La cuna de Pro: Capital Federal, del centro de la escena al perfil bajo
Con Macri presidente, la gestión porteña dejó de ser la caja de resonancia de la política nacional; Rodríguez Larreta oscila entre trazar su estilo o ser un continuador
El derrotero de Pro trazó una curiosidad desde la reconfiguración del poder que se estableció a partir de diciembre de 2015. La política doméstica de la ciudad de Buenos Aires, el distrito de origen de la fuerza macrista, quedó casi fuera del radar y lo que sucede ahora allí dejó de ser la caja de resonancia de la política nacional.
Los conflictos porteños fueron durante los últimos ocho años una suerte de experimento de lo que finalmente sucedió en las elecciones presidenciales del año pasado. La ciudad fue el campo de batalla donde se libraron decenas de enfrentamientos entre el kirchnerismo y el macrismo. Muchas de esas pujas resultaron ajenas e inútiles para la gran mayoría de los argentinos. La pulseada durante más de 20 meses por el traslado del Monumento a Colón sirve apenas como botón de muestra.
Con Mauricio Macri en la Presidencia y María Eugenia Vidal al frente de la provincia de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta custodia de manera silenciosa la hegemonía en el distrito que le sirvió a Pro de trampolín al poder. Con estilo propio, el jefe de gobierno porteño se esfuerza por diferenciarse de su antecesor. En las formas y en el día a día. Pero, sobre todo, en la apuesta a futuro. Rodríguez Larreta aparenta ser un continuador, pero en el fondo busca dejar su huella con proyectos de obra pública mucho más ambiciosos que el Metrobus y las bicisendas, caballitos de batalla de la gestión pasada.
El nuevo gobierno porteño se propuso urbanizar las villas y convertirlas en barrios. Es el principal proyecto de Rodríguez Larreta y demandará dos etapas. La primera prevé avanzar en un 40% hasta 2019. El resto se haría en los cuatros años siguientes, según el plan oficial. La urbanización contempla apertura de calles, agua potable, cloacas y tendido eléctrico. Cuentan en los pasillos de la Legislatura que hubo una suerte de pacto secreto entre oficialistas y opositores para que esta iniciativa no sufriera eventuales contratiempos políticos y presupuestarios.
Rodríguez Larreta supone que el proyecto es hoy viable por una sola razón: porque la Nación y la Ciudad son ahora del mismo color político. Los primeros pasos de la urbanización se dieron en la villa 31, que son tierras nacionales. Aysa, que también depende de la administración central, ya trabaja en la zona. "Además, logramos acceder a créditos que antes nos rechazaban", argumentan cerca del jefe de gobierno.
Desde la oposición no kirchnerista también perciben que el alineamiento con la Casa Rosada podría generar réditos. Graciela Ocaña, legisladora de Confianza Pública, es una de las que piensa así: "El cambio más notorio es que ahora se pueden solucionar los problemas porque hay diálogo entre la Nación y la Ciudad. Ya no están las tensiones de antes. Se traspasó la Policía Federal con fondos y su debido presupuesto, no como se pretendía hacer antes. Se podrá ahora avanzar en la urbanización de las villas porque son asentamientos nacionales". Ocaña es una opositora light: mantiene su respaldo al macrismo con una intencionalidad: apuesta a ser designada como defensora del pueblo de la Nación.
Desde el Frente para la Victoria (FPV), cuyo poder en la Ciudad comenzó a diluirse en sintonía con su caída en el país, surgen voces críticas en esta suerte de camino hacia la autonomía porteña. "Las transferencias de competencia avanzan erráticamente, sin participación de la Legislatura ni de la sociedad. La policía, la Justicia y el juego no se discuten con los tiempos y la información necesaria para su tratamiento adecuado", señala Carlos Tomada, el jefe del bloque de legisladores del FPV.
El traspaso de la Policía Federal (PFA) es acaso el mayor hito en este cambio de etapa. La Ciudad cuenta ahora bajo su órbita con unos 25.000 agentes. Rodríguez Larreta tiene dos desafíos por delante: los "anticuerpos" de la PFA, como se refiere en la intimidad a los males de la fuerza, y reducir la brecha de episodios de inseguridad y la tasa de homicidios que existe entre la zona sur y el norte de la ciudad.
El control de la PFA le abrió a Larreta un inesperado foco de conflicto con la Casa Rosada a partir de la expansión de cortes de calles y piquetes en territorio porteño. La administración central lo presiona para ejecutar el protocolo antipiquetes, pero en la Ciudad argumentan en reserva que es inaplicable. Larreta quiere evitar la violencia porque está convencido de que las organizaciones sociales más radicalizadas apuntan contra Macri y buscan una víctima para acusar al Gobierno de "represor" y de "criminalizar la protesta". Detrás de este ida y vuelta, surge una interna entre la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y su par porteño, Martín Ocampo. Las diferencias son amplias e irían desde el protocolo antipiquetes hasta la política de seguridad deportiva.
En el espejo con Macri, Rodríguez Larreta tiene diferencias y similitudes en su manera de ejercer el poder. Le gusta distinguirse de su jefe político en los contactos cara a cara con la gente de la calle. Hiperactivo, se reúne en bares, camina los barrios y sus visitas a los vecinos suelen ser azarosas, lejos de los timbreos escenificados y sin prensa que encabeza el Presidente. Ambos, sin embargo, explotan el potencial de las redes sociales, el verbo melodioso plagado de eslóganes que caracteriza a Pro.
En la práctica hubo algo que los emparentó y que fue motivo de crítica de los opositores: las preadjudicaciones de obra pública a empresas de Nicolás Caputo, íntimo amigo de Macri. La constructora SES.SA recibió en una misma semana de marzo tres licitaciones por un total de $ 285.779.756.
"SES es contratista del Estado desde hace 25 años. No hay ninguna denuncia por supuestas irregularidades", se defienden en el gobierno porteño. Ocaña, en tanto, pide una revisión: "Las licitaciones no cambian. Habría que revisar, discutir pliegos y permitir la competencia. Es la base de la corrupción".
También Larreta debió soportar las críticas del legislador Gustavo Vera, que lo acusó de impulsar "una dictadura discrecional inmobiliaria" al referirse a la flamante Agencia de Bienes que creó la jefatura porteña. Sin embargo, todas las políticas vinculadas al espacio público y su explotación por parte de privados, obtuvo el aval de la Legislatura, donde Pro debió aceitar negociaciones con los diferentes bloques opositores.
"Larreta es desarrollista, no es Macri. Tiene el mejor presupuesto social desde el regreso a la democracia. Una cosa es solicitar los títulos de propiedad de la villa 31, como lo hizo [Gabriela] Michetti y otra es diseñar un plan de integración social y urbana", distingue Alejandro Amor, el defensor del Pueblo. Antes de asumir en 2014 en la Defensoría, Amor era legislador del FPV y uno de los hombres fuerte del sindicato de municipales porteños.
Amor no es el único sindicalista con el que Larreta mantiene una muy buena relación. Con Omar Viviani lo une el mercado y la regulación de las licencias de los taxis, por eso el rechazo oficial al desembarco de Uber, y con Víctor Santa María lo liga el Consejo de la Propiedad Horizontal, ahora derogado.
A Rodríguez Larreta le tocó asumir como jefe de gobierno luego de haber sido jefe de Gabinete de Macri durante ocho años. La transición, no obstante, reconoce que no fue sencilla. Con el salto de dirigentes a los despachos nacionales o de la provincia de Buenos Aires, debió promover a dirigentes que apresuraron su aprendizaje sobre la gestión. A ellos les ordenó eludir conflictos ajenos al territorio porteño. Con esta estrategia, Larreta bajó el perfil, corrió el foco de atención hacia Macri y Vidal, y así logró salir airoso de situaciones incómodas, como la trágica fiesta Time Warp, las preadjudicaciones a empresarios cercanos al poder, las protestas de Uber o la postergada aplicación del protocolo antipiquetes. Si por él fuera, opinaría únicamente de su tarea en la ciudad. Una sutil maniobra que evidencia el cambio de época.
15
Comunas
La ciudad tiene 15 comunas cuyas juntas de autoridades se eligen cada cuatro años, conjuntamente con la elección de jefe de gobierno. Desde 2011, Pro mantiene la hegemonía: dirigentes macristas presiden las 15 juntas comunales
45,5%
Es el porcentaje de votos que obtuvo Pro en 2015
Horacio Rodríguez Larreta ganó la primera vuelta electoral con este porcentaje. Como es necesario obtener la mitad más uno de los votos, dirimió el poder en un ballottage con Martín Lousteau (ECO), que obtuvo 25,5%. La definición mano a mano fue: 51,6 contra 48,4 a favor de Larreta
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