La cuarentena y los argentinos: cómo es la batalla en las redes sociales
Quienes apoyan al Gobierno temen por su salud.
Quienes se oponen al Gobierno temen por su trabajo.
Quienes apoyan al Gobierno celebran su gestión ante la pandemia.
Quienes se oponen al Gobierno critican su gestión ante la pandemia.
Son dos universos que se mueven paralelos en las redes sociales, en burbujas opuestas donde la sola existencia del otro es suficiente para atacarlo y "odiarlo". ¿Suena a mucho? Puede ser, pero los expertos lo llaman "polarización afectiva".
Ocurrió en 2019, durante la campaña presidencial. Y se repite ahora con la pandemia. Las redes sociales no honran su nombre y no actúan como "redes" de integración y comunicación, sino como cápsulas que retroalimentan y amplifican –cual cámaras de eco– los miedos y certezas de sus usuarios. Y reflejan, así, algunos rasgos notables de los usuarios argentinos de Twitter, Facebook e Instagram, según los expertos consultados por LA NACION.
"Los votantes alineados con el gobierno perciben mayores riesgos sanitarios y menores riesgos laborales que los votantes opositores. Estas percepciones se alinean con los discursos oficialistas y opositores, que han priorizado la respuesta sanitaria (pro-gobierno) o han criticado los costos económicos de la cuarentena (oposición), respectivamente", detectaron los investigadores Natalia Aruguete y Ernesto Calvo.
Apoyados en una encuesta a 2400 argentinos mayores de 18 años realizada entre la Universidad de Maryland y Vanderbilt como parte del proyecto del Banco Interamericano de Desarrollo llamado "Transparencia, confianza y redes sociales", Aruguete y Calvo desarrollaron un experimento de "tuits apareados" que permite identificar las preferencias políticas de los encuestados y sus reacciones frente a mensajes polarizantes o de colaboración entre partidos. ¿Qué encontraron? Que los argentinos, según se alineen "con los discursos oficialistas y opositores han priorizado la respuesta sanitaria (pro-gobierno) o han criticado los costos económicos de la cuarentena (oposición)".
Ese comportamiento de los argentinos registra una correlación notable con lo que pasa en otros países. En los Estados Unidos, incluso el uso de tapabocas se convirtió en una marca de identidad partidaria para los demócratas, por lo que muchos seguidores de Donald Trump se niegan a usarlas a pesar de las recomendaciones científicas. En Brasil, los opositores a Jair Bolsonaro expresan muchísimo más miedo por sus trabajos y por el riesgo sanitario que los oficialistas. Y en México, se detectaron diferencias significativas en la percepción de riesgo sanitario y laboral entre quienes apoyan a Andrés Manuel López Obrador y aquellos que se inclinan por la oposición.
"En Argentina, donde el gobierno se ha concentrado en dar una respuesta sanitaria a la crisis, la oposición se esfuerza en enfatizar los problemas de la economía", recuerdan Aruguete y Calvo, autores también del libro Fake news, trolls y otros encantos. Juntos, demostraron que esos "encuadres políticos han sido internalizados por los votantes al momento de estimar la probabilidad de que su salud o su trabajo se vean afectados por la crisis".
Esa investigación va en línea con las conclusiones de los analistas de "Políticos en Redes" que analizaron los posteos de Twitter, Facebook e Instagram. Detectaron que quienes apoyan al presidente Alberto Fernándezcelebran su abordaje de la pandemia, aluden a lo emocional y lo ideológico y destacan la negociación de la deuda. Por el contrario, quienes critican al Gobierno, concentran sus dardos en los ejes trabajo, economía y Justicia, la libertad de expresión y, con el prisma inverso a los oficialistas, su tratamiento de la pandemia.
"Políticos en Redes" también detectó un paulatino pero persistente crecimiento de posteos con menciones de "angustia" a partir del anuncio del aislamiento social, preventivo y obligatorio en marzo. "La sensación de ‘angustia’ está muy relacionada a la pandemia y su último pico ocurrió este 17 de agosto", remarcó Guillermo Vagni, en directa relación con las protestas callejeras.
Vagni aclara, sin embargo, que "lo ocurrido en Twitter no debe considerarse una representación de las redes sociales como conjunto". Entre otros motivos, porque, Twitter cuenta con cerca de 5 millones de cuentas activas en la Argentina frente a 17 millones de Instagram y 29 millones en Facebook.
"En nuestra investigación sobre el sentimiento de los usuarios hacia Alberto Fernández –comenzada en marzo y realizada sobre las tres plataformas– registramos, mes a mes, una caída del sentimiento positivo hacia el Presidente, con la economía, los problemas de trabajo y la justicia como ejes negativos principales, además de las críticas por el tratamiento de la pandemia, vinculadas especialmente a la extensión del confinamiento y falta de protocolos", explicó Vagni, que detectó otra práctica recurrente: "Nuestra investigación de sentimiento sobre Fernández muestra que quienes lo apoyan también critican algunas de sus acciones y se lo hacen saber a través de las redes".
En el fondo…
Para el publicista, consultor en comunicación política y coautor del libro ¡En Campaña! Manual de comunicación política en redes sociales, Damián Coll, "en el fondo, toda la discusión a favor y en contra de la cuarentena es el disfraz con el que se viste la antinomia peronismo–antiperonismo, cargando las tintas de un lado y del otro, en una discusión que abarca cuál es la función del Estado en los dos modelos".
Coll es cauto al abordar las expresiones de "angustia" que se vierten en las redes sociales. Primero, dice, porque abarca solo a un número acotado de argentinos, a los que Aruguete caracteriza con sarcasmo como "una minoría aristocrática autoseleccionada". Y segundo, porque Coll destaca que la angustia sí afecta a millones de argentinos, pero que solo "se habla de la angustia de unos pocos, los que son funcionales al discurso editorial que se pretende esgrimir".
Vagni también avanza sobre esas expresiones de angustia en las redes sociales. Los "picos" detectados, detalla, "coinciden con los anuncios de extensión de la cuarentena y la difusión de datos específicos sobre la retracción de la economía".
Coll suma otro dato a tener en cuenta: no todo lo que circula en Twitter es espontáneo. Al igual que durante las campañas electorales, los usuarios reales se mezclan con "trolls", cuentas fake y campañas orquestadas o, en términos de Aruguete, "coordinadas por distintos tipos de actores que son autoridades en el terreno digital".
En la misma senda, unos pocos, pero ruidosos, pueden –y suelen– acaparar más atención en las redes sociales que las mayorías silenciosas que, remarca Aruguete, son sin embargo las que garantizan la difusión de esos mensajes. Y a eso, Coll suma la "AMBArización" de la epidemia, es decir, en el área metropolitana de Buenos Aires.
Y un último dato, no menor: "La solidaridad y la empatía, que son lo que más se necesita en estos momentos –remarca Coll–, es lo que menos ‘garpa’ en un tuit".
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