La Corte Suprema de Justicia se ve como garante de la Constitución ante eventuales avances de Milei
En algunos despachos existe intranquilidad por la gobernabilidad de acá a fin de año; le liquidaron el aumento retroactivo a julio a los judiciales y le descontaron 20 días del mes de agosto la jueza Figueroa
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La Corte Suprema de Justicia tiene por estos día una inquietud y una certeza que trasciende su tarea judicial: se ve así misma como garante de la Constitución ante eventuales avances sobre los derechos y en algunos despachos hay preocupación por la gobernabilidad de los meses que quedan por delante hasta el traspaso de mando presidencial del 10 de diciembre.
LA NACION habló con funcionarios judiciales cercanos a los jueces de la Corte que reconocieron que este es el clima, luego de que resolviera la semana pasada dejar cesante a la jueza de Casación Ana María Figueroa, que cumplió 75 años y no contaba con acuerdo del Senado.
La salida de Figueroa se resolvió en la Corte en 20 minutos, dos semanas después de que la Cámara de Casación les informara que “habría cesado en sus funciones”. Pese a que el 9 de agosto cuando cumplió años, Figueroa le dijo a sus colegas que no iba a firmar más sentencias y que resignaba la presidencia, el Consejo de la Magistratura finalmente le liquidó el sueldo completo el 31 de agosto.
Ahora la Corte y el Consejo le pagaron a todo el personal del Poder Judicial los sueldos con el aumento retroactivo desde el mes de julio. En el caso de Figueroa se le depositó el aumento, pero se le descontaron los días desde el 9 de agosto hasta fin de mes, lo que equivale a unos 2,7 millones de pesos, dijeron en los tribunales.
En la Corte está el rumor de que el oficialismo intentará en una sesión la semana próxima darle acuerdo a la exjueza, y generar un conflicto de poderes con el tribunal, pero los jueces ya dictaron una resolución y para ellos, el asunto está resuelto.
El otro terreno donde se juega el futuro de la vacante de Figueroa es el Consejo de la Magistratura. La semana pasada los concejeros se reunieron una hora, en privado, en medio de la reunión de comisiones del miércoles. Acordaron posponer la decisión de si llamaban a un concurso nuevo para cubrir su vacante o si la acumulaban a un concurso ya en trámite.
En este concurso abierto se busca elegir el reemplazo de los jueces de la Casación ya jubilados Liliana Catucci y Eduardo Riggi. Ese concurso avanzó con 40 postulantes que rindieron exámenes. Ya fueron corregidos, pero no se sabe qué nota se sacó cada quien, porque no se revelaron las claves que identifican cada examen anónimo con su autor. Falta a su vez evaluar los antecedentes de esos postulantes para unificar ambas calificaciones y hacer una lista de candidatos, según un orden de mérito.
Tres vacantes en la Cámara de Casación, dos de las cuales pertenecen a mujeres, alimentaron la creatividad de alguna consejera que propuso hacer un concurso solo para mujeres. No tuvo buena acogida.
El escenario político y económico
De cara al proceso electoral, los jueces de la Corte buscan mostrarse prescindentes. Cada juez tiene su estilo: Horacio Rosatti, afirman en los tribunales, no se reunió con los candidatos presidenciales, aunque no faltaron los sondeos para que los recibiera. A Carlos Rosenkrantz lo buscaron para pedirle una audiencia y si bien los conoce del pasado, no hubo ningún encuentro privado, lo mismo ocurrió con Juan Carlos Maqueda, un hombre que viene de la política. Ricardo Lorenzetti, que fue presidente de la Corte 10 años, los conoce muy de cerca, tuvo contactos informales con alguno de ellos, como Patricia Bullrich, porque coincidieron en algún evento social o político, pero no porque fuera a recibirlos.
En la vocalía de Rosenkrantz evitaron comentar el clima: “El juez no hace análisis políticos”, dijeron ante la consiulta de LA NACION y aclararon que “en este proceso electoral no se reunió con ninguno de ellos”
En algunos despachos, allegados a los jueces dijeron que hay dos preocupaciones: la política económica en los próximos dos meses y una eventual falta de razonabilidad en las políticas públicas en caso de que Javier Milei sea presidente.
En el pasado, interpretan en alguna de las vocalías, fue el Poder Judicial y los medios los que pusieron coto al avance del kirchnerismo sobre determinadas normas que llevaban al país a emparentarse con la Venezuela chavista. En esos despachos ahora creen que “hay que mantenerse firme” y no caer en el otro extremo.
Los jueces de la Corte, indican estas fuentes, se ven entonces como responsables de la gobernabilidad, pero interpretada como el ejercicio de su función como garante de la Constitución y de los derechos de los ciudadanos.
Pero este pensamiento no está en la mayoría de la Corte, donde prefieren esperar a ver qué ocurre, sin bajar la guardia. Esan convencidos algunos de los jueces que en un próximo gobierno el rol de la Corte “va a ser muy importante”, como garante de los derechos de los ciudadanos.
Mensajes de Bullrich y Milei
No obstante, los tranquilizaron los mensajes que llegaron de Milei para el Poder Judicial, con expresiones vinculadas a garantizar la independencia de los jueces, alejar a la política de las decisiones judiciales y asegurar la autarquía e independencia económica del funcionamiento del tribunal, sin que tengan que ir a pedir una reasignación presupuestaria ante cada fogonazo inflacionario.
Lo mismo ocurre con Bullrich, que ha dicho que iba a respetar la independencia judicial y, al igual que Milei, planteó la necesidad de un diálogo institucional. La Corte y el actual Gobierno no dialogan desde la época en que Marcela Losardo era ministra de Justicia. Su sucesor, Carlos Soria, visitó a la Corte para leerles un comunicado insultante y nunca más los vio.
En la Corte entienden que el kirchnerismo ha intentado condicionarla, tanto a través de su presupuesto como con la promoción del juicio político a sus integrantes. Y en este momento -en algunos despachos- ven que las políticas económicas pueden generar zozobra en el Gobierno.
Dentro de la Corte destacan que llevan un ritmo de 200 fallos semanales a pesar del año electoral. Allí también causó sorpresa el resultado de la PASO, con un Milei cerca del 30 por ciento de los votos. Pero también advierten cómo el candidato va moderando sus promesas más disruptivas, en línea con el llamado “teorema de Baglini”: cuando más cerca se está del poder, más realistas y menos audaces son las propuestas.
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