La desconfianza entre radicales y macristas amenaza la cosecha de bancas en el Senado
La relación entre los socios de Juntos por el Cambio se tensó a partir de los últimos cortocircuitos, aunque aspiran a arrebatarle al menos tres escaños al kirchnerismo
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El nivel de virulencia que alcanzó la interna en Juntos por el Cambio en el cierre de listas para las primarias encendió varias luces de alarma en el tablero de control de la principal fuerza de oposición en el Senado, sembrando dudas sobre la posibilidad de achicar la mayoría que ostenta el oficialismo, pero, también, sobre la futura convivencia de la bancada a partir de diciembre próximo.
El disparador de los miedos opositores fueron las fuertes declaraciones del radical Mario Negri, jefe del bloque de diputados de la coalición, quien en una de sus casi cotidianas incursiones mediáticas aseguró que “Córdoba hace años que no tiene una voz potente en el Senado”.
Las palabras de Negri, precandidato a senador por Córdoba, cayeron muy mal en la Cámara alta, en particular en el bloque Pro, en donde fueron leídas como un inmerecido maltrato para los dos representantes de Juntos por el Cambio de la provincia mediterránea: la macrista Laura Rodríguez Machado y el juecista Ernesto Martínez, dos activos legisladores.
En épocas de pandemia y escasas reuniones presenciales, el chat de los senadores del Pro se convirtió en un hervidero, con fuertes quejas contra Negri y alguna amenaza de salirle al cruce que pudo ser contenida. La catarsis virtual se saldó con la intervención de la santafecina Alejandra Vucasovich, la reemplazante de Carlos Reutemann, quien en un gesto de sentido común pidió unificar discursos y apuntar los cañones hacia el kirchnerismo, el rival a vencer en estas elecciones.
Sin embargo, en algunos despachos del Pro las heridas no cicatrizaron tan rápidamente y ven en el ataque del cordobés una ola “antimacrista” que crece en el radicalismo al calor de la anticipada interna por la candidatura presidencial de 2023, alimentada por aquellos sectores del centenario partido que nunca vieron con buenos ojos la sociedad con Pro y quienes creen que, tras el fracaso de Mauricio Macri, es el turno de la UCR de liderar la oposición.
Lo ven en las posturas públicas de Facundo Manes, las declaraciones de Negri y de varios precandidatos que hacen campaña en sus provincias animándose cada vez mas a criticar la gestión de Macri y toman cada día un poco más de distancia de sus socios de la escudería amarilla.
Para este grupo, en el que conviven tanto “halcones” como “palomas” del Pro, detrás de esto están las manos de líderes partidarios como Alfredo Cornejo, que aspira a convertirse en senador por Mendoza, y del gobernador de Jujuy, Gerardo Morales.
Los más suspicaces sostienen que estos ataques son los primeros sondeos del radicalismo de cara a romper Juntos por el Cambio dentro de dos años. A esta opinión se le oponen los que afirman que solo se trata de gestos de campaña, que después de las primarias todos volverán a tirar del mismo carro.
Bajar los decibeles
Sin embargo, los chispazos han despertado el temor de quienes creen que tanta pelea pública puede perjudicar la positiva cosecha de bancas en el Senado a la que aspira Juntos por el Cambio.
Con el ingreso de Vucasovich, el principal interbloque opositor llegó a 26 senadores, un número interesante pero estéril para enfrentar a un Frente de Todos que tiene 41 senadores y un quorum propio que le han permitido a Cristina Kirchner imponer sus tiempos y su agenda política a la Cámara alta.
En estas elecciones, la alianza entre radicales y macristas pondrá en juego nueve escaños y las cuentas indican, a priori, que en diciembre ingresarán 12 senadores al interbloque, un diferencial positivo que ganaría a costa del Frente de Todos.
Estas cuentas no cambiarán el panorama de la mayoría, pero le asegurarían a Juntos por el Cambio una noticia positiva para exhibir en la noche del 14 de noviembre.
Pero, para asegurarse ese resultado, radicales y macristas interpretan que deberán bajar los decibeles de la campaña. Y las señales no son positivas por el momento. A la situación de Córdoba, se le suma la fuerte dispersión en Santa Fe, con cuatro listas compitiendo en las primarias.
En Chubut, donde Juntos por el Cambio aspira a ganar una banca ya que no tiene ninguna ahora, competirán tres boletas en septiembre, una de ellas encabezada por el exsenador radical Mario Cimadevilla, enfrentado al macrismo tras su traumático paso por la secretaría especial encargada del seguimiento del atentado a la AMIA.
Otro distrito donde la coalición opositora pretende ajustar las tuercas es Corrientes. No quieren que se repita la experiencia de 2015, cuando el entonces gobernador Ricardo Colombi, que se había asegurado la reelección dos años antes, jugó a media máquina en la elección nacional y el peronismo se quedó con las dos bancas por la mayoría para la Cámara alta.
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