La elección de Manzur: Fernández busca ganar músculo político, pero debe contener a parte del gabinete
El Presidente priorizó el volumen territorial del tucumano por sobre el perfil de gestor; el ala feminista del gabinete se sintió desamparada
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Quienes se pararon del lado de Alberto Fernández en el fuego cruzado con Cristina Kirchner no lo dudan. Hace mucho tiempo que el Presidente debía ganar volumen político frente a su vice y hacia afuera y, para eso, debía nutrirse del caldero de poder de los gobernadores.
Mandatarios provinciales, intendentes y gremialistas debieron ser su sostén, pero el jefe de Estado nunca quiso fomentar el “albertismo”. “Ahora llegó el momento de ganar poder político y eso tenía que ser con la incorporación de un gobernador, uno que haya sido ganador en las elecciones”.
El sanitarista tucumano y flamante jefe de Gabinete, Juan Manzur, fue uno de los mandatarios que le ofrendó una victoria al PJ en las PASO (con casi el 60%) y además se impuso en la interna con su vice, Osvaldo Jaldo. Tras la costosa crisis interna, el Gobierno espera ahora fortalecerse en la nueva campaña electoral con los caciques territoriales del norte de su lado. “Federalismo, peronismo y amplitud política”, resumió un importantísimo actor de la coalición oficialista.
De buena relación con el Presidente, en la campaña 2019 Manzur había sido un importante armador político de Fernández -en el Frente de Todos aún recuerdan el asado para 5000 personas en Tucumán- y le había hecho un puente con empresarios y gremialistas vinculados a la sanidad, como Hugo Sigman (Insud) y el titular de la CGT, Héctor Daer (Sanidad).
Sin embargo, esa pata se desinfló cuando se inició la gestión. Tras el triunfo de hace dos años, Manzur intentó sin éxito fortalecer la línea albertista en la coalición de gobierno y el equilibrio de poder interno se desbalanceó.
Aval de Cristina
En su catártica carta del jueves, Cristina se encargó de dejar en claro que ella dio el visto bueno para que Manzur recalara como jefe de Gabinete, a pesar de las desaveniencias que había tenido con el tucumano en el pasado. Es decir que, si bien no es alguien de su riñón, Fernández no se lo impuso.
“Si fuera por Cristina, no pondría a Manzur. Ella lo acepta, no lo elige”, advirtió un importante funcionario del riñón del Presidente.
La salida de Santiago Cafiero y la entrada de Manzur se venía trabajando desde la derrota electoral del domingo, pero Cristina anticipó la jugada. En la Casa Rosada, cuando leyeron la misiva, reaccionaron: “Lo quemó”. Es que el tucumano enfrenta fuertes tensiones con su vicegobernador, que amenaza con disputarle el PJ tucumano. Para convencerlo de dar el salto a Nación y dejar su terruño, la Casa Rosada intentó neutralizar a Jaldo con un cargo en el Gobierno, pero fracasó. Por lo pronto Manzur no renunció, sino que se pidió licencia en la gobernación.
El nuevo perfil
Con la elección de Manzur, Fernández priorizó el músculo político por sobre el gestor. Si bien el tucumano ocupó todo tipo de cargos ejecutivos -fue desde sanitarista de La Matanza hasta la gobernador, pasando por ministro de Salud del kirchnerismo- lo cierto es que en la Casa Rosada muchos se preguntan con qué estilo coordinará la diaria de un gabinete de 20 ministerios. También si sostendrá a las segundas y terceras líneas que acompañaban a Cafiero en la jefatura de Gabinete.
Muchos funcionarios que quedarán bajo su ala lo observan más como un caudillo del PJ que como un moderno gestor. “Hay que contener al ala progresista del gabinete”, advirtió un importante colaborador de Balcarce 50.
No de casualidad, ayer Fernández recibió en Olivos -antes de viajar a La Rioja- a la ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta. El sector feminista del Gobierno, pero también el electorado verde del FdT se sintió desamparado por la designación y así lo manifestó en redes sociales. Es conocido que Manzur es un férreo detractor del aborto legal y fue denunciado por la ministra por el caso de una niña de 11 años que había sido abusada y fue obligada a tener una cesárea.
La otra duda que plantea el aterrizaje de Manzur en la cúpula del equipo nacional es cómo continuará la relación con los gobernadores, con una terminal en el ministerio del Interior, que seguirá a cargo del camporista Eduardo “Wado” De Pedro, y una puerta que tocar en la jefatura del Gabinete. Sobre todo porque Fernández quedó con una herida profunda con De Pedro por haber dado el puntapié inicial de las renuncias en masa, sin previo aviso.
“Wado representa otra cosa en el Gobierno. Además siempre se llevó bien con Manzur”, advirtieron cerca del ministro del Interior.
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