La desconfianza de Javier Milei y los movimientos del escuadrón político libertario
El Presidente es escéptico del Pacto de Mayo porque cree que la política le va a “mover el arco”; toman envión las tres patas del “ala política” de la Casa Rosada; las lecciones de Cristina y Macri
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Javier Milei llegó desconfiado al diálogo que se inauguró de cara al “Pacto de Mayo”. En la previa, decía que el experimento refundacional que impulsó desde el atril en el Congreso tiene más chances de fracaso que de éxito. Él quiere la epopeya de arrastrar a buena parte del arco político a sus ideas, pero sospecha que gobernadores y diputados “le pueden volver a correr el arco”. Cerca de él dicen que si lo quieren arrastrar a la menesunda del “toma y daca” -que él tanto detesta- todo terminará como en febrero. En la nada.
En contraste con el escepticismo presidencial, el ministro del Interior, Guillermo Francos, está revitalizado por el desafío. El funcionario entiende que llegó su momento y quiere demostrar que va a poder ofrendarle a Milei las reformas que hasta ahora los libertarios solo tienen escritas en papel. “Está en un muy buen momento”, describieron cerca suyo.
Lo otro que entusiasma a Francos es que, esta vez, tiene otros “fierros”. Ahora, el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, está sentado en la cabecera de la mesa de negociación. Con la primera ley ómnibus, el ministro del Interior era enviado a dialogar con la política, pero no podía decidir sobre el texto. Debía darse vuelta para llevar los planteos al ala técnica de Balcarce 50, siempre más intransigente. Que el ministro coordinador, que hasta ahora no estrenó su voz en público, participe del proceso, fortalece el nuevo ensayo. “Es clave que los que escriben las reformas se involucren en todo el proceso creativo”, sintetizó un importante colaborador del Gobierno.
Los gobernadores venían reclamando trato con la cúpula del gabinete y con Luis Caputo, que tiene la última palabra sobre la caja. El ministro de Economía no pudo estar en la primera reunión con Posse y Francos por una cuestión de agenda, pero envió al secretario de Hacienda, Carlos Guberman, que tiene todos los números en la cabeza.
Al tanto del reclamo federal, Milei le encargó a sus tres ministros que pavimenten el sendero al Pacto de Mayo. Su estratega, el asesor Santiago Caputo, que pensó con el Presidente toda la jugada para barnizar de patriotismo a las reformas libertarias, no participó del encuentro con los gobernadores en un repliegue táctico. El kingmaker de Milei, de todos modos, custodiará que en todo momento se respete el espíritu ultraliberal.
Con el camino que hizo en estos 90 días, Milei viene demostrando que, en términos de eficacia política, aprende de los aciertos de Cristina Kirchner y de los errores de Mauricio Macri. La hipótesis es avalada por figuras importantes del primer anillo presidencial. De la expresidenta, el líder libertario toma la importancia del relato granítico, la reivindicación de lo ideológico, la interpelación a la juventud y la construcción del líder que redobla la apuesta. Como dijo días atrás Javier Grosman, realizador estético del kirchnerismo: “Una pulsión por construir una épica de la solidez”.
Si Milei hoy advierte que acelera “siempre” en los tiempos del kirchnerismo se decía que “los pingüinos no caminan para atrás”. Eso explica, por ejemplo, que el Gobierno haya avanzado el lunes con la licencia de los trabajadores de Télam, el vallado de su sede y la baja de su página web, aún sin tener en claro en términos legales y técnicos lo que hará con la agencia de noticias. El objetivo, en el fondo, fue mostrar que el Presidente hace lo que dice.
En el caso de Macri, en cambio, Milei toma la lección del gradualismo versus el shock y apuesta todo a lo segundo. Y algo más: con el anuncio del “Pacto de Mayo”, el Presidente amalgamó al ala política con su mesa técnica y con su asesor estratégico. Al menos hoy -y a pesar de que puedan tener diferencias- todos están trabajando juntos. La gestión de Cambiemos estuvo marcada a fuego por los constantes tironeos entre el por entonces jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el exministro del Interior Rogelio Frigerio. El actual gobernador de Entre Ríos, había intentado impulsar un acuerdo federal de diez puntos en el ocaso de la gestión macrista, casi en soledad. En la Casa Rosada dicen que el gran acuerdo nacional que ellos lanzaron es lo mismo que viene reclamando el resto de política “hace 30 años”.
Quién es quién
Pese a que Milei estrenó la temporada de la política con mayúsculas, los libertarios todavía son novatos en la materia. Hay al menos tres líneas distintas trabajando desde la sede de Gobierno. La de Francos es la institucional y se completa con el secretario de Interior, Lisandro Catalán, mano derecha de extrema confianza del ministro y alguien que estuvo muy activo en los días previos al “Pacto de Mayo” sondeando voluntades en las provincias.
El área de Posse, hasta este viernes, solo contaba con el secretario de Relaciones Parlamentarias, Omar De Marchi, como operador político. El mendocino, que saltó del Pro a las huestes libertarias, era único de la jefatura de Gabinete con interlocución asidua con legisladores y gobernadores.
Posse, en cambio, se había dedicado a diseñar el organigrama libertario, con el objetivo de comprimir estructuras, achicar gastos y simplificar procesos. Ganó poder interno con la absorción del área de Telecomunicaciones y algunas sociedades del Estado que antes estaban en el ex Ministerio de Infraestructura. Pero no se había visto cara a cara con la gran política nacional. Ayer estrenó ese rol con los gobernadores. Y en los próximos meses deberá enfrentar las luces públicas cuando presente el informe de gestión en el Congreso. “Nicolás puede parecer parco, pero es bueno hablando”, aseguró un libertario que lo trató.
La tercera pata política de la Casa Rosada es la de Karina Milei con su flamante mano derecha en la secretaría General de la Presidencia, Eduardo “Lule” Menem. Asesor en el Congreso desde hace 40 años, toda su vida estuvo en las bambalinas del clan familiar. Pero hoy tiene como misión ayudar a la hermana del jefe del Estado en el armado nacional de La Libertad Avanza. “Es el nuevo Kikuchi”, describe un dirigente libertario en alusión al trabajo que en 2023 hizo el senador provincial Carlos Kikuchi. Él fue quien armó la estructura partidaria en todo el país pero luego terminó mal con los hermanos Milei.
Aunque también está trabajando para el 25 de Mayo, Lule tiene un ojo puesto en el 2025. Ese interés por el armado de la escuadra libertaria se dejó ver esta semana, cuando Ramiro Marra –a quien la hermana del Presidente le hizo la cruz– fue desplazado como jefe del bloque de La Libertad Avanza en la Legislatura porteña. En su lugar fue nombrada María del Pilar Ramírez, muy cercana a la secretaria general de la Presidencia, que logró el apoyo de seis de los nueve legisladores de su bloque.
Dentro de las deudas en materia política que tienen los libertarios, internamente genera impaciencia la cuestión de los nombramientos en organismos como PAMI o Anses que tienen delegaciones en todo el país. Todos los gobiernos usaron esas oficinas como un método de pago político o de llegada directa a las provincias. En un momento de recortes de personal, un nombramiento masivo de tropa propia en el territorio sería problemático, más aún cuando la gestión actual se jacta de ser distinta al resto.
Pero más allá de los asuntos internos, para la Libertad Avanza, el 2025 tiene estampado un gran signo de interrogación y es la relación con Pro. “Tratar de hacer territorio cuando no se sabe cuál va a ser nuestra relación con ellos, es muy difícil”, razonó un referente libertario. Milei ya pasó el mensaje a los suyos. Les pidió que se “lleven bien” con el macrismo en los territorios porque serán “aliados”. El Presidente cita como ejemplo de asuntos a resolver lo que ocurre en Mar del Plata, donde la diputada Juliana Santillán confronta con el intendente de Pro, Guillermo Montenegro. Él quiere que esos ruidos se apaguen.
El Presidente apunta a un cambio en la composición de las cámaras en las elecciones de medio término que lo pueda sacar de la situación de debilidad parlamentaria. Es que, aunque hoy toda la atención esté puesta en el “gran acuerdo nacional” de mayo, el Presidente tiene un “plan C” para impulsar sus reformas.
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