La defensa de Fernando Sabag Montiel avanza con un estudio exhaustivo sobre su salud mental
Fue después de que especialistas de la Policía diagnosticaran que “predominan” en él “ideas de tipo delirante”; el acusado por el atentado Cristina Kirchner podría apostar, a futuro, a presentarse como inimputable
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“Ideación mística con tendencia a la megalomanía”, le diagnosticaron a Fernando Sabag Montiel las especialistas de la Policía Federal Argentina (PFA) que lo entrevistaron la madrugada posterior a su detención, ocho horas después de que intentó dispararle a Cristina Kirchner. “Yo no entiendo nada. Fue un flash como si apagaran la luz”, relatan en su informe que les dijo.
Firmaron el estudio la psiquiatra Ana Spinetti y la psicóloga Dolores Lanus, quienes recomendaron que a Sabag se le hiciera un análisis exhaustivo “en base a la actual peligrosidad que implica su cuadro psicopatológico”.
Por el momento, la defensa del hombre acusado de haber intentado matar a la vicepresidenta no planteó que él fuera inimputable, pero es una carta que podría jugar más adelante. En los tribunales de Comodoro Py advierten que no es un camino fácil para evitar una condena. Resta mucho por averiguar, pero a Sabag no lo ayuda la planificación que parece haber tenido este caso.
Los dos estudios que se le hicieron hasta ahora –a los que accedió LA NACION- fueron revisiones de un solo encuentro, realizadas por la PFA y el Cuerpo Médico Forense durante las primeras horas posteriores al atentado, y habilitaron a la jueza María Eugenia Capuchetti a tomarle declaración indagatoria, pero está en marcha un informe más profundo pedido por su defensa.
Desde el domingo pasado, dos especialistas del Cuerpo de Peritos de la Defensoría Pública, autorizados por el juzgado, lo entrevistan con distintas técnicas de evaluación para determinar su salud mental. Ya anunciaron que esperan poder verlo unas “100 horas”, dijeron fuentes de la investigación a LA NACION. Los peritos son el psiquiatra Ezequiel Mercurio y la psicóloga Vanesa Maero Suparo. Esta semana lo visitaron “casi todos los días”, informó un funcionario que conoce la planilla de ingresos a su lugar de detención.
Desde que lo arrestaron, a Sabag solo fueron a verlo su abogado, el defensor oficial Juan Hermida, que estuvo tres veces, y los psicólogos y psiquiatras. El acusado de haber querido matar a la vicepresidenta no hizo ningún pedido especial. Sí dijo que le preocupaba que no se le perdieran sus anillos –se los retuvo la policía, igual que la campera, el cinturón y los cordones de sus zapatillas- y preguntó si podían llevarle ropa de su casa, pero eso no ocurrió. Le dieron prestada.
Por orden de Capuchetti, Sabag y Uliarte están en una dependencia de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), en dos calabozos pared de por medio -”Si gritan, se escuchan”, dijo una fuente de la causa a LA NACION-, con un celador que los vigila las 24 horas y cámaras que registran sus movimientos.
Ya no están incomunicados, pero no tienen otros detenidos con quienes interactuar. Para garantizar su seguridad, la jueza no quiso que fueran a una cárcel común. Sabag también temía por su suerte en un penal y en su indagatoria, dijeron fuentes judiciales, le pidió a Capuchetti que, si iba a una cárcel, lo destinaran a un pabellón evangelista. Son lugares conocidos como tranquilos dentro del sistema carcelario.
En cuanto a Uliarte, ella recibe la visita de su padre y también empezaron a examinarla peritos de la defensoría.
Los dos estudios de Sabag
Hasta ahora, dos estudios se terminaron sobre la salud mental de Sabag y sus resultados fueron muy distintos. Los especialistas del Cuerpo Médico Forense, que depende de la Corte Suprema, dijeron que cuando lo vieron estaba “orientado”, con “clara noción de los hechos que se le imputan”, sin trastornos a la vista ni “síntomas ni signos de alteración psicopatológica”. Sí le detectaron una “inmadurez afectiva la cual compensa con tendencia a la actuación la cual puede afectar la capacidad de reflexión”, según explicaron la psicóloga Mónica Herrán y Maximiliano Luna, coordinador del Departamento de Psiquiatría Forense.
A ellos Sabag les contó que hace 32 años –tiene 35- llegó con su madre de Brasil a la Argentina. Que era remisero hasta que “en fecha reciente” empezó a vender por la calle copos de algodón de azúcar. También, que terminó el secundario y cursó tres materias del CBC de Ciencias Económicas en la modalidad UBA 21.
El otro informe es de los especialistas de la PFA, fuerza que tuvo a Sabag bajo su custodia los primeros días posteriores a su detención. Además de la “ideación mística”, lo describieron como con un “lenguaje fluido” y un “pensamiento de curso normal, discretamente acelerado”. Le diagnosticaron una “asociación de ideas anormal observándose disgregación del pensamiento moderado que vuelve el discurso confuso y poco inteligible”.
Las especialistas sostuvieron en su documento que en el pensamiento de Sabag “predominan ideas de tipo delirante” y relevaron en él “temas hipocondríacos” –consignan que les describió una “aterosclerosis por fumar tabaco armado”- y “de perjuicio”: dijeron que “se describe como víctima de múltiples robos y otras acciones por parte de allegados a los cuales habría denunciado varias veces”.
En los tribunales de Comodoro Py dan por hecho que nada detendrá la marcha de esta causa contra Sabag, que fue arrestado en flagrancia después de haber gatillado un arma a centímetros de la cabeza de Cristina Kirchner y está a un paso de ser procesado.
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