La Corte Suprema deja para después de las PASO la elección de su próximo presidente
Carlos Rosenkrantz termina su mandato el 30 de septiembre y crecen las chances de Horacio Rosatti para sucederlo; en el entorno de Ricardo Lorenzetti dicen que él, que ya presidió el tribunal, está más enfocado “en temas académicos”
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El 30 de septiembre próximo termina el mandato de Carlos Rosenkrantz como presidente de la Corte Suprema y los jueces del tribunal acordaron que esperarán hasta después de las elecciones primarias para elegir a su sucesor.
Así lo informaron a LA NACION fuentes de la Corte, que niegan que esté cerrado el acuerdo para nombrar al nuevo presidente. Si bien Rosenkrantz no descartó ir por la reelección, crecen las chances de que lo suceda Horacio Rosatti, que hace tres años le dio su voto a Rosenkrantz para poner fin a una década de Ricardo Lorenzetti al frente de la Corte.
La relación entre ellos atravesó después momentos de tensión -sobre todo cuando Rosatti votó con Lorenzetti y Juan Carlos Maqueda un fuerte recorte de las atribuciones de la presidencia, que Rosenkrantz acababa de asumir-, pero hoy los dos jueces designados por Mauricio Macri acercaron posiciones.
La semana pasada empezó a circular la versión de que el asunto estaba cerrado: la fórmula sería Rosatti presidente, Rosenkrantz vice. El tercer voto para proclamarla lo aportaría Maqueda. Ninguno de los jueces de la Corte lo confirma y con un tono formalista advierten que todavía no hablaron “oficialmente” del tema.
“Respetamos la ansiedad de los demás, pero esta vocalía está concentrada en trabajar en fallos”, dijo a LA NACION una fuente cercana a Rosatti, que se negó a hablar de acuerdos en ciernes y sostuvo que será un asunto para “los últimos días de septiembre”.
En la Corte sostienen que las PASO no determinan sus planes y que la elección se hará con la anticipación normal; alegan que Rosenkrantz fue votado el 11 de septiembre de 2018 y asumió el 1° de octubre. Sin embargo, ese año los tiempos fueron diferentes porque, en realidad, el mandato de Lorenzetti vencía a fin de año y se adelantó la sucesión.
En medio de un clima de fuerte desconfianza, en el Palacio de Tribunales hay quienes le adjudican al entorno de Lorenzetti haber colaborado para que se hiciera público el supuesto plan Rosatti-Rosenkrantz. En la vocalía de Lorenzetti, en cambio, juran que el juez está alejado de “la rosca” y “enfocado en los temas académicos”. También dicen que “ni la Corte ni la presidencia son iguales” desde que él dejó el cargo y que no tiene “una posición tomada” sobre si querría volver a ser presidente.
Lorenzetti cosecha apoyos para volver al poder en el mundo de la política, a un lado y al otro de la grieta. Le valoran como un mérito haber concentrado un poder que hoy está atomizado. “Siempre es mejor hablar con uno que con cinco -dijo a LA NACION un experimentado hombre de la política, acostumbrado a interactuar con jueces-. Es mejor tener un solo interlocutor.”
Oficialistas y opositores leyeron como un atajo para favorecer a Lorenzetti el proyecto de ley del radical Emiliano Yacobitti y el macrista Cristian Ritondo que propuso modificar la forma de elegir al titular de la Corte: terminar con la votación interna y establecer un sistema rotativo, por orden de antigüedad. Si el plan buscaba volver a darle a Lorenzetti la presidencia, requería que Highton y Maqueda renunciaran a ejercerla ellos, pero Maqueda envió un mensaje inequívoco: si el proyecto se sancionaba, él asumiría al frente del tribunal. Además, la iniciativa fue muy cuestionada por la propia oposición. Finalmente, Ritondo retiró su firma del proyecto. “Si bien resulta necesario arribar a una reglamentación que supere fricciones, pujas y disputas internas en el máximo tribunal (...), considero oportuno realizarlo a fin de año, luego de que se renueven las autoridades de la Corte”, sostuvo Ritondo en la carta que le hizo llegar al presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa.
Rosenkrantz, como presidente, es la antítesis de su antecesor. Lorenzetti nucleaba la representación política de la Corte, tenía una exposición pública alta, apostaba a instalar desde la Justicia “políticas de Estado” y seguía muy de cerca –personalmente- la marcha de las causas de Comodoro Py más sensibles para el poder. Decía que cada etapa de la Corte debería ser recordada, como en Estados Unidos, por el nombre de su presidente. Rosenkrantz, de perfil bajo y más jurídico que político, es el presidente de una Corte fragmentada. En los tribunales advierten que sea quien sea el próximo presidente, esa fórmula de un poder repartido difícilmente cambie a partir de octubre.
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