La emoción del Papa al bendecir una imagen de Virgen de Luján que estuvo en Malvinas
ROMA.- Hubo mucha emoción, simbolismo y un clima de gran hermandad hoy, cuando el Papa protagonizó una histórica devolución a la Argentina de una imagen de la Virgen de Luján que había estado en Malvinas y de la que se le habían perdido los rastros, que estuvo 37 años guardada en la Catedral Castrense de San Miguel y San Jorge en Aldershot, en el condado de Hampshire, 60 kilómetros al suroeste de Londres.
La histórica restitución tuvo lugar al término de la audiencia general de los miércoles en la que esta imagen, que restituyó el obispo castrense británico, monseñor Paul James Mason, estuvo en un lugar privilegiado: al lado del crucifijo que presidió la catequesis y a metros del Papa, en el sagrato de la Plaza de San Pedro.
En señal de gratitud ante este gesto de reparación, el obispo castrense argentino, Santiago Olivera, le regaló a Mason otra imagen de la patrona de la Argentina. "Gracias, gracias", dijo el Papa, que además de avalar este más que trascendente intercambio de imágenes, materialmente realizó el intercambio y le dio una imagen al obispo castrense británico y la otro al argentino. Todo ocurrió muy rápido y un poco caóticamente en las escalinatas del sagrado de la Plaza de San Pedro, mientras rodeaban a Francisco excombatientes con medallas colgadas al pecho, familiares de caídos, monjas bonaerenses y laicos del grupo "La Fe del Centurión" de la diócesis de Quilmes, que fueron clave a la hora de rastrear y localizar a la imagen de la Virgen de Luján de las Malvinas que se había extraviado.
Como suele ocurrir en los momentos más solemnes el Papa, que bendijo las dos imágenes, con su clásico sentido del humor distendió el clima. "Es más linda", le dijo a monseñor Mason, señalando la réplica de la Virgen que le fue donada. Al margen del humor, también hubo mucha emoción y dolor, como cuando el exarzobispo de Buenos Aires rezó, concentrado, en silencio, ante una placa de granito del cementerio de Darwin, con la leyenda "Soldado argentino sólo conocido por Dios", que luego también tocó con las manos y besó.
Invitación a Malvinas
Sostenía la placa Daniel Doronzoro, laico del grupo "La Fe del Centurión" -que ayuda a excombatientes-, quien contó a LA NACION que le entregó al Papa una carta proponiéndole viajar a Malvinas en 2021 para presidir un encuentro ecuménico entre la Iglesia católica y la Iglesia anglicana, del Reino Unido, cuya jefa es la Reina. "También le acercamos la misma propuesta al obispo castrense británico", dijo Doronzoro.
María Fernanda Araujo, presidenta de la Comisión Familiares de Caídos, detalló que la placa en la que se detuvo a orar el Papa, que era una de las 121 cruces anónimas de las 230 del cementerio de Darwin, acompañó durante más de 14 años la tumba de su hermano, Elvio Eduardo Araujo, que finalmente fue localizado después de 36 años de la guerra.
En un clima de gran cercanía, Francisco aceptó con gusto mates que le acercaron sus compatriotas, que le hicieron bendecir fotos, rosarios, imágenes y le regalaron diversos obsequios. Se sacó fotos y abrazó a varios excombatientes con boinas y medallas al pecho, como Jorge Palacios, soldado del regimiento 25 de Infantería Sarmiento, que se salvó durante la guerra gracias a "un milagro" de la Virgen. De hecho existe una foto histórica de él en la que lleva a la Virgen en procesión, el 8 de mayo de 1982, porque cuatro días antes estuvo a punto de morir por una bomba que cayó a pocos metros de él, cuando estaba de guardia cerca del aeropuerto. "La repatriación de esta Virgen corona el milagro que yo viví", dijo Palacios, conmovido.
Francisco también abrazó al sacerdote salesiano y capellán de las Islas durante el conflicto, Vicente Martínez Torrens, autor del libro Dios en la trinchera, que llevaba un chaleco con cuatro medallas colgadas. "Es un día histórico, primero porque hemos estado más de 35 años sin saber de la imagen y ahora regresa y con esta recepción: es un momento muy especial. Y también para nuestro país: en este momento necesitamos de estos gestos de unidad y de paz. Por eso pedimos que continúe ella la obra que comenzó allí en Malvinas, la presencia fue constante y esperamos que se repita", dijo.
El mismo concepto expresaron Alfredo Páez, Marcelo Sánchez, Rubén Marchetti, Miguel Ángel Trinidad, José Luis Castellani y César González Trejo, veteranos de guerra también muy emocionados, que vivieron un momento único. "Esto reviste una simbología política más que especial, el Papa nos reconoció como veteranos, es el Papa de todos y fue él que logró la mediación para que el Reino Unido devolviera la Virgen", dijeron. "Es importante que la Virgen traiga reconciliación y genere la unidad que necesitamos en el país. Todos los veteranos tenemos ideas políticas distintas, pero somos hermanos, tenemos una causa común mayor, la malvinidad, que supera las divisiones internas", destacaron.
Traslado
También quedó más que satisfecho el obispo castrense británico, que confesó a LA NACION que como hace muy poco llegó a ese cargo, desconocía que la estatuilla argentina se encontraba en la catedral castrense. "Para mí es una gran oportunidad, porque es un gesto simbólico de dos naciones que quieren entenderse y que comparten la fe porque somos católicos", subrayó Mason, que llevó hasta el Vaticano a la Virgen cuidadosamente embalada y metida adentro de un contenedor negro con ruedas que arrastró por la via della Conciliazione. A la hora de los controles para ingresar en la Plaza de San Pedro, el obispo inglés debió abrir el contender ante gendarmes del Vaticano.
Mason, que en febrero viajará a la Argentina y que espera visitar el Santuario de Luján para conocer a la verdadera imagen, estuvo acompañado por una delegación que incluyó laicos y capellanes militares. Entre ellos estaba el padre Alfred Hayes, que fue quien al final del conflicto decidió llevarse la estatuilla de Luján a su país. "Nadie la robó, sino que la Cruz Roja me dijo que me la llevara... Nadie sabía su significado", comentó a LA NACION el padre Alfred, que también fue saludado muy cariñosamente por el Papa.
Al final de la ceremonia, hubo escenas de devoción hacia la estatuilla de Luján perdida y ahora recuperada, que volverá al país este fin de semana. No solo argentinos presentes en la audiencia quisieron tocarla y besarla, sino también fieles de otros países. "Fue una experiencia de fe, de Iglesia", dijo el obispo Olivera, que, sin ocultar la emoción, llevaba como si fuera un trofeo, en sus brazos, la imagen restituida. "Fue un momento histórico, de una gran emoción y de significado de fraternidad entre los pueblos y de la Madre, que nos une. Esto es increíble, la Madre es Madre de todos, de ingleses y argentinos, y espero que en esta hora los argentinos podamos elevar nuestra mirada hacia Jesús y María y que ella nos recuerde que somos hermanos. Esta es la clave para seguir trabajando en este tiempo que nos toca".
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