La Corte Suprema se reinterpretó a sí misma
Cuando Gerónimo Ustarroz, hermano de Eduardo De Pedro, impulsó desde el Consejo de la Magistratura un plan interpoderes para correr de la Cámara Federal a Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi, los camaristas no se preocuparon. Creían que era una aventura temeraria porque ellos tenían a su favor una acordada de la Corte Suprema que dos años antes, entendían, había convalidado sus traslados.
Se equivocaron. La Corte, intérprete final de la Constitución, hoy se reinterpretó a sí misma. Resultó que nunca los había avalado. Según el fallo de hoy, todos los traslados son transitorios. Tal como lo había planteado el kirchnerismo, la forma en la que el gobierno de Mauricio Macri los eligió para ocupar dos de las sillas de la cámara de apelaciones más poderosa del país no es constitucionalmente aceptable. Lo mismo correrá para Germán Castelli.
La Corte, sin embargo, se negó a darle al kirchnerismo una victoria total. Por eso dispuso que los camaristas seguirán en su cargo hasta que se cubran por concurso (el único método que establece la Constitución) los cargos que hasta ahora ocupaban. Pero esta "solución intermedia" no hubiera sido tal si la Corte no incluía en su fallo un dato más: para cubrir las vacantes de Bruglia y Bertuzzi hay que hacer concursos nuevos.
Toda esta ingeniería, entre ministros que se desconfían mutuamente, les llevó tiempo. Hace 35 días que la Corte aceptó tratar el per saltum y se llevó el caso de la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo, que ya estaba en condiciones de decidirlo. En este tiempo, la Corte podría haberlo resuelto incluso con un recurso extraordinario, sin necesidad de saltar la instancia de la Cámara.
La decisión de la Corte de que se abra un nuevo concurso para la Cámara Federal es coyunturalmente muy relevante: Bruglia y Bertuzzi podrán quedarse un tiempo más en sus cargos. Con lo que demoran los concursos, ese tiempo podrían ser años. Podía incluso no ser Alberto Fernández el presidente que firme el decreto que ponga en funciones a los nuevos camaristas. Si la Corte no hubiera incluido esta disposición, las vacantes de Bruglia y Bertuzzi se hubieran incorporado al concurso ya abierto en el Consejo para la Cámara, que lleva años de trámite, está casi terminado y estaba frenado a la espera de la decisión de hoy.
Con ese argumento, una fuente vinculada a la mayoría de tribunal buscaba presentar el fallo de hoy como "un freno al avance de Cristina Kirchner sobre la Justicia". Destacaba, además, que así se evita la posibilidad, en adelante, de que un gobierno pueda elegir a dedo a qué juez quiere para cada tribunal. Es lo que venía advirtiendo el kirchnerismo: "Si perdemos, ganamos. Si se puede trasladar, entonces trasladamos nosotros también", amenazaba una fuente del oficialismo cuando empezó el proceso de revisión de los traslados.
En la práctica, la Cámara Federal, que tiene seis sillas, tiene ahora dos jueces titulares, dos vacantes sin cubrir y dos vacantes transitoriamente ocupadas por Bruglia y Bertuzzi. Queda pendiente la definición del destino de Eduardo Farah. Su situación es inversa: por traslado, él salió de la Cámara Federal. Farah negoció su partida del tribunal durante el macrismo, después de que firmó el fallo que liberó a Cristóbal López. Acordó su traslado y el gobierno de entonces lo celebró como un paso para "limpiar" el tribunal. Pero Farah genera opiniones encontradas dentro del oficialismo: porque si bien liberó a López, empresario cercano al kirchnerismo y dueño de Indalo (grupo que incluso recurrió a los servicios de asesoría de Alberto Fernández cuando el actual presidente trabajaba en la actividad privada), también fue uno de los dos camaristas que confirmó el embargo de más de cinco millones de dólares sobre Florencia Kirchner en el caso Hotesur. Farah fue compañero de colegio y mantiene una amistad con Javier Fernández, un hombre que fue muy influyente en la conformación de los tribunales federales y que tiene una vieja relación con el exespía Antonio Stiuso.
Tras el fallo de la Corte, el Consejo de la Magistratura, con mayoría oficialista, dará inicio ahora a un nuevo concurso. "En seis meses lo sacamos", dijo un funcionario kirchnerista a LA NACION, que aspira a correr a Bruglia y Bertuzzi cuanto antes. Más allá de los tiempos que insuma el trámite, aprobar un concurso requiere además un acuerdo político con la oposición para conseguir los dos tercios en el plenario del Consejo. Después, las ternas pasan al Poder Ejecutivo para que el Presidente elija a su candidato y de allí, al Senado, que debe dar su acuerdo para el nombramiento de cada nuevo juez. Cuando las vacantes son varias, como en este caso, la negociación es más fácil.
El futuro de la Cámara Federal es clave. No tanto por las causas contra Cristina Kirchner, sus hijos y los miembros de su gobierno -casi todas elevadas ya a juicio- sino porque es la Cámara que va a revisar las decisiones y ordenar las investigaciones en los casos que hay, y en los que puedan abrirse, contra Mauricio Macri y los funcionarios de su gobierno.
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