su domicilio registrado en Gran Bretaña es de un estudio de contadores que recibe su correspondencia; en la fachada de esa oficina funciona una peluquería
OXFORD.- En el Fnky-Hair Salon , una peluquería del pueblo de Bicester, Inglaterra, nada conocen sobre la tarjeta SUBE ni sobre los problemas del transporte en la Argentina. Sin embargo, esta peluquería ocupa la fachada principal de la supuesta casa matriz de Global Infrastructure (GI) , la empresa británica a cargo de supervisar el funcionamiento del boleto electrónico en Buenos Aires.
LA NACION comprobó que GI no tiene casa matriz en Inglaterra. La empresa que controla la SUBE se constituyó en Londres con un domicilio virtual y mudó su dirección a un pueblo de 29.000 habitantes. En el contrafrente de la peluquería funciona un estudio de contadores que se encarga de recibir su correspondencia. Ese es el único contacto británico de la firma que controla la SUBE. Tampoco cuenta con oficinas en la Argentina.
GI encabezó el consorcio integrado por ex asesores de la Secretaría de Transporte que ganaron la licitación para supervisar el boleto electrónico , pese a que una reconocida consultora internacional ofreció una oferta $ 10 millones más económica. Actualmente, la empresa inglesa está a cargo del "liderazgo técnico". Stephen Chandler, dueño de la firma, es el máximo responsable de controlar la tarjeta.
GI no existía cuando la licitación para supervisar el boleto electrónico ya había comenzado. La sociedad fue inscripta el 22 de junio de 2009 en el registro oficial de Inglaterra y Gales con un capital de 1 libra. Su domicilio fundacional era 78 York Street, en Londres, una dirección alquilada por 60 dólares mensuales que funciona como oficina virtual. Con esos mismos datos, la firma inglesa está registrada ante la Inspección General de Justicia de la Argentina.
Meses después de su inscripción en Inglaterra, la empresa cambió su domicilio. Según informó al registro oficial británico, Companies House , la dirección exacta que figura en los estatutos es Claremont House, Deans Court, Bicester, Oxon OX26 6BW.
Claremont House, la supuesta sede central de GI, tiene como entrada principal una peluquería llamada Fnky-Hair Salon. El local, decorado en su ventana con banderas Unión Jack, ofrece también tatuajes y piercing. No hay placa ni cartel que identifique al sitio como la sede de la firma que controla la SUBE. En los negocios de los alrededores nadie escuchó hablar de la empresa.
Correspondencia
Sobre un costado de la fachada de Claremont House se puede tomar un oscuro callejón techado para acceder al centro comercial Deans Court, que también figura en el domicilio oficial de GI. En el contrafrente de la peluquería, frente a un negocio de golosinas y otro de reparación de electrodomésticos, se encuentra el estudio Baxter Payne &Haigh. Es la firma de contadores que Chandler registró como su domicilio profesional ante distintos movimientos administrativos de la firma.
Las oficinas de Baxter Payne & Haigh tienen la típica dimensión de una firma notarial provincial. Su especialidad es la contaduría de empresas de la construcción, rurales y de pequeñas inversiones británicas. Su página web no hace referencia alguna a GI.
Cuando LA NACION llamó a Baxter Payne & Haigh para consultar su relación con GI, la respuesta fue contundente. La única forma de impedir que la empleada que atendió el llamado no cortara la comunicación fue cuando rápidamente se le preguntó si estaba al tanto de que los responsables de GI habían registrado su dirección como sede oficial. Sólo entonces la vocera de Baxter Payne & Haigh recordó que era uno de sus "muchos clientes".
Entre los servicios que los contadores de Bicester prestan a sus clientes, reciben y retransmiten su correspondencia. "Aquí no hay nadie que trabaje en la firma que usted menciona- indicó la vocera -. Pero si nos envía una carta dirigida a GI, nosotros nos encargaremos de hacérsela llegar", dijo.
LA NACION intentó contactarse con Chandler, pero el británico prefirió no hablar con este medio. Pese a ser consultada en distintas ocasiones, la Secretaría de Transporte también evitó pronunciarse sobre el tema.
Sin oficina local
Un consorcio liderado por GI audita la puesta en marcha y la operación de la SUBE, a cargo de la empresa Nación Servicios SA (NSSA). Las tareas consisten en supervisar el montaje de equipos de validación y recarga de tarjetas, controlar el software, inspeccionar la transferencia de datos y verificar la cobertura de la red de bocas de entrega de la tarjeta.
La auditoría del SUBE es clave para controlar a los funcionarios a cargo del boleto electrónico. Pese a que contó con $ 65 millones para supervisar la puesta en marcha, la Secretaría de Transporte no pudo evitar que gestionar la tarjeta se convirtiera en un engorroso trámite para millones de argentinos.
A pesar de que ejerce el liderazgo técnico de la supervisión, GI tampoco tiene sede en la Argentina: en Tucuman 1, 4° piso -dirección señalada en su página web-, funciona un estudio de abogados que atendió la cuenta de la firma británica apenas desembarcó en el país, pero -según expresaron- ya no mantiene ningún vínculo. Ese todavía es su domicilio legal en la Argentina.
CRONOLOGIA
LA NACION reveló que Chandler, dueño de la empresa, realizó gestiones antes de la licitación en la que obtuvo rédito: la firma inglesa, que fue creada durante el proceso, ganó el concurso. El líder de la compañía estuvo con los funcionarios de Transporte que meses después recomendaron contratar a GI pese a que el consorcio compuesto por PWC-Barimont SA realizó una oferta $ 10 millones más económica. La empresa Deloitte también participó en la última etapa de la licitación, aunque su propuesta perdió competitividad al superar en $ 25 millones el presupuesto estatal.
Luego del encuentro con los funcionarios de Transporte, Chandler también se reunió con el presidente de NSSA, empresa del Banco Nación que opera la SUBE y que ahora el consultor inglés debe controlar.
El liderazgo de GI se fundamentó en el currículum de Chandler. Según consta en su CV, este especialista de 58 años fue vicepresidente de Electronic Data System, entidad que participó en el desarrollo de la tarjeta Oyster card de Londres. Según el contrato al que accedió LA NACION, el consultor inglés cobra 40.000 dólares mensuales. Casi 2 millones de dólares por los cuatro años de trabajo. Aunque su labor requiere ocupación full-time, Chandler alterna su estadía entre la Argentina y Gran Bretaña, su lugar de residencia.
El consultor británico no es el único contratado en dólares por Transporte. También Marcela Ashley y Steve Beer, sus asistentes para controlar la SUBE, fueron empleados en las mismas condiciones. Entre los dos suman contratos por unos 650.000 dólares. LA NACION intentó contactarse con ellos para consultarles sobre sus tareas específicas, pero no pudo ubicarlos en Buenos Aires.
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iruiz@lanacion.com.ar
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