La declaración de Mecikovsky: un manual sobre la corrupción y una mención incómoda sobre los hoteles de los Kirchner
En el juicio contra Cristina Kirchner, un exfuncionario de la AFIP describió maniobras de lavado, evasión, sobreprecios y facturas truchas de empresas de Lázaro Báez hacia cuentas suizas
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Cuidadoso, sin emplear adjetivos, Jaime Mecikovsky no dejó delitos por explicar. Durante las nueve horas que declaró ante la Justicia, logró trazar el manual del empresario corrupto: sobreprecios en la obra pública, lavado de dinero, evasión, facturas truchas para disimular gastos y disfrazar fondos en cuentas suizas. También rozó el supuesto pago de coimas y hasta denunció encubrimientos por parte del Estado.
Hasta se dio el lujo de comentar, como al paso, las maniobras de Hotesur y de la gerenciadora de los hoteles de los Kirchner, Valle Mitre, con su incapacidad para facturar servicios a Báez. También, la intervención de la empresa Inverness, del financista Ernesto Clarens, intermediario para las cobranzas de la constructora Gotti y mencionado en la causa de los cuadernos de las coimas como quien se quedaba con una parte de los contratos en nombre del Estado, según el mismo confesó. Fue un combo explosivo que el empresario y la vicepresidenta Cristina Kirchner hubieran preferido evitar.
Mecikovsky, un exjefe de alto rango de la AFIP, explicó cómo las empresas del grupo Báez se valieron de diversas prácticas para cometer todo tipo de irregularidades y cómo las oficinas de Río Gallegos de la AFIP “encubrieron” esas maniobras -dijo- al evitar avanzar contra el empresario y la empresa Valle Mitre, que administraba los hoteles de los Kirchner en la Patagonia, a los que decían que inspeccionaban, pero que nunca embargaban.
Mecikovsky ayudó a volver a hacer foco sobre lo central del juicio en el que Cristina Kichner está siendo juzgada como jefa de una asociación ilícita que direccionó obras públicas en favor de Báez. Si las declaraciones del último mes, protagonizadas por los exjefes de gabinete del kirchnerismo, estuvieron centradas ver en si el presupuesto nacional se acomodó para que Báez tuviera fondos suficientes para cobrar las obras públicas, la testimonial de Mecikovsky, puso la mirada sobre las prácticas de Báez.
El contador, conteniendo su verborragia, se cuidó de descalificar: solo sustantivos. Arrancó cómodo con las preguntas de la fiscalía, pero ya desde mediodía tuvo que soportar las andanadas de los abogados defensores. El fiscal Diego Luciani y su colega Serio Mola cerraron filas para oponerse a los interrogatorios que buscaban debilitar las afirmaciones del testigo. El presidente del tribunal, Rodrigo Giménez Uriburu, se mantuvo firme en rechazar por impertinentes las preguntas.
Pero el abogado de Báez, Juan Villanueva, insistía e insistía con el interrogatorio, aún cuando Rodríguez Uriburu ya le había advertido sobre su improcedencia. Tan largo e interrumpido estuvo la audiencia por las objeciones y reposiciones que hasta los otros defensores se hartaron. Cuando ya iban por las siete horas, Mariano Fragueiro Frías, abogado del exdirector de Vialidad de Santa Cruz Héctor Garro, “pidió encarecidamente y como un acto de clemencia” al presidente del tribunal que lo deje irse del juicio para hacer otras tareas. Lo autorizaron y un colega se encargó de velar por los intereses de su cliente.
Villanueva siguió con la idea de deslegitimar a Mecikovsky como testigo, más que por responder sobre los hechos que protagonizó. Busco refrescar las denuncias y las causas que enfrentó, y si tenía vínculos con funcionarios de Juntos por el Cambio, pero no perforó la declaración del contador.
El abogado mantuvo esa línea de preguntas para tratar de denunciar lo que entiende que es una persecución contra Lázaro Báez, hasta llegar al punto en que el juez que presidía el debate le advirtió, monocorde, con paciencia, sin la más mínima inflexión en la voz: “Me pone en la incómoda posición de llamarle la atención, cosa que hace años que no hacemos en un juico oral”. Bastó para contener al joven abogado al menos por unos minutos.
Sus preguntas y las de su colega, Enrique Arce, abogado de Carlos Kirchner, terminaron siendo por momentos contraproducentes. Así describió sus tratados en Gotti Hermanos, una de las empresas de Báez y en Austral Construcciones, la nave insignia del grupo. “Los propios actos de la empresa que reconoce que ese dinero venía del presupuesto de la obra pública para pagar a los proveedores de Gotti, es una maniobra de lavado que se complementa por haber puesto un sujeto intermedio que imposibilito el rastreo del dinero”, relató Mecikovsky .
Explicó cómo, según su entendimiento, tanto Gotti como Austral Construcciones se valieron de facturas truchas y, didáctico, ante la preguntas de Arce explicó cómo este era el indicador de que hubo sobreprecios. “Los ingresos de Gotti que vienen de la obra pública y se iba a otros objetivos llevan a pensar que hay sobreprecios, afirmó. En este caso, Gotti incluso reconoció que usó facturas truchas.
En el caso de Austral Construcciones, ejemplificó: “El debe tiene que ser igual al haber. Cuando en el caso de Austral (...) todos los ingresos provinieron de obras púbicas, es decir que son en blanco, la salida de esa plata no fue en blanco”. Apuntó a que se inventaron gastos con facturas truchas y esos fondos terminaron en Suiza, según comprobó la Justicia. Si la primera parte de la maniobra son los sobreprecios que se juzgan en este juicio, la segunda es en el lavado de esa dinero, por la que Báez ya fue condenado a 12 años de prisión. En esa condena se explicó que el origen de los fondos era la obra pública corrupta y la evasión mediante las usinas de facturas truchas.
El testigo fue mas allá y explicó que regional de la AFIP de Río Gallegos evitó investigar a Báez y a Valle Mitre, la administradora de los Kirchner. “Encubrimiento”, dijo y no valieron de nada las preguntas de los abogados para recordar que en la causa por esas acusaciones hubo sobreseimientos.
De pasada, ante las preguntas de la defensa recordó por ejemplo que Valle Mitre, que administraba los hoteles de los Kirchner, le facturaba tareas de asesoramiento hotelero a Austral. “Valle Mitre mencionaba tener 100 empleados y nunca había tenido actividad hotelera. Le facturaba consultoría en hotelería a Austral, pero no tenía a nadie para dar esa consultoría. Si no tenía ese ingreso, no el daban los números porque el 55% de los ingresos del total de Valle Mitre, que luego derivaba a Hotesur, provenían de ahí. Incluso se firmó Villa Mitre con Austral la provisión de 500 días de hotel y ni Austral ni Valle Mitre tuvieron actividad hotelera constatada”, contestó.
No faltó nada: Baéz, la empresa que administraba los hoteles de la familia presidencial, la referencia a la causa Hotesur, por lavado. Todo lo que pasó en la larga audiencia terminó por mellar el optimismo que tenían hasta ahora las defensas y alimentar las expectativas de la fiscalía en los meses finales de este juicio, el primero que enfrenta Cristina Kirchner.
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