La dura advertencia sindical por la inflación
El termómetro de los sindicalistas suele anticiparse a las crisis. No falla, por lo general. Es un don que les otorgó el paso del tiempo en sillones de mando en los que el recambio no se produce con frecuencia. Algunos de los dirigentes más longevos, que incluso ya llevaban en 2001 décadas de recorrido, advierten hoy un riesgoso vértigo y es por eso que levantaron la voz para forzar una reacción del Gobierno. Presionaron en tándem por la reactivación de la economía en uno de los momentos más críticos de la pandemia por el coronavirus.
La cúpula de la CGT se lo planteó a los empresarios más poderosos y a los funcionarios de máxima confianza de Alberto Fernández en un encuentro furtivo en el gremio de Sanidad. Los gremios temen que la guadaña de la peste se los lleve puestos si es que no se acuerda con los acreedores privados y el país cae en default. Aunque también vislumbran otros nubarrones.
Antes de ese diagnóstico oscuro, una comitiva gremial había organizado un almuerzo con Roberto Lavagna en la sede de los gastronómicos para reforzar sus argumentos técnicos. El exministro de Economía, que era el candidato presidencial estrella del sindicalismo hasta que Cristina Kirchner eligió a Fernández, finalmente no asistió y en su lugar fueron Martín Redrado y Santiago Montoya. Reflexionaron sobre la necesidad imperiosa de un acuerdo por la deuda. "Podría venirse un tsunami si los acreedores dicen que no. Pero está todo dado para que se arregle la semana que viene", pronosticó un jerárquico de la central obrera.
También hubo señales de alerta por la inflación. No fue casual que Armando Cavalieri haya salido con un mensaje en rechazo de la política monetaria. "No se le puede seguir dando a la maquinita y están todas las tarifas (de servicios públicos) postergadas", dijo el jefe del Sindicato de Empleados de Comercio, que contabiliza desde el inicio de la pandemia 180.000 bajas laborales en su rubro. Con la mayoría de las paritarias congeladas, algunos gremios comenzaron a resignarse a una nueva derrota salarial. En el año habrá apenas salvedades: bancarios, aceiteros, y restará esperar lo que suceda con los camioneros. La devaluación en otras actividades sería más brusca cuando lleguen las actualizaciones tarifarias pendientes y la suba de los precios se traslade a las góndolas.
"Darle a la maquinita" de billetes, como aconsejó el año pasado el colectivero Roberto Fernández, traerá sus riesgos inflacionarios. Con la actividad paralizada y con las consecuencias inimaginables que dejará la pandemia, las consultoras privadas proyectan una inflación anual por encima de 40%. Desde su llegada a la Casa Rosada, el Presidente emitió 1,5 billones de pesos, entre transferencias de utilidades y adelantos transitorios del Banco Central al Tesoro, según registros oficiales. La emergencia sanitaria lo empujó a tomar ese atajo. Detrás de estas cifras, surge otra luz roja: hubo un salto en los pases y letras de liquidez (Leliq), que ya superan los $2,4 billones en el Banco Central. ¿Qué son los pases y las Leliq? Se trata de dos herramientas de corto plazo que el Banco Central utiliza para sacar pesos que circulan en la sociedad y, de esa manera, evitar que la emisión impacte en una mayor inflación o en una mayor brecha cambiaria, explicó Esteban Lafuente hace unos días en LA NACION. Es decir, se trata de otra medida de contención.
Convencidos de que sin capital no hay trabajo, los sindicalistas insisten desde hace meses ante sus interlocutores del Gobierno sobre la necesidad de no confrontar y acercar posiciones con el empresariado. La foto del 9 de julio de Fernández con el Grupo de los Seis, conformado por los representantes de las principales cámaras empresarias, sirvió para algunos gremios cegetistas como postal de la reconstrucción que se viene. Reforzaron su intención el martes pasado con un documento común de la CGT y los empresarios de AEA en el que plantean la necesidad de unir esfuerzos en un plan pospandemia. Hubo dos pedidos puntuales al Gobierno: reducir la presión tributaria sobre el sector formal de la economía y fomentar la creación de empleo. La primera respuesta oficial, a contramano de las pretensiones de los empresarios, se dio a las 48 horas: extendió por 60 días el decreto que establece la prohibición de despidos y suspensiones, un cepo laboral que en el Ministerio de Trabajo no descartan incluso prorrogar hasta 2021, según admitieron fuentes oficiales a LA NACION.
Moyano y Mercado Libre
Aislado y al margen de estas negociaciones corporativas, Hugo Moyano comprobó que no necesita de la CGT para conservar su poder e influencia. A partir de los bloqueos que activaron sus militantes en cinco centros de distribución de Mercado Libre, forzó una inesperada negociación con el gigante del comercio electrónico. Tras las primeras dos charlas con la empresa, Moyano se llevó bajo el brazo un listado de empresas de transportes que le prestan servicios a Mercado Libre, pero cuyos choferes no se encuentran bajo el convenio colectivo 40/89. Es decir, el jefe camionero no podrá por ahora poner un pie en la compañía de Marcos Galperin, pero de la puerta hacia afuera estaría en condiciones de avanzar con el encuadre sindical de cualquier trabajador que distribuya la mercancía. Un acuerdo similar había sellado con la multinacional Coca-Cola, donde puertas adentro manda el gremio de Aguas y Gaseosas, del excéntrico Raúl Álvarez, pero la distribución quedó absolutamente en manos de Camioneros.
El bloqueo a Mercado Libre acentuó también la grieta en el sindicalismo y provocó un fuerte cruce entre Héctor Daer y Pablo Moyano, que le enrostró al jefe de la CGT haber pactado una rebaja salarial con la Unión Industrial. Los Moyano, como el kirchnerismo más duro, no creen en los acuerdos con las grandes corporaciones. También generó la reacción de Cavalieri, otro viejo enemigo de los camioneros. "Tengo experiencia propia, tuve que defender a Carrefour para que no se vaya del país", dijo el eterno jefe mercantil en A24. Y la Federación Sindical de Petróleo, Gas y Biocombustibles condenó "el accionar prepotente" tras un bloqueo similar, pero en una planta de gas de Cañuelas.
Sin embargo, a pesar de estas expresiones públicas, en el chat de WhatsApp interno del consejo directivo de la CGT no prosperó una reacción grupal. Daniel Vila, referente del gremio de Carga y Descarga, al que Moyano apuesta a captar sus afiliados en Mercado Libre, recurrió si éxito en busca de apoyo.
¿De qué lado está el Gobierno en esta disputa? El ministro del Interior, Wado de Pedro, recibió el jueves a Pablo Moyano en su despacho. Pero antes Alberto Fernández había eludido incómodo una definición sobre los bloqueos. Y ayer su ministro de Trabajo, Claudio Moroni, también esquivó el tema y hasta avaló de alguna forma el reclamo de los camioneros. "El convenio de Mercado Libre tiene algunas discusiones. Pero no tengo una posición formada", dijo Moroni en El Destape.ß
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