Ricardo Lorenzetti: la derrota de un poderoso que decidió romper todos los puentes
El hombre que condujo la Corte Suprema durante más de una década y lideró el Poder Judicial se opuso sin éxito a que Horacio Rosatti se alzara con la presidencia y en su pelea expuso y acusó sin piedad a sus colegas
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Ricardo Lorenzetti se transformó, por decisión propia, en el protagonista principal de una batalla ya perdida. Con Elena Highton como única aliada, intentó por todos los medios evitar que Horacio Rosatti se hiciera de la presidencia de la Corte Suprema. La derrota estaba ya consumada cuando lo acusó públicamente de vicios morales, pero antes incendió una relación de años con Juan Carlos Maqueda, que enojado con él desde hace tiempo, había apoyado a Rosatti.
El jueves a la mañana, cuando faltaba una hora y media para el acuerdo extraordinario de renovación de autoridades, Lorenzetti les mandó un correo electrónico a sus colegas pidiendo la postergación del encuentro porque debía participar de una cumbre virtual de un organismo internacional. Parte de ese mail quedó registrado en el acta de la reunión. El final, del que los jueces no dejaron constancia, dice: “Recuerdo que hay un antecedente cuando se convocó a un acuerdo en enero y el Dr. Maqueda, que estaba en Miami, decidió no participar por razones personales. En mi caso son razones institucionales, pero el precedente es similar. Ricardo”. La referencia a las vacaciones playeras de su colega la escribió el mismo hombre que un día después acusaría a sus pares de haber violado la “tradición” y las “reglas de cortesía” de la Corte.
Hasta un rato antes, Lorenzetti había intentado romper la mayoría de Rosatti, Maqueda y Carlos Rosenkrantz. Fue una larga gestión que no prosperó.
La primera llamada fue hace 15 días. Lorenzetti, consciente de que no tenía los votos para recuperar la presidencia, se la ofreció a Rosenkrantz, quien había sido, tres años antes, el verdugo de su gestión. Rosenkrantz se tomó varios días para pensarlo. Finalmente, la llamó a Highton, que estaba jugando en tándem con Lorenzetti, para contestarle que no. Ratificó después su rechazo de la oferta en una conversación con el propio ideólogo de la maniobra. Rosenkrantz ya tenía cerrado el acuerdo con Rosatti y Maqueda.
Antes de que el pacto de la nueva mayoría viera la luz, hubo gestiones, también desde fuera del Palacio de Tribunales, para intentar abortarlo. La lista de los que lo intentaron incluye a importantes empresarios que llamaron a amigos de Rosenkrantz para convencerlo de que una salida con Lorenzetti era mejor que apoyar a Rosatti, a quien le adjudican un sesgo antiempresa. Lo mismo dijo Mauricio Macri, que fuera de todo manual quemó los puentes con uno de los dos jueces que él nombró y contó que se arrepentía de haberlo designado. Lo acusó de populista y anticapitalista. En los últimos días volvió a circular el extracto de una entrevista con Diego Genoud en el que Rosatti, en referencia a una eventual reforma laboral advierte: “El art. 14 bis [que enumera los derechos de los trabajadores] está en la Constitución. Si no les gusta, tienen que volver a antes de la reforma de 1957″.
En el entorno de Lorenzetti juran que él avisó hace tiempo que no tenía interés en volver a presidir una Corte “que ya no es lo que era” y que ahora quiere dedicarse “a full al tema ambiental”. Dicen que con su liderazgo las internas no salían a la luz y critican el “barro” en el que se disputan hoy. En el Palacio de los Tribunales se sonríen.
Lo que es indudable es que Lorenzetti no quería que el presidente fuera Rosatti, que llega con una ambición de poder y una experiencia política que no tuvo Rosenkrantz.
La relación Lorenzetti-Rosatti
“No es un problema personal con Rosatti, el tema es su entorno”, dijo a LA NACION un hombre que conoce bien al juez de Rafaela. Hace muchos meses que Lorenzetti y Rosatti no se hablan, dijeron en la vocalía de uno de ellos. Si cruzaron alguna palabra fue exclusivamente en los Zooms de los cinco jueces.
Rosenkrantz, a su vez, no quería que el poder volviera a detentarlo Lorenzetti. El argumento es que quiere “una Corte con alternancia y con una conducción más moderna”. Uno de los empresarios que cuestionó a Rosatti por “antiempresa” obtuvo una respuesta terminante de un defensor del presidente saliente: “Durante tres años tuvieron al juez más capitalista de la historia y nadie lo defendió”.
¿Cómo funcionará de ahora en más esta Corte partida? Del lado Lorenzetti-Highton dicen que lo sucedido es “un desastre”, que el tribunal se degradó y que “va a ser muy difícil la gestión”. Del lado de los ganadores buscaron minimizar la trascendencia de las internas. “No novelemos tanto, fue todo reglamentario. Una vez logrado que la institución esté sobre las personas, se da vuelta la página. Los grupos humanos no son Festilindo”, dijo un hombre cercano a uno de los jueces vencedores. Fue minutos antes de la última carta incendiaria de Lorenzetti.
El martes próximo, tres días antes de la asunción de Rosatti, los cinco jueces volverán a encontrarse en un acuerdo por Zoom. Esta vez, llamados a discutir fallos.
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