Hoy amanecimos con una frase de Eduardo Duhalde, que parece que ha perdido el filtro:"Mi impresión es que el Presidente [Alberto Fernández] está 'grogui', ya no contesta, como estuvo De la Rúa en un momento o como estuvo Duhalde cuando gobernaba. Son tantos los impactos psíquicos que recibe un presidente que en algún momento tiene que pedir ayuda".
¿Es un delirio o tiene algo de realidad? Porque luego dijo algo que sí se constata en los hechos. Afirmó que el Presidente no sabe gobernar en la crisis y que está sentado en el pasado.
Y el Presidente está sentado en el pasado cuando crea un endurecimiento del cepo cambiario,que tiene, al menos, tres efectos:
Pone a las grandes empresasal borde del default o las echa (Falabella; Glovo, que emplea a 3 mil personas; Latam); logra que el campo piense en formar sociedades en Uruguay y trasladar su producción a los países limítrofes y expulsa argentinos con capacidad de producir riqueza genuina.
Hay al menos 25.000 argentinos que ya se radicaron fiscalmente en Uruguay. Y hay otros 75.000 pedidos de nuevas radicaciones. Estamos hablando de 9600 millones de dólares de activos o inversiones que salieron desde la Argentina hacia Uruguay desde que arrancó el gobierno de los Fernández.
Un gobierno que necesita desesperadamente dólares y que recibió de la gente el mandato de reactivar la economía, toma medidas que van en el sentido opuesto. ¿Por qué?
Duhalde dijo más: Alberto no entiende que la gobernanza en tiempos de crisis es muy diferente que en tiempos normales. ¿Qué significa? Que para salir de esta crisis descomunal se necesitan acuerdos con la oposición: Alberto se peleó con su principal aliado de la oposición, Larreta, y va por más.
Después de haber metido la mano en la billetera de la Ciudad, ahora envió al Senado un proyecto de ley para modificar el esquema de financiamiento de la policía de la capital. Esto significa que ya no habrá fondos automáticos, sino que Larreta deberá arrodillarse, como lo hacía Scioli con los Kirchner, año tras año, para pedirle ese dinero a la Casa Rosada.
Te quiero hablar de tres palabras, que atravesaron la semana: hipocresía, impunidad y resentimiento.
1.Hipocresía:
El Presidente criticó la "acumulación de dólares", sin embargo, había un tiempo en que se indignaba porque Cristina no lo dejaba comprar dólares. No solo eso: sus principales funcionarios ahorran en esa moneda, igual que los argentinos que tienen capacidad de ahorro.
Porque, si no somos hipócritas, sabemos que la Argentina ha destruido su moneda. La propia Florencia Kirchner tenía cuatro millones de dólares, no volcados a la producción, sino al amarrocamiento, cuando fue allanada por la Justicia a raíz de las causas de corrupción que involucran a su madre.
2.Impunidad:
El Senado aprobó finalmente la remoción de tres jueces que molestaban a Cristina Kirchner: los tres están involucrados en el trámite de causas por corrupción que la tienen como protagonista a ella, sus funcionarios y a los empresarios que les pagaron coimas. La contracara es Mendoza, que avanza con la ley de ficha limpia.
3.Resentimiento:
No es la primera vez que el Presidente ataca la meritocracia como motor de desarrollo de los países. Esta no es una idea de él, sino fruto de su reconciliación con Cristina: el mérito es una idea neoliberal. ¿Cómo es esto?
Primero, se trata de una manipulación de los conceptos. El Presidente confunde mérito, que es el reconocimiento que merecemos por nuestra capacidad o nuestro esfuerzo, con privilegio. Privilegio es lo que se hereda: cuando alguien llega a determinados lugares por su apellido o su condición social.
La segunda confusión es entre igualar oportunidades e igualar resultados. No solo es cierto -sino que es obvio- que los pobres no tienen las mismas oportunidades que los ricos, empezando por la educación. Para equiparar esa cancha están las políticas públicas. Para eso sí el Estado es o debería ser eficaz. Pero condenar el mérito como motor del desarrollo de un país es desconocer el sueño de nuestra inmigración. Nuestros abuelos llegaron a la Argentina con un sueño abajo del brazo: progresar.
"Mi hijo, el doctor" era la idea de que a los hijos de aquellos inmigrantes les iba a ir mejor que a sus padres. Es la idea que marcó la identidad de la clase media argentina y es la que atacó el Presidente revelando que su modelo es nivelar para abajo. Confundir mérito con privilegio es agitar el resentimiento social y en eso el kirchnerismo tiene una maestría.
Una pregunta para el final y tiene que ver con la oposición. ¿Hay sectores de Juntos por el Cambio que quieren jubilar a Mauricio Macri?