La “delegación de facultades” de Javier Milei que irrita a muchos a su alrededor
El Presidente está dedicado de lleno a la cuestión macroeconómica; empodera a otras figuras para distintos temas y se multiplican los conflictos; la dinámica diaria en Olivos y la tensión con Macri
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Javier Milei llegó a las 23 al bar ubicado a metros de su casa, en la Avenida del Libertador al 1800, Vicente López. Era un domingo de julio y al otro día vencía el plazo para anotar las alianzas para los comicios de 2021. Estaba a horas de su incursión formal en política. “Te duelen los ojos de ver a Boca”, fue lo primero que les dijo a Oscar Zago y Edgardo Alifraco, dos hombres muy vinculados a la dirigencia xeneize que conocen el submundo de la rosca chica porteña. Un rato antes, Boca había empatado sin brillo con Atlético Mineiro en los octavos de final de la Copa Libertadores.
Mientras Milei miraba el partido, los pocos dirigentes que habían decidido jugar con él se trenzaban en un boliche del Partido Libertario en el microcentro porteño. La pelea era por el nombre de la nueva alianza del por entonces excéntrico economista liberal. Estaban, entre otros, Ramiro Marra, Nicolás Emma y Marcos Urtubey, el hijo libertario del exgobernador de Salta. También Zago y Alifraco, que iban a aportar el sello del partido MID. Milei tenía el carisma, pero le faltaban los vehículos jurídicos para presentarse en las elecciones. Corría el reloj y no se ponían de acuerdo. Al filo del plazo, lograron que Milei los recibiera para resolver el entuerto. En ese bar de zona norte quedó La Libertad Avanza.
A Milei lo aburren sobremanera las minucias proselitistas, las peleas de cartel, el toma y daca de la política silvestre. “Lo detesta y no le gusta que le lleven quilombos”, dice un dirigente oficialista. Ahora Milei delegó el armado de 2025 en su hermana, Karina, que está fundando un partido político nuevo desde la Presidencia, una experiencia inédita. Ella quiere pisar la marca y llamarlo La Libertad Avanza. Mañana va a hacer un acto para sumar afiliados en un bar de Palermo Soho. Los “socios fundadores” de 2021 están en llamas por el copyright y hay un clima cada vez más denso.
La cuestión proselitista no es lo único que genera abulia en Milei. Él tiene casi toda su libido puesta en la macroeconomía. Al resto de las áreas las mira con el rabillo del ojo e interviene solo cuando es imprescindible. “Se está jugando un pleno a acomodar la inflación. Piensa en ecuaciones. Todo lo demás le importa relativamente”, dice un amigo suyo. “Y si podés no contarle los problemas, mejor, porque lo distrae”, agrega.
Pasa seguido que los funcionarios le piden tomar una decisión de suma relevancia y él responde: “Definí vos”. De hecho, los ministros casi no van a Olivos, donde Milei pasa cinco de los siete días de la semana. Se pueden contar con los dedos de las manos las veces que Luis Caputo, su ministro fetiche, lo visitó en la quinta presidencial. Ellos dos se conectan por teléfono, pero además tienen una sincronía invisible para tomar decisiones, porque piensan parecido. Quienes conocen a Toto aseguran que está más cómodo ahora que cuando integraba el gobierno de Mauricio Macri. Que hoy es “él mismo”.
Tampoco van muy seguido a Olivos el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, o la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, pese a que trascendió que iban a tener un espacio reservado allí.
Milei es selectivo con las reuniones. Hay que captar astutamente su interés para conseguir un lugar en su agenda, en donde en general prioriza a los vínculos previos al poder. Por ejemplo, no recibe a gobernadores, pero le dedicó tiempo a la sobrina nieta del clarividente Benjamín Solari Parravicini, creador de la psicografía del “hombre gris”.
Martes y jueves, Milei ve a sus ministros en la reunión de gabinete (algunos no descartan que se vuelvan más infrecuentes). En ese ámbito se le ocurren ideas intempestivas, como la ley contra el “adoctrinamiento” en las escuelas (que estaba perdida en una computadora) o el repentino viaje a Ushuaia para reverenciar a la general Laura Richardson. Tras un periplo aeronáutico incomodísimo, el encuentro con la jefa del Comando Sur se dio casi a la medianoche. Milei y los ministros que lo acompañaron a la isla llegaron a Buenos Aires a las 5 y casi no durmieron.
“Delegación de facultades”
La “delegación de facultades” interna que hace Milei genera conflictos en la gestión porque los funcionarios saben que no tienen dos oportunidades para equivocarse. “Si yo pongo a un ministro, confío. Si le pifia, lo cambio”, dijo el Presidente alguna vez. Por eso hay temas no atendidos o postergados y organigramas sin llenar. Así, por caso, hay muchas paritarias sin homologar por instrucciones contradictorias. Y aún no se implementó el traspaso de los planes sociales al área de Trabajo para reconvertirse en un programa de incentivo laboral.
Milei tiene convicciones de hierro en materia económica, pero para el resto de los temas necesita asesoría externa. Fue así que compró el plan de Ariel Lijo para la Corte Suprema. Alguien que estuvo en la cocina de la decisión aseguró que el Presidente no escuchó a una sola persona sino que hubo varias voces coincidentes: la del propio Lijo; la de su padrino en el máximo tribunal, Ricardo Lorenzetti y la de Santiago Viola, un abogado que se ganó la confianza de Milei porque supo resolver varias reyertas en la justicia electoral durante 2023. Viola trabajó diez años en el juzgado de Lijo y tiene un estudio jurídico con su madre, Claudia Balbín, que es compinche de la jueza con competencia electoral, María Servini.
Ahora Viola está dispuesto a dejar su prolífico estudio jurídico para representar a los hermanos Milei en la Auditoría General de la Nación (AGN), un cargo que exige mucha perspicacia y ocho años de dedicación exclusiva.
Milei decidió el plan para la Corte y luego delegó la estrategia y el timing en su asesor Santiago Caputo. El “trío” de poder terminó aceptando que para la cuestión judicial “no hay extraterrestres”. Y Lijo se convirtió en una incómoda excepción a la regla anticasta.
La postulación de Lijo encolerizó a Macri, que se enteró unas horas antes del anuncio sin margen para opinar. Las últimas charlas que tuvieron Milei y el titular de Pro no fueron las más felices. Pero el exmandatario está callado para no alborotar el debate de la ley Bases.
Macri viene acumulando desaires de parte de la Casa Rosada. Lo irrita, por caso, que los gobernadores de Pro no tengan una atención vip, cuando son los que están bancando el proyecto oficial. No fue casualidad que Jorge Macri pidiera una reunión con “Toto” Caputo para reclamar por la coparticipación de la Ciudad a la misma hora del encuentro con los gobernadores en la Casa Rosada por el Pacto de Mayo. El alcalde porteño se retiró con buenas intenciones, pero sin plata. “Jorge Macri y (Axel) Kicillof son lo mismo si se ponen en medio del déficit cero”, dijo un funcionario allegado al jefe de Estado.
Pese a las tensiones, Milei trata con respeto a Macri. Suele recordar que fue a votarlo a Boca y que por ello ligó los primeros insultos de su gestión. El Presidente también le dice a todo el mundo que en 2025 quiere una coalición con Pro.
El problema es que Milei descargó la responsabilidad del armado electoral en Karina, que no está tan convencida de la alianza. Hay un ala del Gobierno que cree que el fenómeno libertario va a tener un efecto Pac-Man sobre el macrismo.
Por la creación del partido La Libertad Avanza hay varios focos de conflicto con los “sellos fundadores” en las provincias más grandes del país. Si quisieran, también podrían patalear figuras como Zago (titular del bloque oficialista en Diputados) o la propia Victoria Villarruel, que es presidenta del Partido Demócrata.
La hermana del presidente tiene un as bajo la manga: como Martín Menem en La Rioja logró inscribir el partido provincial con ese nombre y no recibió objeciones, puede alegar que el antecedente que cuenta es el del riojano. Y no la alianza de 2021 que se resolvió en el bar.
Los hermanos Milei tienen motivos para fundar su propio partido. El Presidente tiene en su cabeza un masterplan económico que incluyen reformas que requieren más músculo en el Congreso. No solo eso. Muy cerca suyo hablan de un proyecto “de ocho años”. Hablan de perpetuidad.
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