La crisis por los alimentos: la Iglesia renovó su reclamo, pero esta vez con mesura y prudencia
En la misa encabezada por monseñor Oscar Ojea se evitaron las expresiones agresivas contra el Gobierno registradas la semana pasada; cómo impacta el tema en el interior de la Iglesia
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Con una misa en el corazón de La Matanza, para transmitir un fuerte respaldo a las madres que atienden los comedores comunitarios y en muchos casos constituyen la última frontera contra el avance narco, el presidente del Episcopado, monseñor Oscar Ojea, puso en primer plano el costado de la sensibilidad social de la Iglesia frente a la crisis y los reclamos por la distribución de alimentos.
Con su estilo mesurado, alejado de estridencias, pidió un plan nacional alimentario para que la comida llegue a las familias que lo necesitan y logró que quedaran en un prudente segundo plano las expresiones agresivas contra las políticas del gobierno de Javier Milei que se cantaron la semana pasada en dos parroquias porteñas.
Se trata de un tema que cruza al interior de la Iglesia, no estrictamente por alineamientos políticos o ideológicos, sino tal vez por diferencias en los estilos pastorales. Esa diferencia está en el tono, los modos y los destinatarios de los reclamos.
“Nos dicen que no es política, no es partidismo, pero se le parece bastante”, graficó un obispo consultado por LA NACION, al revelar el malestar que generaron en sectores de la Iglesia las misas con cantos y expresiones de tinte político, con la consigna “La patria no se vende”, como ocurrió en la iglesia de la Santa Cruz, en el barrio de San Cristóbal, y en la parroquia Inmaculado Corazón de María, en Constitución.
La fuerte repercusión que tuvieron esas imágenes viralizadas llevaron a activar en las últimas horas los canales de comunicación entre el Episcopado y el Gobierno para atenuar posibles desbordes y hacer prevalecerla prudencia, al menos en la celebración que presidió monseñor Ojea, acompañado por varios obispos del conurbano y 40 sacerdotes, en la iglesia Virgen de los Milagros de Caacupé, en Ciudad Evita. Así lo informaron a LA NACION fuentes gubernamentales.
“Estas misas con signos partidistas no ayudan a crear un clima de diálogo y distensión”, estimó otra fuente eclesiástica. Y profundizó su visión crítica: “Muchos pobres había también durante el gobierno anterior y no recuerdo que se hicieran tantas demostraciones”.
Varias voces eclesiásticas coinciden en que tampoco ayudaron las imágenes que llegaron desde Roma, con el papa Francisco posando para una foto en su residencia de Santa Marta con dirigentes sindicales y una bandera en contra de la privatización de Aerolíneas Argentinas, cuyo futuro se discutía ese día en el Senado. A eso se sumó la ausiencia con el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, aunque algunos interpretan esa imagen como una muestra de distanciamiento del kirchnerismo.
A diferencia de las exteriorizaciones de la semana pasada, el clima en la misa de La Matanza se mantuvo dentro de los cánones habituales, sin agresividades, ni consignas políticas, lo que reflejaría una decisión expresa para evitar esos desbordes.
La voz del arzobispo
El propio arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, había rechazado las expresiones políticas en los templos de su jurisdicción, un día después de la celebración que su obispo auxiliar y vicario general, monseñor Gustavo Carrara, presidió en la iglesia Inmaculado Corazón de María, en la que se cantó con aplausos la consigna contra la administración libertaria.
“La misa es algo sagrado, porque está en las entrañas más profundas de la fe de nuestro pueblo […] Por eso no está bueno usar la misa para dividir, para fragmentar, para partidizar. No está bueno usar la misa para que terminemos separados como hermanos”, fue el mensaje de García Cuerva.
Al margen de esta situación, el arzobispo de Buenos Aires recibió en las últimas horas buenas noticias desde el Vaticano. El Papa designó tres nuevos obispos auxiliares, en una renovación que se esperaba de sus colaboradores inmediatos. Son tres sacerdotes de neta experiencia pastoral en las parroquias porteñas: Sergio Iván Dornelles (50 años), párroco de Nuestra Señora de la Misericordia; Pedro Cannavó (46), de Santa María Madre del Pueblo, y Alejandro Pardo (46), de la iglesia céntrica San Nicolás de Bari. Se sumarán a los obispos auxiliares que siguen en funciones, entre ellos el vicario general, Gustavo Carrara.
En la misma línea que García Cuerva, distintas fuentes eclesiásticas coinciden en que las misas en Constitución y en la iglesia de la Santa Cruz no fueron momentos muy felices. “No es conveniente politizar y menos en este tiempo, en que toda politización divide”, comentó uno de los consultados por este diario, convencido de que la polémica, finalmente, le habrá resultado funcional al presidente libertario, en el cierre de una semana en la que cosechó triunfos políticos.
Muchas voces en la Iglesia, en tanto, son conscientes de que resultan innecesarios los gestos de sobreactuación para mostrar la sensibilidad social de la Iglesia. “Al mismo tiempo, hay un descuido cada vez mayor de las formas y del sentido litúrgico de las celebraciones. Además, cada vez va menos gente a misa, los jóvenes se alejan, no se casan, no bautizan a sus hijos… esa tendría que ser la principal preocupación de los obispos y sacerdotes”, confesó una voz del sector eclesiástico.
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